La localidad alavesa de Dulantzi alberga bajo el suelo parte de su historia. Desde 2009 se han llevado a cabo diversas intervenciones arqueológicas que arrojan luz para el conocimiento del primer cristianismo en el País Vasco. El pasado martes, y dentro de las charlas abiertas de la Casa de Cultura, los arqueólogos de Iterbide, Miguel Loza y Javier Niso presentaron las conclusiones de los trabajos, cuyo principal descubrimiento ha sido una basílica del siglo VI, una de las más antiguas de Euskadi por su tamaño. Las obras de urbanización de la calle San Martín fueron en 2009 el detonante del hallazgo de estos tesoros bajo tierra, que han llevado cinco intensos años de investigaciones. Vistos los resultados, desde el Ayuntamiento, el alcalde, Joseba Koldo Garitagoitia, manifiesta su intención de “continuar haciendo excavaciones a partir de 2015 en otras zonas donde puede haber más restos que aporten más datos a los ya conseguidos”.

Entre noviembre de 2009 y mayo de 2010, los arqueólogos llevaron a cabo una excavación en las calles Nuestra Señora de Ayala y San Martín, junto al convento de las clarisas, donde unas obras de reurbanización habían dejado al descubierto una necrópolis. Se sabía que en aquel lugar había estado la ermita de San Martín, desaparecida a finales del siglo XIX y considerada como la parroquia de la antigua aldea de Dulantzi. Por ello, la continuidad en la investigación del propio terreno era fundamental para conocer el patrimonio arqueológico. La secuencia general del yacimiento de Dulantzi se inicia en la época prehistórica con fondos de cabaña de la Edad de Bronce y total ausencia de restos de la Edad del Hierro. Continúa en la época altomedieval (siglos VIII-XI) con reformas en el edificio, apertura de silos, continuidad en el culto, necrópolis al exterior de la iglesia y hábitat basado en la arquitectura lígnea y mixta. De la época medieval se desprende el abandono del edificio de religioso, la construcción de la iglesia de San Martín y una necrópolis asociada a ésta. Pero es, sin duda, el descubrimiento de una iglesia de planta basilical fechada en el siglo VI, una parroquia dependiente a buen seguro de una diócesis “probablemente la de Pamplona”, según Loza y Niso, el descubrimiento más destacado hasta el momento. A partir del siglo VI se constata la existencia de un gran edificio de carácter religioso, con una necrópolis asociada, que parece dar una nueva importancia a la zona. Esta iglesia, de unos 315 metros cuadrados, tendría planta basilical, de orientación este-oeste, con varias estancias. Al este, una sala recta al exterior y con ábside al interior de 16 metros cuadrados, en la que apareció una estela romana reutilizada como altar. Junto a esta sala apareció el enterramiento de un personaje importante, una mujer, junto a la que se encontró un fragmento de cráneo de corzo con el arranque de las astas. Su datación estaría, de acuerdo con el Carbono 14, entre los años 340 y 540. Al oeste, un gran espacio rectangular en el que se localizan diez enterramientos. Aquí los cuerpos se inhumarían en ataúdes de madera, ya que se han encontrado los clavos. En el ángulo sureste del edificio habría una puerta, cuyo umbral se realizó a partir de una estela funeraria romana, que daría paso a una pequeña habitación, destruida por la necrópolis posterior y por la moderna urbanización de la zona. Aquí se hallaron tres enterramientos, uno de ellos con dos niños. En el extremo suroeste habría otra pequeña sala con una pila excavada en su centro, a la que se accedería mediante unos escalones, que probablemente tendría la función de baptisterio, en la que el bautizo se realizaría por inmersión. Los enterramientos hallados indican que esta iglesia ya estaba construida a finales del siglo VI. En su exterior se encontraron otros cinco enterramientos.

Algunos de estos cuerpos llevan asociados ajuares, compuestos por cuencos de vidrio, cobre o cubos de madera, de los que se hallaron los aros metálicos de su estructura, cucharillas de plata y bronce, un hacha de combate, anillos, uno de ellos de oro, hebillas de cinturón y puntas de lanza. Estos objetos podrían estar relacionados con los hallados en las necrópolis de Aldaieta, en Nanclares de Ganboa, y la de San Pelayo, cercana a Dulantzi, relacionados con el área aquitana y el ducado de Vasconia. De lo anterior se deduce que los individuos inhumados en esta iglesia serían personajes de cierta relevancia social.

A partir del siglo X, las salas anexas a la iglesia desaparecen, pero la nave de la iglesia permanece en pie. En un principio se pensó que habría cambiado de función, ya que se han encontrado silos excavados en su interior, pero dado que estos silos respetan las zonas dedicadas a la liturgia, podrían estar relacionados, en opinión de los arqueólogos “con el proceso de captación de renta y su almacenamiento en suelo sagrado”. En el siglo XII desaparecería el edificio para dar paso a la nueva iglesia, cuyos restos también han sido encontrados, y a una nueva necrópolis. La desaparición del baptisterio coincide con el cambio del rito del bautismo, que pasa de la inmersión a la aspersión, tal como lo conocemos hoy en día. Los enterramientos continuaron hasta el año 1150.