Cuando cuentan cómo lo hicieron, el porqué de su éxito y esos reconocimientos que se acumulan por paredes y estanterías, no se dan importancia. Pero la tienen. Susana Malón, David Mayoral y José Rodríguez son ese tipo de personas brillantes y con amplia formación que alumbraron una muy buena idea en un nicho de mercado en pañales y, sin olvidar la ilusión ni el trabajo constante, la desarrollaron hasta conseguir lo que buscaban desde el principio: traspasar los límites de la pequeña Álava para convertir sus servicios en internacionales. Y así siguen, trabajando todas las horas que da el día, y las que se inventan, para continuar avanzando en sus cielos con estrellas, cerebros inteligentes y venta on line de material de fitness. Gente tan inspiradora que tenía que acabar subida en un estrado para servir de ejemplo a todos esos vitorianos que intentan materializar un proyecto particular de altas miras. “Porque si ellos pudieron, otros también lo lograrán. Es difícil, pero no imposible”, afirma Eva de la Vega, organizadora de las primeras jornadas de la Cámara de Comercio de Álava Emprende-T, que se celebran hoy mismo en Gasteiz.

Susana asiente. Sería contradictorio que una cazadora de cielos nocturnos como es ella se pusiera techos. Licenciada en Ciencias Físicas y Física de Excelencia, con másteres en Ingeniería del Medio Ambiente, Astronomía y Astrofísica, tras más de una década de experiencia en el ámbito del alumbrado público y de la eficiencia energética, fundó la empresa Lumínica Ambiental para ir más lejos. Allá donde la llaman, y si no va ella a ofrecer su servicio, realiza mediciones de contaminación lumínica para caracterizar la calidad del cielo, analizar el impacto ambiental de las farolas, asesorar y buscar la manera de reducirlo, diseña mapas con toda esa información y desarrolla el trabajo de campo necesario para que las ciudades y los territorios que lo deseen obtengan la certificación Starlight, que es algo así como la Bandera Azul en las playas, y puedan utilizarla para impulsar el turismo astronómico, cada vez más en auge. Y también impulsa proyectos educativos, con un planetario, para divulgar en las aulas las bondades firmamento estrellado.

Y todo eso lo hace porque ella tiene claro que “el cielo es un derecho científico, medioambiental y cultural de la humanidad”, aunque haya quien tuerza el gesto al oír su máxima. Muy poca gente entiende el valor intrínseco de una bóveda sin contaminación lumínica. De ahí que ella, en muchas ocasiones, venda su proyecto por la vertiente del ahorro económico que conllevan instalaciones más eficientes desde el punto de vista energético, protectoras a su vez del firmamento. Y aunque sea por el atractivo de don Dinero, sí que es cierto que ella ve cada vez más interés en cuidar el medio. Con Vitoria como punto de partida, ha llevado sus conocimientos por toda España y saltado al otro lado del charco para trabajar con “Chile, Brasil y Colombia, países todavía obsoletos en este campo que quieren actualizarse”.

La labor es agotadora, pero le entusiasma. “Poner en marcha una idea implica dedicarle muchas horas, día y noche, y hacerlo con ilusión. Tienes que tenerla porque si no te acabarás desinflando”, reconoce, cuando se le pregunta qué consejos daría a nuevos emprendedores. Aunque ella ostenta reconocimientos de peso y ha recibido ayudas institucionales, cree que hace falta un respaldo mucho más efectivo de la Administración. “Sólo ser autónomo aquí es un problemón. Factures o no, tienes que pagar todos los meses sí o sí 275 euros. Y eso, en los inicios, puede hipotecar un proyecto”, advierte. Por eso también es muy importante para contrarrestar las trabas, o así lo ha vivido ella, “la especialización”. Es lo que le permitió encontrar un hueco al margen de todas esas grandes fábricas y empresas energéticas con las que nunca pensó en competir porque habría sido perder el tiempo. Perderlo todo.

Pero ella ganó, porque lo supo hacer bien, igual que David y Víctor Mayoral, fundadores de Erle Robotics, una startup pionera en la fabricación de cerebros inteligentes para drones y robots de uso terrestre, aéreo y acuático, de trayectoria fulgurante. En 2014, cuando DNA les dedicó un primer reportaje, estaban calentando el huevo en casa de los aitas. Tenían 22 y 24 años. Y sólo una primavera después, con varios artículos más de por medio, tantos como méritos acumulados, habían logrado seducir al Pentágono. Una eclosión tan extraordinaria que cuando David toma la palabra para hablar sobre emprendimiento -esta vez su proyecto pasa a segundo plano-, lo más sensato es callarse y dejar que se explaye. “En los últimos dos años hemos pasado por algunas de las escuelas de negocio más prestigiosas de España y en todas se enseñan los mismos conceptos teñidos de colores diferentes. El mensaje es claro: hace falta encontrar un problema o una necesidad y darle solución. Pero mi experiencia me ha hecho ver que este valor no es el más importante. O más bien no es suficiente”, arranca.

David, que es el que se ha pasado este tiempo recorriéndose las instituciones, atrayendo fondos de inversión, acudiendo a eventos y ferias, pasando la idea a una realidad de negocio, tiene claro que lo imprescindible es eso que los americanos llaman grit. “Lo definen como long term desire for achieving goals, deseo a largo plazo para alcanzar los objetivos”, aclara. También considera clave algo que la gente no tiene demasiado en cuenta cuando se aventura en el mundo de los negocios, sobre todo si es para formar una compañía de tecnología. Tener tres figuras: “engineer -ingeniero-, designer -diseñador- y hustler -el vendedor-”. La universidad enseña “sólo el primero de ellos”, y no siempre. Los otros se aprenden sobre la marcha, a golpes o gracias a la relación con las personas adecuadas.

Así que, ¿qué es lo que se necesita para emprender? David afirma que hace falta un compañero en el que confiar, aprender a hablar en público y comunicarse bien para transmitir la visión del negocio y hacer partícipes a otros de ella. También hay que rodearse de un equipo que lo complemente. “Nosotros empezamos dos. A día de hoy somos más de diez y sigue habiendo una lista de tareas interminables. Es imprescindible que la gente crea en ti y en lo que estás haciendo”, subraya. Otros requisitos fundamentales son “perder la vergüenza y salir a vender humo”, adquirir experiencia práctica, real, en el área escogida, porque “lo aprendido en la universidad no vale” y ser creativo “o encontrar a alguien que lo sea por ti” para compensar la tremenda dificultad de conseguir capital semilla en España, buscando “nuevas formas de hacer las cosas, diferentes y alocadas”.

Y buena parte de ese guión es el que aplicó José Rodríguez al fundar en 2006 Fitness Digital, un comercio on line nacido con el objetivo desde el segundo uno de convertirse en una referencia internacional en la venta de equipamiento de fitness para particulares a través de Internet. Al principio eran tres en la empresa. Él, como gerente, gracias a su experiencia en el sector de la informática y electrónica de consumo, Iru y Carlos. Ahora tienen un equipo de 42 personas y están presentes en los mercados de España, Francia, Bélgica, Holanda, Portugal, Alemania, Austria, Inglaterra e Italia, y han abierto una filial en México. “Así que el desafío ha sido doble. Por un lado, ir creciendo. Por otro, ir construyendo una estructura que se fuera, y que se va, adaptando a ese crecimiento. Un proceso continuo que conlleva un gran esfuerzo”, apuntilla.

Haber empezado apostando muy fuerte fue, probablemente, la decisión más acertada. “Sacamos la tienda en España y en cinco años habíamos logrado entrar en Alemania e Inglaterra, mercados muy avanzados en venta on line, donde competir resultaba mucho más complicado. Esa circunstancia nos permitió adquirir más conocimientos, acelerar el aprendizaje y hacernos doblemente competitivos en mercados menos modernos donde ya teníamos presencia, como Francia o Portugal”, explica José. Pero la ambición no lo fue todo. También ha contado mucho en este proceso la especialización de la que hablaba Susana. Fitness Digital tiene enfrente a las tiendas locales, las plataformas de venta de Internet y las grandes cadenas que ya han dado el salto a Internet. Y si, aun así, ha logrado posicionarse con más de 450.000 clientes ha sido porque sólo se dedica al fitness y sólo ofrece gama alta. “Y eso la gente lo valora”, apuntilla el gerente, antes de resumir su consejo a futuros emprendedores. “Si tienen una buena idea ya es un buen comienzo. Y si quieren ponerla en marcha también. Lo siguiente es la ilusión”.

La iniciativa. Emprende-T es un encuentro de emprendedores, empresas noveles y personas con inquietud emprendedora, organizado por la Cámara de Comercio de Álava con la Diputación. Tendrá lugar hoy a las 9.30 horas en la sede de la Cámara, en Dato.

Los ejes. El programa se articula en torno a tres ejes. El primero estará protagonizado por Juan Graña, CEO de Neurologyca, encargado de la ponencia principal. El segundo se centrará en experiencias alavesas que apostaron por mercados internacionales, de la mano de Erle Robotics, Luminaria Ambiental y Fitness Digital. El tercero versará sobre recursos de apoyo y financiación públicos y privados.