vitoria - La voz de Satur García se entrecorta por la emoción. El día que en Bultzain esperaban no se produjera nunca acabó por llegar ayer, viéndose obligados a despedir a los tres trabajadores con los que contaban y afrontando desde hoy un futuro incierto con el más que posible cierre a la vuelta de la esquina. Nacido en octubre de 2009, este albergue para personas sin hogar ha transitado desde sus inicios con la economía como espada de Damocles, olvidado por las instituciones, pero año tras año acababan por salir adelante, no sin un enorme esfuerzo por su parte.

Pero ya no pueden más. El proyecto presupuestario municipal, aún lejos de su aprobación, contempla sólo una asignación de 20.000 euros, un 60% respecto al curso pasado, y en el hogar de Puente Alto, que acoge a personas en situación de exclusión social grave, no les ha quedado otra que prescindir de los tres empleados con los que contaban.

“Les hemos comunicado que no pueden continuar trabajando. No podemos hacer otra cosa porque no tenemos dinero para pagarles”, lamentaba ayer a este periódico Satur García, impulsor y responsable de un centro que desde hace años acoge a unas cuarenta personas bajo su techo. Hombres y mujeres a los que las instituciones han dado por perdidos, muchos con problemas de alcohol y drogadicción, que encuentran en Bultzain la única mano amiga a la que aferrarse en un momento en el que las instituciones locales se han desentendido de este tipo de personas. Aún y todo, sin esa colaboración, sus responsables han conseguido ayudar a un buen número de ellos a salir adelante. Los frutos de su labor están ahí, pero ahora mismo, sin los tres técnicos con los que contaban como empleados, en Bultzain no ven otra salida de futuro que no culmine en su desaparición, aunque Satur García explica apesadumbrado que harán todo lo posible por evitarlo, aunque sea complicado de lograr.

“Con toda la gente a la que atendemos es imposible seguir haciéndolo sin estos trabajadores. Las personas que formamos parte de esto iremos a echar una mano por las tardes y los fines de semana, y tendremos que funcionar así hasta que cerremos o tomemos una determinación, porque así no podremos seguir”, apunta García, que aún cansado está decidido “a no abandonar el barco”.

El alma máter de Bultzain respira hondo cuando le preguntan cómo va a poder hacer frente a esa tarea sin la ayuda de los trabajadores. “Yo no puedo estar ahí todos los días porque mi mujer tiene una trombosis. Sin los empleados tendremos que recurrir a los voluntarios y a la ayuda de la Iglesia, pero hemos llegado a una situación en la que no podemos luchar más”, lamenta.

De cualquier forma, en Bultzain no pierden toda la esperanza y confían en un último giro de guión que sirva para insuflar aire a sus maltrechos pulmones. “Son las instituciones las que nos tienen que echar un cable, eso está claro. Esto tenía que llevarlo el Ayuntamiento o la Diputación, pero son incapaces de hacer lo que tienen que hacer porque al final esta gente no les da votos. Pero nosotros no les vamos a dejar solos”, sostiene Satur García, hastiado de llevarse palos “desde todos los lados”, porque “aquí ya da igual el político que esté”. Hace menos de un mes, el Ayuntamiento de Gasteiz explicaba que estaba negociando con el Gobierno Vasco y la Diputación para que entre todos asumieran parte de la financiación de Bultzain, que también recibe pequeñas ayudas de fundaciones, obras sociales, particulares, el Banco de Alimentos o las parroquias. El año pasado el propio Satur García tuvo que dedicar la paga extra de su trabajo a saldar las deudas que la asociación tenía con la Seguridad Social.

En años anteriores, el gobierno municipal del PP eliminó la partida para la asociación, dinero que se fue recuperando ejercicio tras ejercicio como parte de las negociaciones presupuestarias entre el grupo municipal del PNV y el gabinete de Javier Maroto. El mes pasado, los grupos municipales criticaron que este año la ayuda para Bultzain se haya rebajado en el proyecto presupuestario en un 60%. Salvo que las instituciones lo remedien, y a tenor de lo sucedido parece que van tarde, el albergue camina hacia su desaparición.

Bultzain. El albergue de Puente Alto para personas en situación de exclusión social grave está a un paso de desaparecer acuciado por los recortes, que en el proyecto municipal de cuentas han dejado su partida en 20.000 euros.

Tres empleados. El hogar contaba hasta ayer con tres trabajadores, que han acabado en la calle al no poder pagarles su sueldo. A la espera de saber si las instituciones echan una mano para evitarlo, en Bultzain lucharán por sobrevivir porque no quieren “abandonar el barco”.