el campus alavés de la UPV recuperó ayer las sensaciones y escenas habituales de todos los años por estas fechas, generalmente en la primera semana de junio. Muchos nervios, carreras de última hora y atracones de apuntes previos a los exámenes volvieron a marcar el pistoletazo de salida de las pruebas de acceso a la universidad, la temida Selectividad, que este año completarán 1.256 alumnos residentes en el territorio histórico, un 8,3% más que el año pasado. Todos ellos con el Bachillerato ya aprobado, la Formación Profesional superada o con la intención de mejorar sus notas buscarán hasta mañana por la tarde en esta primera convocatoria de la prueba la mejor calificación posible para optar a cursar el grado universitario que deseen, una decisión todavía difícil para muchos pero muy clara para la mayoría. Un último trance, a pesar del lógico miedo escénico, que siempre logra superar un altísimo porcentaje de alumnos, alrededor del 95%.
Como suele ser habitual, la prueba de Lengua Castellana y Literatura, uno de los cinco ejercicios obligatorios de la Selectividad, fue el primero al que los alumnos debieron enfrentarse ayer. El examen arrancó con puntualidad a las 9.00 horas, aunque desde bastantes minutos antes de su inicio los alumnos se afanaban en dar un último repaso a la materia. El examen, que a diferencia de otros años fue completado a tiempo por un buen número de alumnos, constó de un comentario de texto de Javier Marías -Adolescentes y bisabuelos-, todo un clásico en las pruebas de Selectividad, mientras que en su parte teórica éstos debieron elegir entre un texto de Blas de Otero y otro extracto de El árbol de la Ciencia, una de las obras más conocidas de Pío Baroja, para situarlos en el contexto social, cultural y literario al que pertenecen.
Las sensaciones, como suele ser habitual en estos casos, fueron dispares una vez concluida esta primera prueba, aunque la mayoría advirtió de que durante el año la preparación ha sido concienzuda, teniendo muy en cuenta el tipo de examen que se realiza en Selectividad, por lo que éste apenas dejó lugar para las sorpresas. Maialen Resa, estudiante de Egibide (Jesús Obrero), fue una de las que concluyó el ejercicio antes de la hora y media de tiempo límite con buenas expectativas, a la espera, por supuesto, de una calificación final que no siempre es la esperada en este tipo de exámenes, para bien o para mal. "Lo tenía bien preparado", advertía la joven, que necesita una nota bastante alta para cursar la doble licenciatura de Administración y Dirección de Empresas y Derecho en Sarriko, nada menos que un 9. Tras unos días de "muchos nervios" y de un importante atracón, el trabajo parece haber dado sus frutos, a la espera de lo que suceda en los siguientes exámenes. "Han sido unos días fatales. No hemos podido tener vida social", lamentaba la joven, que como muchos compañeros ha tenido unas jornadas previas de enorme sacrificio a pesar de haberlo llevado bien durante el curso.
Otro de los alumnos que salió satisfecho de esta prueba inaugural fue Yeray Covela, compañero de Resa en Egibide. Este joven, que quiere hacer las maletas rumbo a Madrid para estudiar Filología Hispánica, aguardaba a la segunda prueba obligatoria del día, a elegir entre Historia de España o de la Filosofía, con la tranquilidad de haber preparado los exámenes sabiendo bien el tipo de ejercicio con el que se va a encontrar. Él opto por la segunda, un examen "más difícil" para él porque contaba con más materia de estudio. "Hay que estar relajado y con pocos nervios, porque para este tipo de exámenes ya venimos prevenidos", aseguraba tranquilo Covela. ¿Se lleva bien? "Tengo muchas ganas de acabar", confesaba el joven, un anhelo que se extendía por todos los rincones del campus.
Muy cerca se encontraba Yanire Rey, estudiante de Ekialde, que también tuvo un buen estreno de Selectividad a pesar de la enorme acumulación de exámenes que ha sufrido a lo largo de los últimos días. "Entre los globales, las recuperaciones y Selectividad no me ha dado tiempo a todo", lamentaba la joven, que pretende estudiar Trabajo Social en el campus de Gasteiz, para lo que exigen un 6 de nota. "Espero que me dé", confiaba Rey. Aun así, los nervios atenazaron durante la mañana a la joven, que optó por no desayunar por si le sentaba mal.
Tras el examen de Historia de la Filosofía, la que "más miedo" le dio a priori, llegó el turno de las materias específicas de Ciencias Sociales, su rama, mientras que mañana deberá enfrentarse a las, a su juicio, materias más sencillas de Selectividad, Inglés y Euskera. "Para éstas no se estudia", advertía la joven.
contra el modelo Marta Sendiu, otra joven estudiante de Ekialde, ponía también un punto crítico a la propia realización de la Selectividad, una prueba que, a su juicio, no cumple con el objetivo de dar oportunidades a todos los jóvenes. "No estoy a favor de este sistema, no me gusta porque está hecho para descartar alumnos", censuraba Sendiu, que aboga por un modelo "más práctico y participativo", en el que todos esos aspirantes a los que la mera memorización de teoría no se les da bien "no vayan quedándose por el camino". Sus miras, lógicamente, están también situadas en la Ley de Reforma Educativa, la conocida como ley Wert, que a partir del curso 2018-2019 eliminará de un plumazo la Selectividad para sustituirla por el sistema de Reválidas. Aspirante a estudiar Derecho en Donostia, a Sendiu le vale con aprobar la Selectividad para ser seleccionada para este grado gracias a su buena nota en Bachillerato.
Quien todavía no lo tiene claro con su futuro es Julen López de Eguileta, también estudiante de Ekialde, que tras superar este trance de la Selectividad prefiere aguantar un año para decidir su futuro antes de tomar una decisión precipitada. "No tengo claro qué voy a estudiar, así que esperaré para no coger lo primero que pueda", advertía. En sus planes también se encuentra estudiar una FP, un camino cada vez más transitado como consecuencia de la crisis.