Vitoria - Sensaciones encontradas en el ultimo paseíllo de ida a los toros de La Blanca 2016. Pese al cansancio y al dolor de pies, la imagen y el espíritu que trasmitían las cuadrillas era de alegría y absoluta satisfacción. Alegría por lo que ha sido, un año más, una increíble edición festiva, y satisfacción por el trabajo bien hecho. Por haberse volcado desde el primer momento hasta el último en la celebración, en cada acto general o particular, en cada ida y vuelta a los toros y en cada baile. La Blanca 2016 cierra su periplo con un balance exitoso en cuanto al papel que blusas y neskas han jugado, manteniendo el pabellón bien alto y reafirmándose como símbolos de la fiesta en Vitoria. Ayer, un día más, las cuadrillas respondieron a la cita con la tradición y ofrecieron, con sus últimas fuerzas, el espectáculo que los congregados en Dato aguardaban.

En lo climatológico, el último desfile de los blusas y las neskas cerró un círculo. Como sucediera en la bajada, las nubes amenazaron a ratos con descargar sobre la ciudad, pero finalmente no hubo que sacar los paraguas. En lo presencial, los estragos causados por seis días consecutivos de desenfreno se tradujeron en numerosas bajas, tanto entre los integrantes de las cuadrillas como entre el público asistente. Dato presentaba media entrada, había huecos en las terrazas y no se vivieron los agobios de las jornadas precedentes.

Abrió la caminata Txolintxo, cuyo representante comentaba que las cuadrillas acababan de ser informadas del intento de violación acaecido ayer por la mañana en Vitoria y de los cambios en el programa de actividades que ello conllevaría. Se veían unas cuantas caras largas y muchos comentarios al respecto, pero los blusas y las neskas dieron toda una lección de solidaridad, luciendo sus pañuelos morados y, en el caso de Txirrita, ondeando banderas del mismo color con la leyenda Gora Borroka Feminista. Tolerancia cero contra las agresiones sexistas en La Blanca.

La furgoneta del Equipo A que avanzaba frente a los Alegríos confirmaba que a las cuadrillas les gusta que los planes salgan bien. Así que, aunque fuera al tran tran, tocaba bailar un día más y agitar los brazos en el aire al son de las txarangas. A este respecto hay que destacar que a las neskas y a los músicos se les veía, en general, bastante más frescos que a los blusas. Y es que hay que dormir las horas reglamentarias para aguantar el ritmo festivo. Como es lógico, ayer se vio más reparto de caramelos que de katxis, salvo quizás en el caso de Bereziak, que se mostraban sedientos. Era lo que había.

Sonaron de nuevo todos los clásicos de las fanfarres y, una vez más, los de Basatiak se confirmaron como incombustibles, saltando descontroladamente desde el primer segundo. A las neskas de Los Desiguales aún les quedaba remanente de pegatinas, así que las despacharon en los primeros metros del recorrido. Y el resto, paso a paso, fue cubriendo el postrero de los desfiles de un 2016 en el que su participación ha sido magnífica. El listón queda muy alto de cara al año que viene, pero a buen seguro que los paseíllos de 2017 volverán a llenar de alegría, música y baile el centro de Vitoria. - DNA / Fotos: J.M.