Dulantzi - El latido de los tambores, portadores del espíritu de la vida, resuena ya en el horizonte por toda la provincia alavesa como víspera de la festividad de San Prudencio, que el próximo jueves inundará de sonido las calles de Gasteiz. Sin embargo, localidades como Dulantzi tampoco se olvidan de su patrón, y desde hace unos años organizan una jornada festiva en su honor con los ecos del tambor como sonido principal.
Ecos que desde la antigüedad más remota hasta nuestros días muchos pueblos han incorporado a su cultura, levantando los ánimos de los guerreros en las batallas, también como susurro de las ceremonias religiosas y como diversión laica. Esa misma algarabía se pudo sentir ayer durante todo el día con motivo de la jornada festiva en honor al patrón alavés, al que se veneró con un desfile familiar por la mañana y otro exclusivamente para adultos por la tarde. Una cita en la que más de un centenar de personas disfrutaron con el continuo redoble de las baquetas sobre los tambores.
Dulantzi es la única localidad de la Llanada que realiza estos días un acto festivo en torno al santo, y los dulantziarras derrocharon entusiasmo y buen humor desde el mediodía hasta bien entrada la noche a ritmo de tambor contagiando su alegría y ganas de saltar. Por noveno año consecutivo la villa de Alegría-Dulantzi celebró así una tamborrada para honrar a San Prudencio, demostrando que no sólo en Gasteiz saben vivir la fiesta. Durante la celebración, la Herriko Enparantza de la localidad se tiñó de blanco y azul cuando el cielo se tornaba plomizo.
Los cerca de un centenar de tamborreros, barrileros y majorettes participantes en el desfile para honrar al santo patrón alavés estuvieron acompañados además del silbato de Eduardo, que alertó a todos los presentes del comienzo de la actuación. Desde la furgoneta ubicada junto a la Casa Consistorial comenzaron a sonar los primeros compases de la retreta, que tantas veces se escucharía a lo largo de la jornada en Dulantzi.
Madres, padres, tíos y abuelos no se perdieron la oportunidad de acompañar a los más pequeños ataviados con su ropaje blanco y sus pequeños tambores, como el pequeño Ander, cuyo tambor abultaba casi más que él, y Oihan, que no perdía de vista a su madre unas filas más atrás.
El sonido de los redobles reunió en la plaza a varias decenas de curiosos atraídos por el preludio en honor a San Prudencio, donde además del blanco inmaculado, el colorido lo pusieron las majorettes que, ataviadas con vistosos colores -rojo, verde, blanco y negro- danzaron con la música y los primeros toques de tambor. La comitiva festiva partió entonces a recorrer las principales calles de la localidad, justo en el momento en que comenzaban a caer las primeras gotas de agua.
Casco histórico Con el tambor bien amarrado y los palillos en las manos, los participantes del desfile familiar se dirigieron andando hasta la calle Agurain, donde se encuentra la residencia de ancianos Mikelats. Allí, los mayores no dudaron en sumarse a la fiesta a través de sus palmas. Tras varias canciones, que agradecieron con un sonoro aplauso, la comitiva se puso de nuevo en marcha para acercarse al Casco Histórico, contagiando a todos las ganas de fiesta a ritmo de tambor.
Tras los primeros pasos los tambores siguieron sonando por las calles de Dulantzi, donde el nutrido grupo de espectadores, todos ellos conocidos de los participantes, no dudaron en ovacionar las interpretaciones de los músicos, que para entonces ya habían cogido confianza y comenzaban a mostrase más animados. Hubo de hecho quien no dudó en bailar y tocar el tambor a la vez.
La retreta de San Prudencio, Kosakos de Kazan, Tatiago, Marcha de San Sebastián, Tamborrada de Dulantzi, Prashkuarena o Tamborrada de Gaztelubide fueron algunos de los sones que se repitieron hasta la saciedad a lo largo del día por las calles de la localidad.
“Durante el día pasamos por las diferentes sociedades gastronómicas de Dulantzi, por las residencias de ancianos, plazas y calles más importantes de la localidad”, explicaron desde la organización. “Las majoretes y cantineras de Vitoria, un año más, se han unido a la fiesta y están aquí el día de la tamborrada”, señalaban al respecto desde la organización.
Y así transcurrió el día, con el sonido del tambor colándose por todos los rincones de la villa gracias a la labor de las sociedades organizadoras Okeluko y Bi Mila, responsables de la idea de celebrar una tamborrada coincidiendo con la celebración de la festividad de San Prudencio, algo que surgió de la sociedad gastronómica Okeluko en 2008. Ambas sociedades quisieron acercarse a sus vecinos y a lo largo del día abrieron su puertas con vermuteo y una merendola, todo con el fin de disfrutar de la fiesta, compartirla y saborear un apetecible preludio de la retreta del próximo jueves en Vitoria.