vitoria - La definición de reincidencia, como reiteración de un delito, se queda corta en casos como el que aparece en estas líneas. El protagonista de esta historia de delincuencia contaba de partida con un respetable historial policial, pero el pasado verano, después de cumplir pena de prisión por diversos delitos, decidió ampliarlo. Y lo hizo a lo grande. Nada menos que diez robos consecutivos en diferentes locales de hostelería de Vitoria, todos ellos cometidos entre los meses de agosto y noviembre del pasado año. Todo un récord que le ha hecho acreedor de una nueva condena, esta vez de cinco años de prisión, y de una lista de indemnizaciones que asciende a varios miles de euros.

Robo con fuerza, hurto y lesiones. Tres delitos con sus correspondientes sentencias firmes -emitidas en los años 2007, 2008 y 2009, respectivamente- que condujeron al protagonista de este relato a prisión en 2013. No pasó mucho tiempo desde que abandonó el centro penitenciario y volvió a las andadas, ya que el 30 de agosto de 2015 dio su primer golpe. Sobre las 6.50 horas de ese día, se hizo con una tapa metálica de alcantarilla y rompió una cristalera del bar Puerta Grande, situado en la plaza del Renacimiento de Vitoria. Accedió al interior y se hizo con los 1.520 euros que encontró en la caja registradora. Ya de paso, se llevó un teléfono móvil y una cadena de oro que encontró en el local.

El modus operandi le debió resultar satisfactorio, ya que justo un día después, a las 3.30 horas del 31 de agosto, cogió otra tapa de alcantarilla y destrozó la luna del bar Zabaltegi, ubicado en el parque de Judimendi. Una vez dentro, vació la caja registradora, que contenía 1.006 euros, y cogió otros 300 que halló por el camino.

Después de dos atracos culminados con éxito, este hombre se lo tomó con tranquilidad durante un par de semanas. Volvió al trabajo el 11 de septiembre y, como era de esperar, lo hizo con una tapa metálica de alcantarilla en la mano. En esta ocasión se dirigió al bar Berlín, localizado en la Avenida Gasteiz. Comenzó un poco antes de lo que era costumbre en él, alrededor de las 00.30 horas, y no concluyó hasta las 6.50 horas. No obstante, sólo pudo llevarse 724 euros del interior del local.

El dinero le debió durar poco, ya que el día 19 de septiembre asestó su cuarto golpe. Fiel a sus hábitos, aguardó hasta que dieron las 5.00 horas para cometer el atraco. Como no encontró una tapa de alcantarilla disponible, se sirvió de una tapa de registro de agua, igualmente metálica, para romper los cristales y acceder al interior del Mesón Florida, emplazado en la calle del mismo nombre. De allí se llevó 400 euros y causó daños por valor de otros 530 euros.

La racha continuó al día siguiente en el bar Candela de la plaza Pepe Ubis. Una vez más, empleó la tapa metálica de una alcantarilla cercana para abrir un hueco en la cristalera, entrar al local y, entre las 2.00 y las 8.00 horas, apoderarse de 460 euros. Como encontró un ordenador portátil MacBook Pro, también se lo llevó.

El 23 de septiembre, a las 4.30 horas, destrozó con una tapa de registro de agua los cristales del bar Harria, situado en la calle Independencia. Entró y se llevó 290 euros, pero la Ertzaintza le descubrió en el interior, le detuvo y le quitó el dinero. Aquél revés del destino no menoscabó su ánimo un cuatro días después, el 27 de septiembre a las 2.00 horas, agarró una piedra y rompió la luna del bar La Carballinesa, ubicado en la calle Cuadrilla de Vitoria. De allí se llevó 2.400 euros.

Tras un breve paréntesis laboral, reapareció el 17 de octubre a las 8.30 horas con una tapa de alcantarilla en la puerta del bar El Rancho, de la calle Iturritxu. Rompió los cristales, entró y se apoderó de 105 euros, pero en esta ocasión fue la Policía Municipal la que lo detuvo.

Tampoco este segundo arresto puso freno a su carrera delictiva, que ya encaraba su recta final. El noveno atraco llegó a las 4.40 horas del 22 de octubre, cuando otra tapa de alcantarilla le franqueó el acceso al interior del bar Baydal, en la calle Palencia. El cajetín de la registradora contenía 250 euros que se llevó.

Finalmente, a las 5.30 horas del 20 de noviembre, la Ertzaintza le detuvo después de romper la persiana metálica y el cristal de la puerta de entrada del bar Bastiturri, situado en la calle del mismo nombre. Los agentes le requisaron los 2.690 euros y el décimo de lotería que había robado en el interior. Las autoridades le enviaron a la cárcel al día siguiente y desde entonces ha estado cumpliendo prisión provisional.

El juzgado de lo penal encargado de su caso ha considerado probada su participación en todos estos robos con fuerza y el magistrado le ha condenado a cumplir cinco años de prisión. Además, la suma preliminar de las indemnizaciones que deberá satisfacer supera de largo los 17.500 euros.

Aparte, el Juzgado de lo Penal número dos ha condenado a 7 meses y 16 días de prisión a un individuo que realizó un falso aviso de bomba. El 4 de abril de 2015, llamó con un teléfono móvil al 112, afirmó ser un “lobo solitario” y anunció que en 15 minutos iba a explosionar un artefacto en la nueva estación de autobuses de Vitoria. Los agentes que se trasladaron hasta el lugar no hallaron ningún objeto sospechoso, por lo que no se procedió a la evacuación. El condenado ya contaba con antecedentes penales por hechos similares.