Trujales en Rioja Alavesa hay unos cuantos. Incluso instalaciones perdidas por el paso del tiempo y el desplome de edificios. Alguno de ellos como La Equidad, de Moreda de Álava, no sólo ha mantenido el pulso a la historia, sino que además se ha convertido en una de las piezas claves del desarrollo de nuevo aceite arroniz de la comarca; el de Lantziego, que moltura al estilo tradicional con su antigua maquinaria, lo mismo que el de la cooperativa de Oion, o la apuesta emprendedora más moderna del Trujal-almazara de Rioja Alavesa, de Oion, de carácter privado.
Algunos de éstos son museos vivos, porque en Moreda las antiguas instalaciones sirven para ser mostradas, aunque los trabajos se llevan a cabo con moderna maquinaria. Y el de Lantziego acoge diversos actos relacionados con la olivicultura y la enología. Por eso, junto a ellos, han aflorado otras instalaciones que enseñan el recuerdo de lo que fueron y la incidencia que tuvieron en la cultura popular, como son el Trujal de Iékora, el de Barriobusto y el Museo Etnográfico de Oion.
De este último se ocupa Manuel González, exconcejal, cronista de la villa y responsable de la recuperación de la memoria cultural de la localidad. En los bajos del Edificio Fueros, en cuyas plantas superiores se encuentran el centro de salud y la biblioteca municipal, se ubica el museo, con una planta destinada a exposición y otra a almacén, donde se conservan numerosos objetos.
los tiempos cambian La olivicultura, u oleicultura. en este museo se muestra en una de las esquinas, la identificada con la denominación de grupo 7 donde hay una zaranda, un armatoste de madera con cables que forma un filtro, sobre la que se derramaban las olivas para separar las aceitunas de los restos. “En época de recolección -cuenta Manuel González- nos ponían a los chiquillos al pie de la zarabanda para ir retirando las hojas o restos de madera que se habían recogido en los capazos”.
Narra que en la actualidad se colocan grandes mallas en el suelo y se zarandean las ramas con unos vareadores mecánicos, “pero antes, y todavía queda gente que lo hace así, se iba con cestos para ir recogiendo las olivas que se ordeñan y para ellos se hacen unos dediles de cuero para trabajar más seguros”. En el mismo espacio se guardan tinajas, orzas y otros recipientes que habitualmente estaban en los altos de las casas conservando el aceite del año y otros alimentos.
Pero la figura central es una prensa de madera. “Yo conocía mucho a un cura de Calahorra que era el chófer del Obispo y además fue el primer cura que vistió de paisano”. Era una amistad nacida en torno a la afición común a la pelota y en uno de esos partidos se le acercó y le dijo que le quería vender cosas para el museo de Oion, entre ellas algo que había en una casa de Tudelilla que había heredado: una prensa de madera “que creo recordar que me regaló”. Era enorme, pero la Diputación, concretamente el entonces diputado de Cultura, Pedro Ramos, cedió un camión para realizar el traslado hasta Oion desde Tudelilla. “¡Qué juramentos, nunca había oído jurar a un cura!, pero logramos cargarla en el camión”. Es una máquina impresionante, trabajada pacientemente con gubias para crear todas las piezas que la componen en la madera de roble.
En Iekora, el Trujal se había hundido. Durante decenas de años permaneció bajo los cascotes hasta que el anterior alcalde de la localidad, Iñaki Ibañez, buscó las subvenciones necesarias para reconstruir el edificio, salvar la maquinaria y convertir el lugar en un museo y en un conjunto de salas de actos múltiples.
En la actualidad, el responsable de la gestión es el teniente de alcalde Jonathan López Herráiz. Este cuenta que por los datos que existen en el archivo municipal, el trujal ya estaba en funcionamiento en 1811, ya que en aquellos tiempos se sorteaban los tiempos para que los vecinos acudieran a molturar sus aceitunas y de esos sorteos se conserva documentación.
autoconsumo... y trueque Esta actividad en la localidad se realizaba para autoconsumo familiar, y también para el trueque con arrieros y comerciantes que pasaban por el pueblo. De sus producciones se guardaba constancia en el Ayuntamiento, así que del trujal se conservan datos de la procedencia de las olivas y de las mejoras de maquinaria. En la época del final de la Guerra Civil había plantadas 30 hectáreas de olivos, pero el decaimiento a favor de los cereales dejó tan solo una hectárea. Afortunadamente ya se va recuperando de nuevo.
De esos datos también se han extraído las informaciones necesarias para dotar al museo-trujal de los elementos necesarios para mostrar cómo se trabajaba antaño. Así, Jonathan López hace referencia a un arriendo del Trujal realizado en 1907, donde se pedía al rematante que aportase una serie de herramientas, como panporta, bayarte, cuatro candiles, dos gamellas, pala de hierro, pellejo para el aceite de cincuenta y seis litros y cuarenta centilitros (equivalente a tres cántaras y media), embudo, platillo, medida, caldero y cuatro docenas de capazos.
Recuperar el trujal costó 325.000 euros, pero con esa obra se recuperó la instalación, se creó una plaza con un inmenso mural alusivo a las labores del olivo y se dotó a Iekora de otros espacio de ocio para los vecinos. De hecho, en este lugar se han casado varios vecinos de la localidad, ya que está muy bien situado, admite las labores de catering y cuenta con todas las comodidades y ningún riesgo para la instalación de trujal, ya que está íntegramente protegida por una enorme cristalera.
La concejala Kani Martínez Fernández es la responsable de velar por el museo-trujal de Barriobusto, una infraestructura importante “porque en Barriobusto, desde siempre, ha habido mucho olivo, hasta el punto de que, en épocas, convivieron cuatro trujales en el pueblo: tres privados y éste, que era el de la cooperativa”. Cuenta que los tres privados, más antiguos, eran movidos por las vueltas que daban los machos, mulas o caballos de carga. Pero cuando se hizo el cooperativo, que es el que se mantiene, ya se hizo eléctrico y de hecho se conserva, restaurando el viejo cuadro eléctrico que los mantenía en actividad. Este trujal tiene ya 60 años de existencia y funcionó como tal durante 30, ya que cesó la actividad y desde entonces “la gente lleva las olivas a trujalar bien a Moreda, Oion o Viana, según le vaya mejor”.
Este trujal conserva en muy buen estado toda la maquinaria: los enormes rulos de granito, la prensa de hierro y las canalizaciones para el transporte del aceite hasta los depósitos de decantación, la zaranda y la batidora. Todo ello se restauró y se puso en valor hace unos once años.
La visita a este espacio tiene un apoyo en un vídeo realizado en la zona y en Moreda, en el que en pocos minutos se puede visionar cómo se trabajaba antiguamente y como se hace en la actualidad.
Éste, así como el resto de museos e instalaciones, ofrecen una buena oportunidad este mismo mes de marzo para ser visitados en el transcurso de la Fiesta del Aceite de Rioja Alavesa, que se llevará a cabo el 19 de marzo en Oion, donde se hará la Fiesta de la Pringada, y los días 26 y 27 con numerosas actividades en Oion, Lantziego y especialmente Moreda, donde habrá un enorme mercadillo agroalimentario.