e l ingenio de los vecinos de Artziniega volvió a superarse ayer, con motivo del XVIII Mercado de Antaño que celebraba esta villa medieval fundada en 1272 por Alfonso X el Sabio. Y es que, al ya acostumbrado desfile de ropajes de época, se le sumaron variopintas animaciones callejeras que hicieron de la cita un rotundo éxito de público. “Desde que se celebra en sábado, el ambiente es muy bonito. Sobre todo en el horario de tarde, que es cuando más gente nos visita”, explicó a DNA la presidenta de la asociación etnográfica Artea, Paki Ofizialdegi, que andaba junto a otros 35 miembros del Museo Etnográfico invadiendo Barrenkale con diversos puestos en los que mostraron el extraordinario legado de tiempos pasados. “Este año hemos traído, con taller infantil incluido, el oficio de tejero, además de cestería y un salón de damas haciendo punto y calceta; mientras otros compañeros atienden la auténtica joya que es la fragua de Pablo Respaldiza y el duro trabajo del herrero”, enumeró. Con todo, “el principal atractivo sigue siendo el trono”, apuntó su compañero Mateo Lafragua, en referencia al retrete medieval que plantaron en plena calle para diversión del público asistente. Y es que “de aquí viene el dicho de ir al trono”, subrayaron.
Por allí también andaba el artesano Luis Mendieta, que asombró con el “auténtico trabajo de chinos que supone elaborar, ya no solo estas finas agujas de madera de avellano, sino el ojal; pero todo sea por hacer más liviano el remiendo de calcetines a mis compañeras”, matizó.
En ello también coincidió Maribi Cañibe que, junto a su hija Estibaliz Santisteban, encargada de la lectura del pregón que abrió el mercado a las 10.30 horas, fueron las organizadoras del desfile de tocados medievales, que no se quiso perder ni Mari Domingi, la mujer del Olentzero. De hecho, esta tradicional cita fue la gran ausente de la pasada edición, pero la insistencia del público ha hecho que regrese al programa. Las miles de personas que se acercaron ayer a Artziniega pudieron disfrutar de 33 majestuosos tocados con los que las damas pudientes se cubrían el cabello antaño. “Los hay de Artziniega, en base a la beata del retablo central de nuestro santuario de La Encina, de las tres provincias vascas, de Navarra y de Iparralde. No son inventados, todos están documentados y verificados en archivos históricos, grabados y cuadros. Esta zona era muy rica en esta materia, quizá por el clima o por el mayor poder adquisitivo, con mucho señor con casa torre. Hay que tener en cuenta que algunos llevan hasta veinte varas de tela de lino, algo carísimo que no todo el mundo se podía permitir”, informaron.
El que volvió a destacar por encima de todos, con sus bromas, fue Ginés López que, ni corto ni perezoso, hizo un auténtico alegato por la igualdad animal tirando de un carro en el que iba observando todo el panorama un simpático burro. La cría de asno salió de su ya tradicional Arca, ubicada en las inmediaciones del Lavadero de la Teja, en el que afanosas mozas hacían la colada, mientras en el redil de infantes los txikis disfrutaron de los juegos y talleres de una guardería muy medieval que dio la oportunidad a los aitas y amas de visitar el mercado con la tranquilidad que da tener a los peques a buen recaudo, aprendiendo el oficio de alfareros.
Otro escenario que atrajo miradas fue el cercano campamento de guerreras que, a lo largo de toda la jornada, invitó tanto a nobles como a plebeyos a jugar a la Edad Media, armados de arcos y flechas, así como espadas y escudos. En las inmediaciones de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción se encontraba el maestro Alaña, que volvió a sorprender con su magna experiencia en la talla y decoración de cuernos, cuyo atronador sonido pudo escucharse por todos los rincones. “Hoy nos ha visitado mucha gente, pero me he visto obligado a regalar uno de mis cuernos, que ya sabéis que no los vendo, a Vickie Ayale, de California. Ha hecho un largo viaje para conocer la tierra de sus ancestros”, puntualizó, mientras la aludida iba de puesto en puesto emocionada tomando fotos de todo lo que se cocía en el hermoso valle que lleva por apellido.
Y no era poco, ya que ayer se dieron cita en el mercado nada menos que 150 puestos, de los que 30 eran locales; aunque “el resto han llegado de Navarra de la mano de la asociación Kabilak de Napar Bideak”, explicó Marta Gómez, portavoz de los hosteleros que, por cuarto año consecutivo, se ha encargado de la organización del mercado, con la colaboración económica del Ayuntamiento.