vitoria - El Itinerario Muralístico La Ciudad Pintada es ya una seña de identidad de Gasteiz. Y un importante reclamo turístico. Trece obras componen la ruta, desde que el gran lienzo Al hilo del tiempo brotó de una de las fachadas de las Burullerías allá por 2007. Las doce primeras se concentraron en el Casco Viejo, haciendo de las paredes pintadas un motivo añadido para pasearse por el corazón almendrado de la ciudad. Pero entonces el gabinete de Javier Maroto se hizo con el poder y decidió que más obras podrían saturar la colina. Por suerte, lejos de quedarse paralizado el proyecto, la ruta de color, simbología y trabajo colectivo se estiró hacia Zaramaga. Y lo hizo para reconocer un hito imborrable en el imaginario gasteiztarra: los sucesos del 3 de marzo de 1976, aquel fatídico día en que cinco trabajadores fueron asesinados y más de cien resultaron heridos por los disparos efectuados por la Policía al desalojar una iglesia, previamente gaseada, en la que se celebraba una asamblea de trabajadores en huelga. Nacía No hay presente ni futuro sin memoria, frente a la parroquia de San Francisco.
Muchos ciudadanos y asociaciones colaboraron en la generación del mural y se organizaron varias ponencias públicas donde los participantes del taller pudieron escuchar y debatir. El extraordinario archivo del Lazkaoko Beneditarren Fundazioa y las ganas del barrio hicieron el resto. El resultado fue una composición vertical y cronológica de documentación de época. En la parte superior aparecen referencias al ambiente de huelga y lucha obrera que antecedieron al tiroteo de aquel día. El centro está destinado al punto de inflexión de la jornada, marcada a sangre y fuego en la hemeroteca vitoriana. Y abajo emerge la continuidad de la historia. Una obra que pretende ser una lección para las nuevas generaciones, que habla de justicia universal y de memoria histórica y que representa, al mismo tiempo, una hoja en blanco que alude a la historia todavía por escribir. Historia como la que ahora reflejará el proyecto de la calle Mendoza, donde los mayores, ejemplos vivientes de trabajo, sacrificio y dignidad, son los protagonistas. Hombres y mujeres que, en muchos casos, siguen activos en su lucha por un barrio mejor, como quienes forman la asociación de vecinos o el grupo de la parroquia. - J.S.