burgos/madrid - El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) ha pedido instalar una red sísmica en la zona del norte de Burgos, cerca de la central nuclear de Garoña, donde están previstos varios proyectos de fractura hidráulica, sobre cuya idoneidad no se ha pronunciado aún por encontrarse en una fase muy prematura de ejecución. La empresa petrolera BNK prevé instalar tres zonas de sondeo en el cuadrante minero de Sedano y otras tres en Urraca -en Villarcayo, Medina de Pomar y la Merindad de Cuesta Urria-, situadas en un radio de unos 30 kilómetros de la central nuclear de Santa María de Garoña, que a su vez está a unos 40 kilómetros de Gasteiz.
Durante el periodo de información pública al que están sometidos los proyectos, el CSN ha concluido que los impactos de Sedano y Urraca sobre el emplazamiento de Garoña serían “poco significativos”. Sin embargo, ello no implica el visto bueno del Consejo a los proyectos, que no ha redactado un informe favorable sobre estas actividades sino que se ha limitado a hacer una serie de observaciones durante ese proceso de información pública.
Entre estas observaciones se encuentra la de instalar una red de instrumentación de microsismicidad que se guíe por un sistema de semáforos, y la caracterización radiológica de las masas de tierra que se muevan durante los trabajos de sondeo.
Sólo al final del proceso, el CSN deberá emitir un dictamen preceptivo y vinculante, como organismo encargado de velar por la seguridad nuclear y protección radiológica del país. La petrolera BNK proyecta un máximo de doce pozos de exploración para determinar si es rentable su explotación para extraer gas mediante la técnica del fracking.
De llevarse a cabo, los pozos tendrán una penetración en vertical de entre 3.000 y 4.000 metros y una horizontal, en su parte más profunda, de unos dos kilómetros.
No es la primera vez que las dudas en torno a la práctica del fracking cerca de instalaciones nucleares salen a la luz. Ecologistas en Acción ya puso de relieve a finales de agosto los condicionantes negativos inherentes a la ejecución de este tipo de proyectos. El portavoz del grupo ecologista para temas nucleares, Francisco Castejón, advirtió de que el riesgo de un accidente grave por movimientos sísmicos asociados a la fractura hidráulica sería mayor con la central operando, pero también aseguró que es “evidente” aun en el caso de que comience el proceso de desmantelamiento.
Si se produjese el cese de actividad definitiva, en Garoña seguirá habiendo durante años residuos de alta actividad, como el combustible consumido, y agua con alto nivel de contaminación radiactiva en el circuito primario y la piscina de almacenaje, lo que implica “riesgo de fuga radiactiva” si se rompe alguna tubería o sistema de seguridad, según Castejón. El portavoz ecologista aseguró también que en Estados Unidos hay numerosos estudios que relacionan el uso de la controvertida técnica de extracción de gas con movimientos sísmicos, aunque entiende que el interés económico de las empresas que apuestan por esta técnica provoque que se intenten poner en duda.
Para Castejón, sólo el hecho de que exista un riesgo de provocar movimientos sísmicos por encima de cuatro grados en la escala de Richter aconsejaría denegar cualquier permiso de fracking cerca de instalaciones tan sensibles como una planta nuclear. En este sentido, señaló que la mayoría de los científicos coinciden en que una modificación del territorio a gran escala, como un gran embalse o una explotación convencional de gas o petróleo, pueden provocar seísmos, más probables con técnicas más agresivas, como la fractura hidráulica. - Efe/DNA