orduña - Cada 9 de mayo desde hace 377 años los vecinos alaveses del valle de Arrastaria acuden en peregrinación al santuario de La Antigua, en Orduña, que estos días celebra sus tradicionales fiestas de Otxomaio. Lo hacen para renovar el voto de fidelidad a la que desde tiempos remotos tienen por patrona. Acompañados de estandartes, cruces y banderas, y a ritmo de un txistu que interpreta la marcha del compositor Rafael Madaria, las autoridades de Aloria, Artomaña, Delika y Tertanga -aldeas circunscritas al municipio de Amurrio- volvieron a encabezar ayer la procesión que, alrededor de las 11.30 horas y desde la ermita del Buen Suceso, desembocaría en el templo orduñés por excelencia.

Se trata de una tradición de siglos que pocos vecinos osan perderse, de modo que en el interior del santuario no volvió a quedar ni un hueco libre en la eucaristía que tuvo lugar a las 12.00 horas. En base al protocolo, el presidente de Aloria, Javier Ugarte, se encargó de encender un cirio, leer el ancestral discurso de fidelidad a la patrona y hacer entrega de una simbólica aportación económica para el mantenimiento del templo en nombre de todos los vecinos del valle. Un honor que rota anualmente entre los cuatro alcaldes pedáneos de las localidades de Arrastaria, llamados comúnmente arrastradores. Mientras, en el exterior, los de Arbieto (única aldea que decidió quedarse en Orduña, cuando el resto se independizó, antes de entrar a formar parte de Amurrio) se encargan de tocar las campanas y encender cohetes.

A la salida, todos los presentes pudieron disfrutar de las tradicionales Entradillas. Es un saludo de honor a la Virgen que consta de una danza muy simple y breve, formada por una primera parte de contradanza y una segunda más movidita de arin-arin y marcha atrás, cuyo movimiento musical fue compuesto por el maestro Guridi tras recogerlo de las tradiciones populares. “Es un baile típico y exclusivo de Arrastaria, ya que sólo lo podemos bailar los hijos y nietos del valle. Representar a cada pueblo es un honor que se transmite de generación en generación. Además, es un día muy especial porque supone el reencuentro de las cuatro aldeas y tenemos el mando de Orduña”, explicaba a este periódico Estitxu Ortiz, de 30 años, y una de las jóvenes que, junto a Irune y Ainara Mínguez, y Mikel Roza, bailó en representación de su pueblo, Tertanga.

Lo habitual es que esta ancestral danza la interpreten los más txikis de cada pueblo, aunque hay quienes con 40 años pasados, como el propio alcalde de Aloria, Javier Ugarte, se resiste a colgar las abarcas. “Soy el mayor de los dantzaris y mientras me aguante el cuerpo seguiré. Es una tradición que hemos mamado desde pequeños y todo un privilegio bailar delante de la Virgen”, apuntó, antes de ceder el protagonismo a sus compañeros de aldea, Aintziñe Apodaka, Javier Roiz y Eztizen Ugarte.

El más jovencito fue Aimar Larrea, de siete años, que representó a Artomaña, junto a su hermano Unai, de catorce y a Mikel Meabe. “Es un homenaje a Arrastaria y todo un orgullo bailar, y encima es el día del niño, con lo que me lo paso en grande”, subrayó el menor de los Larrea.

La profesora La única representante de Delika fue Naroa Barea que, al igual que los anteriores, ha aprendido los pasos de las Entradillas gracias a Mari José Fernández, del grupo de danzas Ihintza, de Orduña. “Tomé las riendas de mano de Joseba Mordarán hará ya una década. El baile primigenio se ha ido perdiendo, porque los pasos sólo han llegado a los más mayores como Estitxu Ortiz o Javi Ugarte, gracias a sus abuelos, y cada pueblo tiene sus peculiaridades que es lo que yo intento que mantengan”, explicó Fernández, que ya el año pasado recibió un reconocimiento por parte del Ayuntamiento de Amurrio por ayudar a mantener esta tradición.

No en vano, se trata de un baile que sólo se interpreta el 9 de mayo y que “si ha llegado a nuestros días es, precisamente, gracias a todas estas personas. Es una gozada y por eso he venido a verles, para tomar registro audiovisual de los pasos. Sin bailes base como éste no podrían existir las nuevas creaciones coreográficas, y hay que apoyarles y reconocer el esfuerzo que realizan profesoras como Fernández para que no se pierda”, subrayó Iñigo Couto, vicepresidente de la Federación de Danzas Vascas de Bizkaia.

Tras el baile y como marca la tradición, las autoridades arrojaron monedas y caramelos que los dantzaris de las cuatro aldeas se apresuraron a recoger, mientras los mayores recibían de sus alcaldes los trofeos que demostrarán en el futuro su presencia en el evento. La comida de hermandad tuvo lugar en un restaurante de Delika. También los vecinos de la localidad amurrioarra de Saratxo honrarán a La Antigua el domingo 15, como vienen haciendo desde el siglo XVIII, en una jornada que contará con misa, música de trikitixa y comida de hermandad.