la calle Francia, históricamente, ha sido una de las vías comerciales y de tránsito más importantes de Vitoria, hogar de numerosas tiendas de referencia y punto de unión entre el norte y el centro de la ciudad. En la actualidad, Francia continúa acogiendo varios de esos comercios históricos, vitales para el tejido de la capital, aunque en los últimos tiempos también ha asistido al cierre de otros tantos y a su progresiva sustitución por bazares chinos y negocios similares. Lo que no ha variado en absoluto es la función de esta arteria como nexo de comunicación clave para Gasteiz, lo que le lleva a soportar altos niveles de ruido y un intenso tráfico.
La última reforma de Francia, concluida en el año 2005 bajo el mandato de Alfonso Alonso, no contribuyó precisamente a su revitalización desde el punto de vista comercial, ya que las aceras apenas se ampliaron “un 10% de lo que se necesitaba”, según recuerda ahora un veterano comerciante de la calle que prefiere guardar el anonimato. “No estuvimos en absoluto de acuerdo con esa obra. Mientras la ciudad se va transformando, aquí pasó todo lo contrario. Francia se hizo amable para los vehículos, pero no para los peatones. Fue una oportunidad perdida”, zanja el mismo profesional, mirando a exitosas experiencias posteriores como la desarrollada en Sancho el Sabio o al futuro que ahora le aguarda al comercio de la Avenida Gasteiz.
Algunos comerciantes de la zona cifran las pérdidas económicas anuales en un 10 ó 15% desde que estalló la crisis económica en 2008, otro factor añadido contra el que han tenido que luchar. “Están abandonando una zona que siempre ha sido comercial. La situación es clarísima. Hay edificios en ruinas y la mitad del comercio es chino, y eso hace que no sea atractiva. Estamos todos muy hartos y muy negativos”, asegura el mismo.
La reforma de la plaza San Antón, incluida dentro del paquete de intervenciones realizadas en Francia hace ya casi una década, ha servido como espejo para una nueva propuesta de revitalización de la zona que acaba de ser presentada por el grupo municipal del PNV. Un plan centrado en la manzana que se encuentra entre las calles Francia, Arana, Pedro Orbea y Monseñor Estenaga, donde el número de lonjas cerradas es especialmente llamativo, hasta nueve, y que supone un ejemplo más del declive que sufre todo el entorno.
realidad paradójica Arantxa Ullibarri-Arrazua reside en Pedro Orbea, precisamente en la manzana en torno a la que se pretende intervenir, y ha sido testigo directo de la evolución tanto de su vecindario como de la calle Francia en su conjunto. “Hay pocas calles en Vitoria por las que pase tanta gente, pero al hablar de comercios ha perdido mucho encanto. Se han perdido negocios de los de antes y hay una invasión importante de bazares chinos”, argumenta, poniendo el foco en esa realidad paradójica que envuelve el día a día de esta arteria. No le falta razón, porque son más de media docena los negocios orientales con los que cuenta Francia a día de hoy. Algunos de ellos, incluso, han bajado la persiana.
Roberto Collantes, comercial de uno de esos negocios clásicos que sobrevive en Francia, la colchonería Collantes, alude a las características propias de la calle para contextualizar su pérdida de actividad comercial. “Lo llaman el bulevar chino”, advierte este joven, que demanda una intervención a conciencia para volver a llenar las tiendas de la zona. “Los locales comerciales funcionan si las calles son cómodas. Y Francia sigue siendo una autovía”, compara el profesional.
El enorme carril para buses y taxis construido tras la última remodelación, un espacio que ocupa casi media calzada, es a su juicio uno de los mayores problemas para el sector. “Lo quitaría y pondría zonas de carga y descarga o de parking. Sólo hay una zona de parada de 15 minutos -frente al museo Artium-, pero sólo caben tres coches”, ilustra Collantes.
El hecho de que parte de esta zona de parada esté ocupada por dos contenedores de basura y otro de recogida de vidrio hace que todavía sea más estrecha. Un problema al que alude Jorge Luis Pérez, responsable del hotel La Bilbaína, quien apunta a la simple retirada de esos depósitos como la primera y más sencilla intervención que podría hacerse en la zona para incentivar la actividad comercial. También, para facilitar el acceso de clientes a su establecimiento o al propio Artium cuando lleguen a bordo de autobuses. “Con moverlos unos metros hacia la acera sería suficiente”, asegura el profesional.
El carácter semipeatonal de la calle Prudencio María Berastegi, por donde a diario circulan decenas de coches para acceder al parking del Artium, tampoco contenta a Pérez, que aboga por que el acceso se realice siempre por Los Herrán. “¿Qué necesidad hay de entrar por esta calle para aparcar ahí abajo? Dificulta nuestra actividad comercial, porque podríamos poner terrazas cubiertas para dar vida a esta zona”, justifica el empresario.
La plaza del Artium sería, de hecho, el punto de inicio a la rehabilitación deseada por Pérez para todo el entorno de Francia. “Modernizar esta plaza para hacerla más abierta, luminosa y sin obstáculos debería ser el principio”, asegura. Al hablar de Francia en su conjunto, Pérez no se muerde la lengua “No hay más que verla... Es una calle muy oscura, incómoda, con edificios en ruinas a los que no se busca una solución y que pide a gritos una ampliación de sus aceras”, enumera.
Natxo Rodríguez, otro vecino de la zona, cree que cualquier solución para Francia y su entorno es “complicada”, sobre todo por su condición de vía de tránsito para los vehículos. “No puedes venir en coche porque no puedes aparcar en ningún sitio. Pero, ¿cómo solucionamos esto?”, se pregunta.
Desde el despacho de pan, prensa y alimentación de la plaza donde culmina la calle Arana, el comerciante José María Baños cree que “no se puede hacer nada para cambiar eso”, al margen de los “parches” que se puedan acometer. El profesional, cuestionado sobre el estado general de la calle Francia, cree que los males que le acechan son comunes a la mayoría de los distritos consolidados de la ciudad. “El barrio se está haciendo mayor, la gente consume menos y los jóvenes se van fuera. Está jodido... Pero eso pasa en todas partes”, lamenta Baños, que suma 31 años de experiencia tras este mostrador.