gasteiz - “El bullying que me hacían consistía en perseguirme hasta casa, pegarme, quitarme las cosas, mandarme cartas insultándome... Me robaban los apuntes, los libros, me destrozaron tres mochilas, llegaba con moratones a casa... (Pero) creo que me destrozó más el ciberbullying, (...) Ambos me destrozaron...”. Este aterrador testimonio corresponde a Jasper, que ahora tiene 20 años, un joven holandés que emigró con su familia a España cuando apenas sumaba diez y se convirtió en el blanco de todo tipo de vejaciones por parte de sus compañeros de clase. El calvario para este joven, entonces sólo un niño, se extendió durante cerca de cinco años, un ejemplo ilustrativo del infierno que durante los dos últimos meses ha sufrido el 9,3% de los escolares de entre 12 y 16 años residentes en el Estado. La tasa se queda en el 6,9% para quienes han sido víctimas del ciberacoso, el que se lleva a cabo a través de Internet.
Extrapolando estos datos, que parten del informe sobre bullying y ciberbullying en la infancia Yo a eso no juego, presentado ayer por Save the Children, se calcula que cerca de 200.000 alumnos y alumnas de ESO ha sufrido alguna forma de acoso durante esa corta franja temporal en centros públicos españoles. El estudio, primero de estas características que sale a la luz desde hace casi una década, ofrece estremecedores datos sobre los niños que afirman ser víctimas del acoso escolar y de las prácticas violentas que habitualmente se dan en su entorno, como que dos de cada diez son insultados “frecuentemente”, lo que constituye la manifestación más recurrente del bullying.
Claro que no es la única. Los rumores, el robo de pertenencias, las amenazas, los golpes o la exclusión son sólo cinco de sus múltiples caras, a las que por supuesto se suma el acoso a través de la Red, un medio que ha despuntado entre los estudiantes debido a los cambios sociales. El estudio destaca, por ejemplo, que el 33% de los niños ha sido insultado a través de Internet o del teléfono móvil en los dos últimos meses o que un 6,3% reconoce que alguien ha pirateado su cuenta en redes sociales y le ha suplantado.
Álava y Euskadi, estremecidas hace poco más de once años con el suicidio del joven Jokin Ceberio en Hondarribia, al menos pueden presumir ahora de una de las tasas de acoso y ciberacoso más bajas del Estado, sólo superadas por Navarra y Cantabria. Mientras en Murcia, la comunidad más golpeada por esta lacra, el 13,8% de los niños son víctimas del acoso escolar de forma ocasional o frecuente, en la CAV las tasas se quedan, respectivamente, en el 5,3 y el 1%, un 6,3% en total. Sensiblemente más bajas, sí, pero no por ello menos preocupantes. Además, la ley del silencio que suele imperar ante este fenómeno distorsiona sus dimensiones verdaderas y, por supuesto, las agrava, al hacer mucho más difícil identificar a las potenciales víctimas. La mayoría chicas, por cierto, que según Save the Children “salen peor paradas”. De la misma forma, el porcentaje de chicos que se reconocen como agresores (6,3%) es sensiblemente superior al de las chicas (3,5%).
conciencia social “El informe nos constata que estamos ante un problema de gran magnitud, que los casos que salen en los medios son sólo la punta del iceberg”, explica en este sentido Eva Silván, responsable de Save the Children en Euskadi, que llama a generar “una verdadera conciencia social” sobre este problema, que pasaría por desterrar ideas que perpetúan los abusos como que se trata de simples chiquilladas.
El buen trabajo desarrollado en la comunidad vasca en los últimos años sí que ha logrado a juicio de Silván “dar unos resultados”, esas cifras de acoso alejadas de la media. Silván recuerda que tras la muerte de Jokin la Administración vasca “se puso las pilas” y en su día impulsó una guía de actuación para dar respuesta a este tipo de casos, a la que también se sumó un Plan autonómico de Convivencia Educativa que en teoría todos los centros educativos deberían adecuar a su contexto. La realidad es bien distinta, porque “muy pocos lo han hecho” según Silván, aunque en Gasteiz hay honrosas excepciones como el colegio Virgen Niña, que cuenta con un protocolo muy bien desarrollado contra el bullying en el que están implicados los propios alumnos. “Tenemos constancia de que en Vitoria hay casos y de que a los centros les preocupa, pero hay mucho por avanzar todavía”, explica Silván.
A juicio de Begoña Dorado, psicóloga de la cooperativa de salud gasteiztarra Ediren, el acoso escolar “no es algo nuevo”, aunque puede observarse una tendencia creciente en el número de casos precisamente por esa nueva modalidad de violencia ejercida a través de las redes, “que no es tan directa y da al acosador anonimato y protección”.
La receta de Dorado contra esta problemática se resume en una sola palabra: Educación. “Pero hay que educar tanto a los que acosan como a los acosados”, matiza la especialista. En el primero de los casos, dándoles herramientas para relacionarse de forma “saludable” con su entorno. En el segundo, no sobreprotegiéndoles, sino formando pequeños “autónomos, que asuman responsabilidades y que sean capaces de gestionar los conflictos”. En lo referente al uso de las redes sociales o el móvil, la psicóloga recuerda que los padres deben enseñar a los niños que existen “unos peligros” y deben tomar una serie de precauciones para proteger su identidad y privacidad.
¿Y qué recetas propone Save the Children frente a esta lacra? La ONG resulta imprescindible elaborar una estrategia integral contra la violencia infantil, articulada en torno a una Ley Orgánica, ya que la ausencia de un abordaje “resta eficacia a las medidas que puedan tomarse”. Además, cree necesario formar en estas materias tanto al como a los niños, elaborar protocolos y planes de actuación “eficaces, rápidos y ágiles” y restaurar el daño que se pueda ocasionar a las víctimas.
Según destaca el estudio, y esto es algo que sin duda da que pensar, las razones que están detrás del maltrato son confusas. Las víctimas, principalmente, repiten tres razones por las que son acosadas, para ser molestadas, por su aspecto físico o porque les tienen “manía”. Save the Children destaca especialmente que los menores que han agredido en alguna ocasión respondieron mayoritariamente no saber por qué ejercían este tipo de violencia. Aunque con cifras menores, el informe advierte también del hecho de que un 3,2% de las víctimas de acoso y un 4,2% de las que han sufrido ciberacoso asocian estos fenómenos a su orientación sexual. Además, un 5,1% es víctima por su color de piel, cultura o religión.
El informe. Impulsado por la ONG Save the Children, es el más importante de los elaborados hasta la fecha sobre esta materia. De las 21.400 encuestas realizadas, 2.200 corresponden a escolares vascos de ESO.
Realidad problemática. Entre sus variadas conclusiones, el informe destaca que uno de cada tres escolares ha agredido físicamente a otro menor de edad.
La responsable de Save The Children en Euskadi considera, a la vista del informe, que existe un problema “de gran magnitud”.
La psicóloga de la cooperativa gasteiztarra de salud Ediren incide en la importancia de no sobreproteger a los niños.
6,3%
De los estudiantes vascos de ESO, de entre 12 y 16 años, asegura haber sufrido acoso escolar en los últimos dos meses.