Un paso más allá de lo que se tiene por cierto, de la venda y la aspirina, existe un vasto campo repleto de terapias que buscan el mismo fin: ayudar a mejorar o curar, si se quiere decir así. Pero de formas diversas, alternativas, y en ocasiones chocantes para la cultura occidental. Hablan de “energías” o hacen planteamientos “holísticos” -o sea, globales-. No plantean sustituir a la medicina convencional sino complementarla y todos buscan ayudar a recuperar la armonía. A sanar.
Los amantes de la escuadra y el cartabón, del vademécum y el bisturí, tienen sus peros, muchos desconfían. Pero lo cierto es que una creciente legión de pacientes atestigua que sus efectos están llenos de verdad, que funcionan. Dan fe con su ejemplo. ¿Sugestión, cuentos de hadas, o realidades que escapan a la mirada convencional de una ciencia normada que a lo largo de la historia envió a la hoguera a quienes plantearon que existía un sistema circulatorio, que el hombre venía del mono o que la Tierra da vueltas alrededor del Sol? Sea como sea, la existencia de un sólo individuo que haya experimentado que su vida ha mejorado tras explorar estos caminos basta para que merezca la pena echar un vistazo a estas terapias alternativas y complementarias, que sin rechazar las bondades de la medicina convencional, apuestan por integrar en la sanación las diferentes facetas del ser humano: la física, la mental y la emocional.
Terapia de polaridad, reiki, magnetoterapia, acupuntura... En todas estas disciplinas existe una clave común. Entienden que en todo sistema, desde un átomo a una estrella pasando por un vegetal o el propio ser humano, reside una energía que fluye y que se expresa en campos o corrientes. Como en un imán. Así, para que haya salud, ésta debe fluir libre y por sus cauces. Y por eso es entonces, cuando la energía se obstruye provocando dolor o sufrimiento, cuando se ofrecen para entrar en acción. Cinco de los profesionales que hoy en día las ofrecen en Vitoria lo explican.
Equilibrio integral
Ainara Ortiz de Barrón es una terapeuta vitoriana que acaba de trasladar sus años de experiencia a una pequeña consulta en Aranbizkarra. Como sucede con todos estos profesionales, ella llegó a las terapias alternativas tras haber trabajado en otros campos. Y aunque la mayoría provienen de mundos más cercanos como la psicología o, incluso, la medicina convencional, ella saltó nada menos que desde la ingeniería. “Después de mucho trabajar en las obras descubrí la terapia de polaridad por una amiga y enseguida vi que ayudar a los demás era lo que verdaderamente me llenaba”.
Así que quién mejor que ella para explicar por qué eligió hacerlo por esta vía y en qué consiste exactamente. “Es una terapia que tiene en cuenta todas las facetas del ser humano, que las aúna. Es una herramienta muy poderosa para el crecimiento personal, para conocerte mejor. Libera patrones mentales que pueden ser perjudiciales, tensiones físicas, emocionales... De una forma suave y respetuosa. Y a través de esto puede sanar y ayudarte a encontrar una forma diferente de estar y ser en la vida”.
Sus sesiones consisten en desbloquear tensiones mediante puntos de presión, lo que reactiva el flujo natural de energía, reconforta, relaja. Y quienes las prueban, dicen, repiten.
El poder de las manos
Rodeada de velas, piedras e iconos celtas recibe en su gabinete Mónica Fernándes acompañada de un aroma que embriaga. ¿Qué es el reiki? “Es sobre todo una sensación que hace que me sienta bien y que los demás se sientan mejor”. “Mira, cuando mi padre tuvo un accidente y ni la morfina le calmaba, llegaba yo y hasta las enfermeras alucinaban con la mejoría”. Una vez más, el ejemplo es la única carta de presentación para unas terapias que escapan incluso a una explicación más convencional.
Mónica lleva dedicada a sanar por esta vía casi 15 años y, como todos, habla de su terapia con pasión. “Consiste en preparar tu mente, aceptar que puedes ayudar al otro y entonces colocar tus manos sobre él. Y desde algo tan romántico y bonito, permitir que fluya la energía hacia esa persona que quieres sanar”. “El reiki es una ayuda. No sana, pero te va a ayudar a que tú te sanes, a que te recuperes antes. No hay que dejar la medicación o la quimio, no hay que dejar de comer bien ni de hacer ejercicio. Pero te va a ayudar a que recuperes tu equilibrio, a que con todo lo que estés haciendo te recuperes antes”. ¿Y eso cómo se hace?, pregunta el escéptico. “Trabajando sobre ocho puntos, los chacras, a través de los que nos comunicamos con el mundo. Pero es complejo. Túmbate, siéntelo y me cuentas, que la primera consulta no la cobro”, invita cómplice y divertida.
Sabiduría oriental
El mundo de la acupuntura y la medicina tradicional china es la especialidad de Richard. Este neoyorquino encontró su vocación hace 17 años, cuanto experimentó en su cuerpo los beneficios de esta vieja filosofía de la salud. Aplica agujas de acero de un solo uso en “puntos cercanos y distantes” buscando incidir en “los meridianos de energía” y así ayudar a sanar determinadas dolencias, especialmente crónicas musculares o neurológicas. “Yo combino fitoterapia -uso de plantas medicinales- con acupuntura, y obviamente también medicina convencional. Somos aliados, no sustitutos. Por ejemplo yo pido análisis o ecografías para diagnosticar”. “La medicina convencional tiene cosas excelentes, pero eso no quita para que, por ejemplo, cuando ésta provoca efectos secundarios o no puede con una enfermedad crónica, podamos ofrecer una gran ayuda”, explica.
Pero ésta no es la única terapia que se ofrece en este centro multidisciplinar que late en el corazón de Judimendi. Albert, por ejemplo, es un psicólogo que ayuda a sanar desde la reflexión y las emociones a través de disciplinas como la arteterapia o la psicoterapia combinando también ambos mundos, el convencional y el alternativo. “Un dolor de cabeza o un dolor de estómago son síntomas físicos, sí. Pero lo que te pasa igual es que tienes estrés o estás preocupado. Ahí la causa sería emocional, y nosotros trabajamos en ese campo, en ayudar al paciente a entender lo que le pasa. En trabajar ese cuerpo en crisis y ayudarle a cambiar” más allá de limitarse a darle una pastilla que le quite el dolor físico momentáneamente.
Imán como instrumento
Y por último, el turno de Angélica. Transmite experiencia. Ha explorado distintos campos, ha aconsejado a miles de personas a través de los micrófonos de Radio Vitoria. Y al final de su búsqueda llegó a esta terapia que utiliza imanes para sanar.
El doctor Isaac Goiz es el padre de la criatura, y la clave, el par biomagnético. Esta técnica, que también bebe de la tradición china, consiste en la aplicación de imanes por pares en lugares estratégicos, allí donde un diagnóstico basado en la kinesología le indica, para así equilibrar el pH de las células y ayudarles a sanar. “Tanto en el plano físico como en el emocional”, matiza. Y una vez más, las fronteras se disuelven a medida que avanza la conversación y reaparecen las energías y los chacras. A medida que síntomas y emociones se vuelven a abrazar como dos caras de una misma realidad que apuestan por tratar en su conjunto. Sin que una medicina excluya a la otra.
“Lo que es evidente es que no tienen efectos secundarios. ¿Qué se pierde por probar?”, resumen a una sola voz. Brujería, sugestión o vanguardia. Dado que la medida de lo convencional es hoy un traje que les queda corto, la respuesta queda flotando en el aire. Sólo al alcance de sus manos.