LA longitud temporal del aplauso que ayer cerró el acto de homenaje brindado en el Ayuntamiento vitoriano a Paquita Sambartolomé da la perfecta medida del carisma de la homenajeada y de la influencia que tuvo en muchos vitorianos. Fue largo, muy largo, y participaron de él miembros de la Corporación, antiguos ediles e incluso un exalcalde José Ángel Cuerda, expresamente invitado al acto por la familia de Paquita, hija adoptiva de Gasteiz por decisión unánime de su Pleno.

En el salón de recepciones no cabía un alfiler, pues no sólo estaban sus familiares, también vecinos de su Abetxuko, compañeros de la lucha vecinal y amigos quisieron asistir a un acto presidido por el alcalde, Javier Maroto. "Paquita sentía en sus venas la sensación de dar voz al sentimiento vecinal, con el grado de credibilidad de quien sabe decir las cosas como son y a quien sea", señaló Maroto, quien no dudó en calificar el acto de ayer como "el más emocionante que he podido hacer como alcalde de Vitoria".

Su hija, Paquita Pérez, rindió el tributo a su madre de la mejor manera posible, retomando su incansable reivindicación y la educada claridad de sus exposiciones. "Gracias de corazón a todos los que han organizado esto de corazón, y gracias protocolarias a quienes lo han hecho por protocolo", dijo para empezar un discurso en el que hizo un alegato en favor de la Casa de Iniciativas de Abetxuko, el sexto hijo de su madre y por tanto "nieto adoptivo" de la ciudad. "Que se le apoye, ese sería un reconocimiento útil", afirmó.

También intervino ayer el actual presidente de la asociación de vecinos Uribe-Nogales, Patxi Godoy que, emocionado, pidió a los poderes municipales que pongan el nombre de Paquita a la calle de Abetxuko donde se ubica la residencia foral de mayores.