La Sociedad de Amigos de Laguardia, junto con Pepita Uva y la colaboración de la Cuadrilla de Rioja Alavesa volvió a vestir de medieval las calles de la villa para celebrar el sábado unos talleres artesanales que atrajeron la atención de cientos de personas. Un ceramista riojano, con profundas raíces familiares relacionadas con la arcilla, Toño Naharro; un madrileño experto en el difícil y espectacular soplado del vidrio, Emilio Elvira, y unos virtuosos en la cultura del vino y sus aspectos artísticos como son los responsables de Pepita Uva se repartieron por tres espacios de la localidad. Una distribución con la que se buscaba que los visitantes recorrieran Laguardia para contemplar el trabajo de los artesanos, disfrutar de los vinos y conocer mejor los numerosos rincones de la capital de Rioja Alavesa.

Coordinado todo este trabajo estaba Violeta Sampedro, presidenta de la Sociedad, quien recordó que el 25 de mayo de 1164 se concedió el Fuero a los navarros, “porque entonces éramos navarros y nos gobernaban Sancho Abarca y su mujer. Y para conmemorar esos 850 años de Fuero decidimos hacer algo importante. Primero porque es un número relativamente redondo para celebrar algo, pero sobre todo porque el grupo que lo preparamos no vamos a llegar al 900 aniversario”, afirma entre risas. Con esa intención, desde el pasado 25 de mayo “estamos celebrando varias actividades relacionadas siempre con el medievo: comidas medievales, concurso de pintxo medieval, danzas y, ahora, artesanía, también de la Edad Media”.

La riqueza de muestra llegó a la villa de la mano de un soplador de vidrio, que se instaló en la plaza, bajo el reloj mecánico del Ayuntamiento. Un alfarero de Navarrete, apostado en la plaza de la Torre Abacial. Y un taller, más pensado para niños, de elaboración manual de vinos en la plaza del Palacio Samaniego. La idea era que el alfarero extendiera, como hizo, arcilla sobre una superficie de dos metros y sobre ella dibujar y perfilar la silueta de Laguardia. A continuación se cortó como si fuera un puzzle para que cada persona lo decorase según la interpretación que tenía de ese espacio de la ciudad. Todo eso se trasladó al taller del ceramista-alfarero de Navarrete, donde permanecerá unos diez días secándose y posteriormente se horneará de tal forma que podrá aguantar a la intemperie. Ésa silueta de Laguardia en barro se guardará, finalmente, en la Casa Garcetas, en la oficina de turismo.