son agentes de salud que trabajan para la prevención, la curación y la paliación de los problemas musculoesqueléticos y posturales, forman y promueven el conocimiento de su disciplina y buscan también nuevas evidencias científicas para mejorar los tratamientos, entre otras muchas cosas. Trabajan en gimnasios, clubes deportivos, centros de salud, hospitales generales y psiquiátricos, residencias o centros de día para la tercera edad, gabinetes privados, mutuas laborales, balnearios... Pero a pesar de sus múltiples cometidos y espacios laborales, muchas personas siguen desconociendo todavía a ciencia cierta qué hacen o qué conocimientos acumulan los fisioterapeutas, un gremio joven y que en Álava integran 320 colegiados.

Esta realidad tiene una consecuencia directa, la proliferación del intrusismo profesional, de esas personas sin la titulación universitaria exigida que tratan problemas relacionados con la salud. La situación económica, que ha cerrado las puertas laborales de miles de ciudadanos, también ha favorecido que estas prácticas fraudulentas sean más habituales. “Con la crisis, se ha visto un aumento del número de denuncias por este motivo. Ante una dificultad para acceder al mercado, se buscan alternativas fáciles, porque la inversión que se necesita es pequeña: con una habitación, una camilla y un cursillo, hay gente que ofrece tratamientos terapéuticos para los que no tiene ni la formación ni la capacidad que se exigen”, certifica la vicepresidenta del Colegio Oficial de Fisioterapeutas del País Vasco, la gasteiztarra June Ruiz Orcajo.

Sólo el pasado año 2104, el Colegio vasco formalizó diez denuncias en Álava por intrusismo profesional, 52 en el conjunto de Euskadi, contra diferentes personas o centros que vendían tratamientos fisioterapéuticos sin pertenecer al gremio o estar registrados. La colegiación es obligatoria para ejercer la Fisioterapia, lo que permite identificar sin el menor género de dudas a los profesionales que verdaderamente lo son.

Aunque según apunta Ruiz Orcajo “desgraciadamente sí es habitual que haya gente que se hace pasar por fisio”, ésta no es la casuística más frecuente. “Hay gente que hace un curso breve de osteopatía, quiropraxia o quiromasaje, que no son estudios oficiales en España, y después cruza la línea que supone entrar en las terapias. Una cosa es hacer un masaje relajante, pero lo que da conocimientos y habilita son los estudios universitarios”, insiste la profesional. Estudios que desde hace unos pocos años también oferta la UPV/EHU, lo que minimizará el tradicional éxodo de futuros fisios a otras comunidades del Estado. Este pasado junio, de hecho, ha salido la primera promoción de fisioterapeutas formados en la universidad pública vasca.

Pese a que los servicios jurídicos del Colegio trabajan a pleno rendimiento desde hace años para sacar a la luz este tipo de actividades fraudulentas, su estrategia está más centrada ahora en la concienciación social. “Llevamos mucho tiempo peleando contra esta lacra, pero hemos optado por una campaña desde lo positivo. Más que criminalizar a nadie, queremos informar a la sociedad como parte de las obligaciones que tenemos, porque si el ciudadano está informado de lo que es un fisioterapeuta y de lo que no lo es, siempre podrá elegir lo mejor”, asegura Ruiz Orcajo, que también regenta el centro de Fisioterapia Fisun, en el barrio de Lakua.

El intrusismo tiene consecuencias no sólo sobre el paciente, “que corre el riesgo de ser sometido a un mal tratamiento”, sino también sobre un gremio al que le come mercado y sobre las propias personas que no estudian siguiendo los cauces habituales, porque “invierten tiempo y dinero en una formación que puede ser engañosa”, según la profesional.

Aitor Ruiz de Eguino, también fisioterapeuta, trata de ver el vaso medio lleno al ser cuestionado sobre estas prácticas, aun siendo consciente de que determinadas formas de actuar “no ayudan ni a la Fisioterapia ni a los pacientes”. Ruiz de Eguino, trabajador de Angulema Fisioterapia, cree sin embargo que las cosas se hacen bien en el ámbito vasco y alavés, porque así lo dicen los propios expertos, y que buena prueba de ello es el crecimiento que sigue experimentando este sector.

más ‘fisios’ y más demanda “Se ven pocos sitios que trabajen mal o cosas raras. Y al mismo tiempo, cada vez hay más pacientes, porque se está perdiendo esa visión de artículo de lujo. Aunque la gente todavía no sabe todo lo que hacemos o sabemos hacer, la cosa está cambiando: hay más fisios y más demanda”, asegura Ruiz de Eguino. Este profesional acumula ya 16 años de experiencia tras formarse en su día en Murcia y augura “un buen futuro” para el gremio, “con gente muy preparada”, formada además a pocos kilómetros de Gasteiz.

Ruiz de Eguino recuerda que a mediados de los años 90 apenas había fisios en dos centros privados de la capital alavesa y en la rehabilitación de la Seguridad Social, un mapa que de un tiempo a esta parte se ha ampliado considerablemente. “En los últimos cinco o seis años se han seguido abriendo muchos centros y la gente no está malviviendo. Hay una especie de boom, porque la gente ve que funciona. Cada vez más personas ven que se pueden tratar muchas dolencias sin cirugía ni medicamentos”, remarca. Una realidad en la que el “boca a boca” ha tenido también un peso importante, algo en lo que coinciden el propio Ruiz de Eguino y su colega Leire Peña, quien cree también que el gremio tiene por delante un largo desarrollo. “Es una profesión que no ha tocado techo. Hay muchos campos que abarcar y en un futuro habrá que hacer especialidades para que cada uno se dedique a una cosa concreta, no sólo cursos”, advierte Peña. Algo así como un MIR para los fisios, como ya tienen tanto el gremio médico como el enfermero.

Peña, que suma ya seis años de trabajo como fisioterapeuta, ha apostado durante este tiempo por la formación continua, lo que le ha llevado a profundizar en distintas especialidades. Clave para un futuro no muy lejano en el que “cada vez se demandarán más fisios y para cosas más concretas”. Cuestionada por el intrusismo profesional, Peña reconoce que en numerosas ocasiones tiene que transmitir a sus pacientes que no es “ni una masajista ni una curandera”, porque “ese límite se sigue confundiendo”.

“Para ser reconocidos todavía nos lo tenemos que currar. Hay gente que tiene un concepto erróneo de nosotros”, asegura. Esta profesional, incluso, confiesa que las diez denuncias tramitadas el año pasado en Álava por intrusismo profesional le parecen “pocas”. “Creo que por desgracia está muy generalizado y la gente no le da mucha importancia”, lamenta Peña, que advierte sobre los problemas derivados del tratamiento de lesiones como la lumbalgia por parte de pseudo-especialistas.

Al margen de dar a conocer su profesión y de su labor sanitaria, el Colegio vasco trabaja también de forma decidida en la prevención, especialmente entre los más jóvenes, con distintas campañas ya realizadas en centros de Educación Primaria. “Les animamos a llevar una vida activa, a hacer deporte, y también les recomendamos qué tipo de mochila llevar y cómo sentarse”, detalla June Ruiz de Orcajo. Entre los retos fundamentalmentales que el Colegio tiene por delante se encuentra también conseguir la facultad de prescribir ciertos tratamientos de su competencia, como todo lo relacionado con la ortesis.