el mundo cambia y, con él, los métodos de aprendizaje. Los profesores son historia. Los exámenes, un reducto del pasado. Las universidades ya no moldean estudiantes, cincelan emprendedores. Como les ocurrió a estos siete chicos y chicas el primer día de carrera, cuando entraron por la puerta de clase para iniciar sus años de Universidad dejaron curiosamente de ser estudiantes para convertirse, directamente, en unos empresarios precoces. Maider, Xabi, Nora, María, Irene, David y Walter no se pasan apuntes de clase. Compran, venden, negocian, ganan y pierden dinero real, como reales son las empresas que forman en sus primeras semanas en el Grado en Liderazgo Emprendedor e Innovación (Leinn). "Aprendemos a ser los dueños de nuestro trabajo, buscar nuestras pasiones y hacer todo lo posible para vivir de ello", explica Maider Pagola.

Hace cinco años, Mondragon Unibertsitatea puso en marcha una carrera innovadora en fondo y en forma, inspirada en la metodología de estudios de emprendizaje creada hace dos décadas por la Tiimi Akademia, una institución de la Universidad finlandesa de Jyväskylä. No hay profesores, hay coaches, y tampoco hay exámenes como tales.

Los estudiantes son emprendedores que crean firmas con las que a final de cada curso deben saldar cuentas con beneficios -un mínimo de 1.500 euros de saldo positivo en el primer año- a base de proyectos diferentes. Además, los viajes de fin de estudio se sustituyen por excursiones de trabajo a Finlandia, Silicon Valley en San Francisco, China o India. "Todo el Grado es un proceso basado en el autoaprendizaje y en trabajar en equipo", apunta otra de las chicas, María Razquin.

Así que, con este bagaje, pocos jóvenes de Euskadi tienen ahora mismo tan interiorizado el espíritu emprendedor como estos siete universitarios, cuyas edades oscilan entre los 18 y los 20 años. Por eso nadie mejor que ellos para trasladar a las nuevas generaciones la importancia de luchar por los sueños, por mucho que la vida se empeñe en lo contrario. Para evitarlo, estos universitarios de lugares como Vitoria, Legazpi, Donostia, Algorta, Pamplona y Santurtzi han sido seleccionados este año para liderar la iniciativa Ametsen Ekaitza, un proyecto para fomentar el emprendizaje entre los jóvenes de su edad.

Ayer, tras más de tres meses recorriendo la geografía vasca impartiendo un total de cincuenta talleres formativos en distintos institutos y colegios, la capital alavesa ejerció de punto final de la iniciativa con la celebración de un evento durante toda la mañana en la discoteca Cool. Una jornada que contó entre otras actividades con las ponencias del surfista Ibon Muguerza que, tras sufrir un grave accidente que le provocó lesiones en el brazo, sigue retando a las olas, y Luis Irizar, el primer cocinero vasco en recibir una estrella Michelin.

libertad creativa Pero, como todo viaje, lo importante no es la meta, sino el camino. Y a lo largo de este proyecto para impulsar el emprendizaje entre los adolescentes los propios encargados de idear el programa se han empapado también de la ilusión y las esperanzas de futuro de los chicos con los que han compartido el medio centenar de talleres. "Los chavales empatizan más con personas como nosotros, que somos casi de su edad, y se animan a hablar con más facilidad de sus sueños y de lo que quieren hacer con su vida", subraya el donostiarra Xabi Ortiz. En su periplo durante las últimos meses impulsando el espíritu emprendedor de los colegiales vascos este grupo se ha encontrado de todo. "Les hemos dado libertad para que pensaran en sus trabajos ideales, en empresas que les gustaría crear para trabajar y disfrutar al mismo tiempo", expone el vitoriano Walter Stock. "Para nosotros era importante dejarles claro que emprender no es una cuestión sólo empresarial. Se puede dar en cualquier momento y en cualquier etapa de la vida. Ahora mismo, estando como están las cosas, no puedes esperar que te llegue un trabajo simplemente porque has estudiado una carrera. Tienes que llevar la iniciativa", argumenta de forma certera Irene Sierra.

Por eso, entre las ideas de futuro de los jóvenes de los colegios e ikastolas a las que han acudido se han encontrado de todo. "Recuerdo a una chica que decía que quería dedicarse a la moda pero sus padres le obligan a estudiar Derecho cuando acabe Bachiller, así que intentas hacerles ver que siempre van a estar más a gusto haciendo algo en lo que creen", les anima Walter. Luego, a la hora de poner sus proyectos empresariales negro sobre blanco, la imaginación es el límite.

"Ahí te das cuenta de que cuando les animas a hacer volar su imaginación son capaces de sacar ideas muy originales", incide Nora Irastorza. Y es que parece que los adolescentes vascos sueñan con proyectos emprendedores de lo más variado. "Desde crear unas botas de fútbol innovadoras a academias para ser astronauta, muchos quieren diseñar aplicaciones para móviles, otros piensan en ideas más increíbles como una especie de enfermera robot...", rememora David Maeztu. Y así, animando a los adolescentes que dentro de poco les sucederán en la Universidad o la Formación Profesional a "atreverse a creer en sí mismos", estos siete jóvenes cerraron ayer en Gasteiz un círculo que las nuevas generaciones retomarán a buen seguro el año que viene. Porque aunque esta tormenta de sueños tocara ayer a su fin en la vitoriana sala Cool, la única barrera para emprender, crecer y apostar por un futuro laboral con el que disfrutar durante muchos años está en el ímpetu y las ganas de triunfar y disfrutar tanto en la vida, como en el trabajo.