vitoria ? El futuro de la movilidad urbana será eléctrico. Los actuales indicadores económicos y de sostenibilidad ya apuntan en esa dirección. Los precios de las baterías han comenzado a desplomarse y la presencia de las energías limpias sigue creciendo. Y todo eso mientras urge reducir la dependencia de los combustibles fósiles, mejorar la calidad del aire y luchar contra el cambio climático. Vitoria lo sabe y por eso ha decidido enfrentarse desde ya al desafío escribiendo su propio destino, sin mirar muy lejos, no más allá de una década. Para cuando llegue ese momento, la intención del Ayuntamiento es contar con una red de transporte público que se mueva a chispazos, a través de Tuvisa ?en parte, al menos?, el tranvía y el BRT, un servicio de bicis que pueda recargarse por toda la ciudad y taxis que vayan dejado atrás la gasolina.

Eficiencia y eficacia. Lo que mandan los nuevos tiempos. A veces, paradójicamente, tan parecidos a los viejos. Ha sucedido con el tranvía. Desapareció de muchas ciudades hace varias décadas para volver con fuerza cuando empezó a acuñarse el concepto de movilidad sostenible. Aquí, la primera vez que el metro ligero llamó al timbre, Vitoria lo observó a través de la mirilla y tardó lo suyo, de 1996 a 1997, en tomar una decisión. La oposición en la calle era grande y el Ayuntamiento acabó haciendo causa conjunta con el sentir vecinal para dar un portazo a la propuesta del Gobierno Vasco. Pero no fue definitivo. Apenas tres ejercicios después, vista la buena experiencia en Bilbao, Gasteiz supo convertir en necesario el mismo proyecto que antes había descartado por considerarlo un lujo prescindible.

El 23 de diciembre de 2008, a las doce de la mañana, el gusano verde entró en servicio. Y los recelos que aún quedaban se disiparon tan rápido que quienes ahora viajan en metro ligero, desde Ibaiondo y Abetxuko hasta el centro, no sólo no se pueden imaginar otra forma mejor de desplazarse sino que consideran un acierto que vaya a pegar un estirón. En diez años estará funcionando a todo trapo el ramal sur, que saldrá de la parada de Angulema y entrará en las universidades para ofrecer cobertura a los barrios de Adurza y San Cristóbal, garantizando la conexión de la estación de trenes con la de los autobuses y dando servicio a lo largo de todo ese trayecto a al menos 20.000 personas.

También debería estar lista la extensión del tranvía a Salburua, ya que la previsión que maneja el Gobierno Vasco ahora mismo es contar con un proyecto constructivo en esta legislatura para, a partir de ahí, poder poner en marcha las obras: 1.750 metros de nuevo ramal que darán servicio a más de 10.000 personas. Igualmente tendrá que haber, si las palabras no se las lleva el viento, una solución de transporte de alta capacidad eléctrico para Zabalgana. Cuál, sin embargo, no es posible especificar hoy. No se ha descartado ampliar el metro ligero. De hecho, ya hay bocetos con varias alternativas que parten de la parada de Sancho el Sabio hacia el oeste de la ciudad cruzando por San Martín o pasando por Portal de Castilla. También se baraja la posibilidad de aprovechar las vías ferroviarias para implantar el Arabatran como complemento o acercar hasta allí el BRT.

Detrás de estas siglas está el bus de tránsito rápido, un vehículo articulado que circula por un carril propio pero sin raíles, goza de prioridad semafórica, sobre todo en las horas punta, y permite validar los billetes en las propias paradas, lo que agiliza los trayectos. Un tranvía con ruedas, en definitiva, que se empezará a construir en esta legislatura con un trazado de 20 kilómetros de longitud sobre la actual línea 2, la periférica. En 2020, si nada se tuerce, estará funcionando. Y puede que también haya empezado a mirar hacia Zabalgana, si es que finalmente se descarta el metro ligero para esta zona de la ciudad.

Otro objetivo del Ayuntamiento de aquí a diez años es ir renovando Tuvisa con autobuses eléctricos. Otras ciudades del Estado ya están desarrollando experiencias piloto con óptimos resultados. Bilbao realizó el pasado mes de abril pruebas en 16 líneas, con una autonomía del vehículo de 200 kilómetros y una carga de siete horas en cocheras que asegura la conducción durante el tiempo que se requiere para cumplir el servicio. Y Málaga está participando en un programa de investigación europeo con autobuses que van alimentando sus baterías sobre la marcha gracias a una doble recarga por inducción.

También en ese horizonte próximo se vislumbra una flota de taxis más limpia. Hace ya dos meses que el gremio cuenta con una unidad del vehículo 100% eléctrico Nissan LEAF, una cesión fruto del acuerdo entre esta marca de coches y la Asociación Alavesa del Taxi. Además, ETS ya está estudiando la instalación de puntos de recarga gratuitos de coches y bicis eléctricas a lo largo de los actuales ramales del tranvía y de los que están por venir, a expensas de los que se colocarían cuando se desarrollara el circuito periférico del BRT, para conseguir que el transporte privado, además del público, se sume a la revolución. Para que Vitoria, más pronto que tarde, se olvide de qué eran los malos humos. ? DNA / Foto: DNA