gasteiz - La red foral de carreteras de Álava cuenta con 1.500 kilómetros de vías cruzando el territorio por sus cuatro costados, con carreteras que necesitan mimo y cuidados para evitar accidentes, paliar sus puntos negros y fortalecer la seguridad vial. Con ese objetivo, y además de las grandes obras de acondicionamiento de diferentes vías, la Diputación ha desembolsado durante los últimos cinco años un total de 3,1 millones de euros en los contratos de mejora de la seguridad vial, destinados a actuaciones preventivas y paliativas fruto en buena parte de las sugerencias y demandas de ayuntamientos, particulares y juntas administrativas.
A esa cantidad, y según confirmaron ayer fuentes forales a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, se unirá el contrato que el próximo consejo de diputados licitará para este año, por un importe superior a los 600.000 euros -frente a la inversión de 504.573 euros de 2015- y a la que a lo largo de esta legislatura se sumarán también las intervenciones de mayor calado, como las que se producirán, entre otras, en la N-240 y la N-124, dos de los puntos negros históricos del territorio. Durante estos últimos años los contratos de mejora de la seguridad han propiciado un continuo goteo de mejoras en multitud de puntos de la provincia, propiciando que Álava haya rebajado su índice de peligrosidad -un baremo víctimas/kilómetro consensuado para analizar el estado de las carreteras- del 31,2 de 2002 al 14,4 de 2014, última fecha de registro.
En este sentido, los accidentes con víctimas mortales se han rebajado notablemente, pasando de las 47 personas en 1999 hasta las 5 que fallecieron en 2015, como también se han reducido los accidentes con víctimas que resultaron heridas de diversa consideración, una estadística que en 2002 se cerró con 451 personas frente a las 207 de hace dos años. Según el último informe foral, Álava cuenta actualmente con 21 Tramos de Concentración de Accidentes (TCA), aunque como apunta a este periódico Roberto Díez Cantero, jefe de Explotación y Seguridad Vial de la Diputación, los criterios para clasificar así a estos puntos son en Álava mucho más estrictos que en el resto del Estado.
De hecho, el responsable foral de seguridad vial adelanta que “la mayor parte de esos puntos se solucionarán con las obras que se irán realizando en la N-240 y la N-124 que, junto con la carretera de Saratxo, son los tres puntos más complejos en este sentido”, y se detiene para resaltar cómo, sobre todo, “la seguridad vial tiene tres patas principales y todas son importantes: los ciudadanos, los vehículos y la carretera”.
Cuando el pasado año el Real Automóvil Club de España elaboró un estudio, en colaboración con distintas entidades europeas, para analizar 25.000 kilómetros de la red de carreteras estatales, el informe reveló la existencia de 97 tramos de riesgo elevado. Ninguno de ellos se encuentra en Álava. “Tenemos la mejor red de autovías y además la mayor parte de los alaveses siguen las reglas y respetan la carretera, aunque hay que tener en cuenta, no obstante, que somos una provincia de paso que recibe un buen volumen de tráfico”, recuerda.
Desde que arrancara su labor en 2002, el hombre encargado de velar por la seguridad vial del territorio ha tenido que escudriñarse la cabeza para, junto con su equipo, dar siempre con la mejor solución posible cuando ayuntamientos, juntas administrativas o particulares trasladan a la Diputación un problema en forma de vehículos que atraviesan los pueblos como un rayo, tramos de carretera especialmente peligrosos o accidentes más habituales de lo que debieran con animales que cruzan las vías. Sólo el año pasado el departamento foral de carreteras acometió 54 actuaciones, mientras el anterior, 2014, fueron 80.
Eso sí, el responsable de seguridad vial admite que “no todos los problemas tienen una solución que esté en nuestras manos”, entre otros motivos por las distintas competencias en la materia. “Muchos pueblos te piden poner pasos de cebra, o un paso elevado, pero eso requiere que la travesía esté urbanizada, y en Álava tenemos el problema de que hay muchos núcleos de población muy pequeños que son atravesados por carreteras pero no tienes la sensación de pasar por una localidad, porque no son travesías urbanizadas”, apunta. “La mayoría de las veces las personas que se quejan tienen razón, aunque en ocasiones hay puntos en los que la gente tiene la percepción de que los coches pasan muy rápido y en realidad van a 40”, explica Díez Cantero, a quien a lo largo de estos años le ha tocado “desde tener que explicar en un bar a los vecinos del pueblo las medidas que vamos a tomar hasta casi tener que salir corriendo de otro pueblo porque a algún vecino no le gustaban las actuaciones que proponíamos”, rememora entre risas.
Desde hace un tiempo, buena parte de los esfuerzos del departamento se centran en evitar los accidentes con animales que saltan a la calzada. “Durante los últimos diez años hemos probado de todo”, admite. Medidas sonoras, empleo de productos repelentes y atrayentes para encauzar a los animales hacia zonas seguras, disuasores de fauna, cierres cinegéticos... Actuaciones que han servido para paliar estos accidentes pero que, como todo, no han podido evitar que en ocasiones algunos conductores hayan tenido golpes con animales de lo más variopinto. “Una vez hubo uno con una nutria, pero también con lechuzas, corzos, vacas, caballos, lobas, zorros, tejones...”.
Incluso oteando de arriba a abajo los 1.500 kilómetros de red foral de carreteras, en el área de seguridad vial son conscientes de que, al final, “siempre hay algo que hacer y cosas que se pueden mejorar”. “Hay puntos que, aunque los conozcas bien, a raíz de un accidente das con un problema. En el 90% de los casos se puede hacer algo, pero siempre quedará un margen para el error humano en la conducción, por eso es fundamental la prevención y la educación vial”, concluye Roberto Díez Cantero.