la médula ósea es un tejido que, como su propio nombre indica, se encuentra en el interior de distintos huesos como las vértebras, las costillas o el esternón y que resulta indispensable para la vida. La razón, que en ella se originan y desarrollan las células madre que, a su vez, son capaces de producir todas las células sanguíneas, tanto los glóbulos rojos, como los blancos y las plaquetas que cualquier persona necesita. Se trata, en definitiva, de un complejo laboratorio que, como sucede con cualquier sistema con tal nivel de sofisticación, en ocasiones resulta dañado y necesita ser reparado para volver a funcionar con normalidad. Esto sucede cuando la médula ósea produce de forma excesiva, insuficiente o anómala algunas de las células de la sangre ya citadas desencadenando graves enfermedades como la leucemia o el linfoma. No debe confundirse con la médula espinal, ese cordón que se extiende a través de la espina dorsal y que transmite los impulsos nerviosos.

El trasplante de células madre sanas, uno de esos grandes milagros de la ciencia, hace posible revertir esta complicada situación médica y que miles de enfermos recuperen la vida todos los días. Fundamentalmente de leucemia, el cáncer más frecuente entre los niños. La solidaridad de las personas que aceptan hacerse donantes de médula y también de las familias que dan el consentimiento de donar la sangre del cordón umbilical de sus recién nacidos, la otra fuente principal de donde pueden extraerse las células madre, es el eslabón necesario para obrar ese milagro.

A día de hoy, Euskadi tiene contabilizados más de 6.400 donantes de médula ósea, una tasa importante y real porque la comunidad dispone de un registro "eficiente", según certifica a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA la coordinadora de trasplantes en el territorio, Rosa Lavari. Eficiente, porque los donantes son menos que en otras comunidades pero a cambio están "muy bien informados", lo que hace posible que cuando tienen que dar el paso de donar se producen pocas marchas atrás. Lavari, que suma 21 años en este cargo, es la responsable de coger el teléfono cuando un alavés decide sumarse a esta cadena de vida. Cualquier persona con edad comprendida entre los 18 y los 55 años y que no haya padecido ninguna enfermedad grave o transmisible con anterioridad puede hacerse donante, un acto anónimo, voluntario, altruista y universal del que puede beneficiarse cualquier persona enferma de cualquier parte del planeta.

El proceso Alrededor de tres personas de media tocan la puerta de Lavari a diario, lo cual no significa que todas ellas se hagan donantes reales. Primero se les da una información exhaustiva sobre todo el proceso, resuelven todas sus dudas y, si quieren seguir adelante, firman el pertinente consentimiento informado. Posteriormente, Osakidetza recoge una pequeña muestra de sangre del potencial donante, que ejerce como su matrícula, y la introduce en el Registro Español de Donantes de Médula Ósea (REDMO). Cuando se encuentra un receptor de médula compatible, algo imprescindible para que la donación llegue a buen puerto, el donante tiene que volver a dar su visto bueno para finalizar el proceso. "Las células del donante y el receptor deben ser tan parecidas que puedan convivir. Si no lo son, los resultados pueden ser muy malos", advierte Lavari. El 89% de los pacientes enfermos encuentran un donante compatible antes de los tres meses, una cifra claramente al alza.

La extracción de médula ósea y los trasplantes se llevan a cabo en el Hospital Donostia, el centro vasco de referencia en este ámbito. Puede realizarse de dos formas distintas, dependiendo de las necesidades de cada caso: mediante punciones aspirativas en la cresta ilíaca, una modalidad que precisa un ingreso de 24 horas en el hospital, o con aféresis, una técnica que requiere la toma de una medicación inyectable durante los cuatro o cinco días anteriores a la donación. El año pasado se realizaron 53 trasplantes alogénicos -de persona a persona- en el hospital guipuzcoano, el doble que en 2012 y el cuádruple que el anterior, gracias a los avances médicos y al mero hecho de haberse convertido en el centro de referencia. En los últimos seis años, 17 pacientes vascos se han convertido en donantes reales de médula devolviendo la vida a otras tantas personas. Sólo en el primer trimestre de este año tres han dado este paso, uno de ellos alavés. "Todo esto es un gran logro para el tratamiento y la recuperación de pacientes enfermos", celebra Lavari.

Cuando una persona enferma y necesita un trasplante, primero busca entre su propia familia, ya que la posibilidad de encontrar un donante compatible es alta, sobre todo entre hermanos. Debido a las leyes de la herencia, la probabilidad de que un hermano sea compatible con otro es del 30%. Cuando el paciente no encuentra dicha compatibilidad en su familia, la búsqueda se inicia entre los donantes no emparentados inscritos en el REDMO. Si el resultado de nuevo es negativo, el rastreo se extiende al registro mundial, donde hay 22 millones de donantes altruistas.

Hace cuatro años, la posibilidad de extraer células madre sanas logró un importante impulso adicional con una exitosa campaña iniciada en los cuatro hospitales vascos con más partos, entre ellos Txagorritxu, en los que ya se han recogido más de 3.600 unidades de sangre del cordón umbilical. Tanto este programa como el de la donación de médula ósea se realizan de forma colaborativa entre los centros coordinadores de trasplantes y el Centro vasco de Transfusiones y Tejidos. "A diferencia de los trasplantes de órganos, aquí no hay lista de espera, sino pacientes en busca de un donante compatible. No todos los enfermos de leucemia lo van a necesitar, en ocasiones vale sólo con la quimioterapia, pero en otros casos recibir un trasplante de médula es la salvación", contextualiza Lavari.

A la vista del importante crecimiento del número de donantes, un hecho en el que también han tenido mucha culpa asociaciones como Aspanafoha, los objetivos de captación son muy ambiciosos de aquí a los próximos años. En Euskadi, el objetivo pasa por hacer entre 1.000 y 1.200 donantes nuevos al año, amén de continuar con la exitosa recogida de la sangre del cordón umbilical de los recién nacidos. Nunca serán suficientes para salvar las miles de vidas comprometidas por culpa de la enfermedad. "Esto es hoy por ti y mañana por mí. En la vida, y más con este tipo de enfermedades, cualquiera vamos a poder necesitar un trasplante de este tipo en cualquier momento. Lo mismo que sucede con la donación de órganos o de sangre", anima Lavari.