el pasado 19 de junio, Gorka Urtaran formaba un gobierno municipal de circunstancias tras su convulsa elección como alcalde de Gasteiz, un equipo de sólo cuatro concejales delegados, apoyados por dos coordinadores generales, pero con suficiente crédito en el Pleno municipal como para ponerse a trabajar, dado que EH Bildu, Sumando-Hemen Gaude e Irabazi avalaron su candidatura, y que aunque el PSE no lo hizo por circunstancias políticas coyunturales, la intención es que tarde o temprano entre a gobernar con los jeltzales.

Hoy se cumplen cien días desde que Urtaran fue elegido en una ciudad fuertemente polarizada por la campaña contra los inmigrantes del anterior primer edil, Javier Maroto, y en este tiempo el nuevo equipo de gobierno se ha dedicado, básicamente, a tratar de poner el contador a cero desde el punto de vista financiero. Eso sí, aunque el PNV ha esperado hasta esta semana para presentar su programa de gobierno, en estos primeros tres meses de legislatura ya ha tomado varias decisiones, algunas de ellas relevantes desde el punto de vista práctico o simbólico.

La primera de ellas fue, al día siguiente de conformar su gobierno, la creación de un servicio para la Convivencia y la Diversidad, un gesto ante las polémicas del último año en torno a los inmigrantes. El PNV llegó a la Alcaldía con la transparencia y el consenso como banderas, y en ese sentido Urtaran ofreció delegar diferentes ámbitos de la gestión municipal a la oposición, como en su día hizo el alcalde Cuerda. Además, según dijo el alcalde, en la junta de portavoces los grupos tendrán oportunidad de conocer de primera mano y en tiempo real qué hace el gobierno municipal, pero a su vez rechazaba la petición de Irabazi, Sumando-Hemen Gaude y EH Bildu de abrir la Junta de Gobierno a otros partidos que no sean el PSE, cuando decida entrar.

Fue el 7 de julio, día de San Fermín, menos de un mes después de la investidura, cuando ambas formaciones presentaron un acuerdo de gobernabilidad sustentado en cuatro ejes; impulsar la economía y el empleo, recuperar la cohesión social, garantizar el bienestar de todos los gasteiztarras y modernizar la ciudad.

cambios en las jefaturas De forma paralela, el PNV descabezaba las jefaturas técnicas del Ayuntamiento para retirar a los altos cargos designados por el PP, y mostraba la puerta de salida a históricos funcionarios del Ayuntamiento vitoriano como Alfredo Piris. Urtaran fichaba a su vez a Sara Buesa, hija del dirigente del PSE Fernando Buesa, asesinado por ETA, como directora de Políticas Sociales, un gesto más, como el de la creación del Servicio para la Convivencia y la Diversidad, o el viaje que hizo a Bruselas a mediados de julio para apoyar a las víctimas del 3 de marzo en su reclamación de justicia.

Ya con el equipo técnico municipal remodelado, y con el concejal de Hacienda, Borja Belandia, haciendo números para identificar el déficit municipal y actuar en consecuencia, Urtaran empezó a tomar decisiones tangibles.

El PNV planteaba una propuesta para introducir cláusulas sociales en la contratación del Ayuntamiento, apelando a criterios de género, comercio justo y sostenibilidad medioambiental. Además, recuperaba convenios como los suscritos con la asociación Bizitza Berria, que atiende a personas en situación de exclusión grave; o con Gauekoak, que el PP eliminó haciendo caso omiso a la fuerte contestación política y social. También levantó el veto contra la celebración de actos en el centro de la ciudad establecido por Javier Maroto. Y al margen de estas actuaciones más políticas, por cuanto suponían un cambio de dirección con respecto al anterior gobierno municipal, en el día a día la institución seguía funcionando con normalidad e incluso se corregían disfunciones. Se acabó, por ejemplo, con la descoordinación que mantenía siete zonas de la ciudad adyacentes a diversos parques sin limpiar desde hace años.

No hubo tiempo para mucho más antes de las fiestas de La Blanca, aunque el PP exigía a Urtaran que presentara ya su programa de gobierno, una petición que no obtuvo el respaldo del resto de la oposición, dispuesta a dar un periodo de gracia al nuevo gobierno, al menos hasta que se supiera cómo estaba la caja y qué se iba a hacer para cuadrar las cuentas municipales. La primera pregunta obtuvo respuesta el mismo mes de julio. El agujero, el desfase presupuestario, o como quiera llamarse a la diferencia entre ingresos y gastos en el Ayuntamiento, era de 68 millones de euros. El alcalde planteaba, antes de las vacaciones, su plan para sanear la institución y emplazaba a los grupos de la oposición a complementarlo con sus aportaciones.

El PNV apuesta por utilizar los fondos de Gilsa y de Amvisa, sociedad que a cambio de su liquidez se quedaría con el edificio Gure Chokoa, hasta ahora sede de Ensanche 21, y pondrá orden en esta última empresa. Se hará un listado de las propiedades de Ensanche 21 con más posibilidades en el mercado, se jubilará o reubicará a sus trabajadores, y se reducirán los sueldos de quien siga desarrollando su labor en la sociedad.

Además, el Ayuntamiento ha pedido un préstamo de 15 millones de euros a interés cero al Gobierno central para hacer frente a las sentencias judiciales por las expropiaciones de Gamarra y Olarizu, ha demorado a otros ejercicios parte de los pagos pendientes para 2015, y para completar lo que falte recurrirá a los bancos.

intenciones de futuro Al margen de las actuaciones ejecutadas por Urtaran, el nuevo alcalde también ha avanzado en estos cien días qué tipo de decisiones tomará en el futuro con respecto a diversos temas. Así, el PNV cree necesario revisar la actual ordenanza de bicicletas, y también la de antenas, con el fin de implantar una red más densa pero menos potente. Apuesta además por crear un nuevo espacio en las Trianas, complementario a la estación de Dato, para recibir al TAV, justo en la zona adónde quiere llevar el tranvía más pronto que tarde.

Plan de saneamiento. Antes de presentar un programa de gobierno concreto, el alcalde planteó la necesidad de aclarar a cuánto asciende el desfase presupuestario en el Ayuntamiento. Son 68 millones de euros, y para absorberlos el PNV ha diseñado un plan que pasa por vender patrimonio municipal, sacar dinero de las sociedades públicas y pedir dinero a los bancos.

Gestos. Urtaran creó, nada más acceder al gobierno, un servicio para la Convivencia y la Diversidad. Además, acompañó a las víctimas del 3 de marzo en su viaje a Bruselas.

Hechos. El nuevo gobierno municipal recuperó las subvenciones a colectivos como Bizitza Berria o Gauekoak, suspendidas por el anterior gobierno.

Intenciones. Urtaran apuesta por crear un espacio en la Trianas, complementario a la estación de Dato, para recibir al tren de alta velocidad, plantea llevar el tranvía hasta esta zona y quiere revisar las ordenanzas de bicicletas y antenas.

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Concejales tiene el PNV para materializar sus políticas.