añana - La ciudad japonesa de Nara reunió a finales de octubre a medio centenar de los mayores expertos internacionales en conservación del patrimonio. Su objetivo, sentar las bases presentes y futuras del mantenimiento de los bienes culturales de la humanidad, con especial ahínco en preservar su autenticidad y diversidad. El evento servía también para conmemorar el vigésimo aniversario del llamado documento de Nara, firmado en 1994 en esa misma ciudad y que ejerce de Biblia de la conservación del patrimonio para todos los profesionales del mundo.
Ahora, dos décadas después, Japón ha ejercido de nuevo de epicentro de la profesión para, entre los días 21 y 25 de octubre, analizar y debatir en profundidad sobre cinco casos de estudio elegidos por su importancia y singularidad. Y uno de sus cinco casos seleccionados ha sido, precisamente, la recuperación de las salinas de Añana, cuyo proyecto de conservación fue presentado ante la comunidad internacional por Mikel Landa, el antiguo director-gerente de la Fundación Valle Salado.
El evento estaba organizado entre otros por Icomos, que en su día elaboró para la Unesco el documento que sirvió para que el Valle Salado reculara de su intención de optar a ser Patrimonio de la Humanidad. En aquel informe, Icomos mantenía entre otras cosas que el actual proyecto para el Valle Salado no cumplía con “las condiciones de autenticidad e integridad” necesarias para optar al premio de la Unesco.
Cabe recordar que en 2012 el Gobierno foral, con Javier de Andrés a la cabeza, sustituyó al que era director de la Fundación, el arquitecto Mikel Landa, que llevaba trabajando en las salinas de Añana desde 1999, por Roberto López de Eguílaz, con un perfil más orientado al marketing y la comunicación. Un cambio que coincidió con un giro de guión en la estrategia de trabajo, cambiando el centro de gravedad del proyecto de la recuperación patrimonial a un perfil más centrado en el turismo y el marketing, con el galardón de la Unesco como objetivo entre ceja y ceja.
libro sobre las salinas En esta ocasión, los expertos presentes en Japón han tenido oportunidad de conocer no tanto el trabajo de la Fundación en los dos últimos años como la labor del anterior equipo de trabajo dirigido por Landa -hasta su marcha en 2012- con el exdirector presente en la ciudad japonesa exponiendo la labor de su equipo durante su etapa al frente de la nave. “Recibimos una acogida muy positiva que esperamos sea de ayuda también para el futuro del Valle Salado”, explica Landa sobre su reciente viaje a Japón para ejercer de ponente y trasladar su proyecto a la comunidad internacional.
Una labor que, por cierto, ha plasmado en un libro junto a la arquitecta Alazne Ochandiano, especialista también en intervención del patrimonio y que formó parte del equipo de recuperación de las salinas entre 2000 y 2009, junto a, entre otros, Alejandro Martínez de Arbulo, miembro ahora de Icomos Japón. Una amplia obra de 250 páginas en castellano e inglés publicada el pasado mes de mayo bajo el título Valle Salado de Añana. Manual de preservación arquitectónica.
“El libro es fruto del trabajo que realizamos para ser incluido en la candidatura a patrimonio de la humanidad, pero finalmente su contenido no se llegó a incorporar”, apunta Ochandiano. Mientras tanto, las salinas de Añana continúan caminando hacia el futuro, con el deseo de sus responsables de volver a presentarse cuanto antes a la candidatura para convertirse en patrimonio de la Unesco en la categoría de Paisaje Cultural.