para hacer realidad unas fiestas atractivas no se necesitan grandes recursos económicos ni ayudas institucionales. Basta con el trabajo desinteresado, la implicación, las ideas imaginativas y la ilusión de muchas personas, jóvenes y no tanto, que en busca de ese objetivo común van aportando durante meses sus pequeños granitos de arena. En el barrio de Txagorritxu conocen bien esta filosofía. Un año más, y ya van ocho, el distrito gasteiztarra se prepara para sumergirse en sus festejos populares, un ejemplo casi único en la ciudad de autogestión y asamblearismo, con la honrosa excepción del Casco Viejo, que en esta edición se ha propuesto además dar un salto cualitativo.

Jon Ander Resa, Andoni Amurrio y Arantzazu Alonso, miembros de la comisión de fiestas de Txago, son sólo tres de los múltiples impulsores de esta cita que arrancará el próximo lunes 9 de junio y se extenderá durante toda esa semana, con un amplio programa de actividades para todos los públicos pero que principalmente mira a los jóvenes. Éste fue, precisamente, el germen de unas fiestas que nacieron hace casi una década para llenar un evidente vacío en el barrio. Txagorritxu y Gazalbide ya contaban por aquel entonces con unos festejos de largo recorrido, pero estaban muy centrados en los niños y en los mayores. Ambos grupos constituían una mayoría importante en el barrio, lo habían sido durante años, pero las necesidades de la zona cambiaban a marchas forzadas. "En aquellas fiestas había barracas para los niños, verbenas para la gente mayor por la noche y poco más, por lo que vimos que hacía falta una fiesta para los jóvenes", recuerda Resa.

Dicho y hecho, las primeras fiestas de Txagorritxu, que llegaron para quedarse y sustituir a las anteriores, se celebraron por primera vez en el año 2007 en el parking de San Martín, donde se ubicarán las futuras oficinas municipales. Un lugar que no es propiamente Txagorritxu pero cuya utilización lograba también implicar a otras áreas colindantes, un objetivo que todavía hoy sigue vigente.

Fueron unos festejos modestos, de un día de duración, pero que contaron con la presencia de una banda del barrio que ahora es bien conocida incluso fuera de Gasteiz, Green Valley. La buena respuesta de la gente lleno de ánimos a los jóvenes organizadores y las ediciones se han sucedido año tras año hasta hoy. "Con altibajos", según recuerda el propio Resa, pero con las ganas del primer día intactas.

El antiguo parking sólo pudo ser el escenario de las fiestas durante un año más. El Ayuntamiento advirtió entonces a los jóvenes de que próximamente iban a comenzar las obras de las oficinas municipales y que, en consecuencia, debían mudarse a otro espacio. Lo hicieron, aunque hayan pasado seis largos años más hasta que efectivamente las excavadoras han entrado en esa zona.

Eligieron el parking de Gazalbide, ubicado en la calle Juana Jugan, que hasta la fecha se ha convertido en el nuevo epicentro de la fiesta. Ha habido años mejores y otros peores, fiestas más largas y también más cortas, pero siempre han podido salir adelante gracias a la implicación de todos. El escenario de los conciertos una vez tuvo que ser un camión, en otra ocasión un andamio con tarimas... Hasta que el año pasado la cita cogió "un gran empujón", según relata Resa, con la celebración de actividades durante toda una semana. Al igual que como también ocurrirá en la inminente edición, "que todavía va a ser mejor".

La implicación de distintos comercios y locales hosteleros del barrio también ha ayudado de mucho a que los festejos, poco a poco, se hayan hecho grandes. "Son unas fiestas totalmente autogestionadas, sin ninguna subvención del Ayuntamiento. Sacamos todo adelante con el dinero ganado el año anterior y a través de la venta de boletos", explica Arantzazu Alonso. Ésta es la doble vía de financiación de las fiestas, cuyos impulsores sortearán el sábado 14 varios premios entre los portadores de los 2.500 tickets vendidos hasta la fecha. Tampoco cuentan con la ayuda de la asociación vecinal del barrio, que se mantiene al margen de las fiestas.

En cuanto a los locales hosteleros, bares emblemáticos del entorno como El Laberinto, el Libra o el Josemi, y establecimientos como la panadería El Talo o golosinas Look, colaboran con la comisión de fiestas en la medida de sus posibilidades. Algunos aportando una pequeña cantidad económica y otros, por ejemplo, elaborando la cena para los grupos que actúan en el recinto festivo. La implicación de estos locales también llega al propio programa festivo, ya que los campeonatos de mus y póker que se celebran, respectivamente, en El Laberinto y el Libra son ya un clásico del programa. "Mucha gente de Gazalbide no entiende que salgamos fuera del parking, pero intentamos extender el ambiente festivo a todo el barrio", apunta Resa.

El modelo de fiestas ayuda también a los jóvenes a contar con la ayuda desinteresada de muchas de las bandas que acuden a tocar, que acostumbran a rebajar sus cachés o incluso lo hacen completamente gratis. Fue el caso, por ejemplo, del conocido rapero catalán Pablo Hasél, que actuó en las fiestas de Txagorritxu hace justo un año. Una excepción, ya que normalmente las bandas que se suben al escenario de Txago son del barrio o, al menos, lo es alguno de sus integrantes.

meses de trabajo El trabajo de la comisión de fiestas para dar luz al completo cartel de este año comenzó hace ya unos cuantos meses, con el arranque del curso escolar, allá por septiembre u octubre. Integra este colectivo un número variable de personas que se organizan en distintos lan taldes, pequeños grupos que se encargan de áreas muy específicas de las fiestas como los conciertos, los pedidos o la tesorería, sólo por citar tres. Las reuniones, a las que asiste un mínimo de quince chavales, van sucediéndose a lo largo del año y las ideas, sin prisa pero sin pausa, fluyen. "No lo hacemos a todo correr", advierte Amurrio.

A falta ya de poco más de tres semanas para el arranque festivo, prácticamente está ya todo a punto. Ayer mismo la comisión tenía previsto grabar el spot de las fiestas, que muy pronto podrá verse a través de las redes sociales. Alonso, que estudió Audiovisuales, es la responsable de la elaboración de este material y de otros vídeos. "Estamos con muchas ganas y esperando a que haga buen tiempo. Por ahora, la respuesta -en las redes sociales- está siendo muy buena", certifica la joven. El deseo de que la climatología responda positivamente se entiende bien tras la tromba de agua que cayó el sábado del año pasado, el día grande de las fiestas, en el que incluso llegó a inundarse la txosna -este año habrá dos- y pudieron verse barriles flotando.

La comisión de fiestas confía en que, tras tantos meses de trabajo, los vecinos y todos los que se acerquen a la zona disfruten de unas fiestas genuinas y diferentes. "No tener ayudas nos distingue del resto. Tiene mérito y también nos da libertad para actuar", remarca Amurrio. El Ayuntamiento se limita a prestar el escenario sobre el que se desarrollarán los conciertos de este año, una decisión lógica porque no dejan de ser "unas fiestas oficiales pero sin subvención". Aunque, eso sí, de un formato más pequeño, en contraposición a eventos mucho más grandes y masificados como pueden ser las fiestas de Arana. "No son como otras fiestas, que traen a grupos grandes y va mucha gente de todo Vitoria. Éstas son unas fiestas del barrio y para el barrio", insiste Resa.

Con el paso del tiempo, este joven se ha convertido en uno de los más veteranos de la comisión de fiestas, lo que da buena cuenta de que la implicación de los chavales del barrio también ha calado entre las nuevas generaciones. "Tengo 24 años y ya soy de los mayores de la comisión. Eso me hace mucha ilusión", asegura. "Todos los años viene gente nueva con ganas de trabajar", añade Alonso. Parece, por tanto, que el relevo está garantizado, una gran noticia para todo Txagorritxu.