Vitoria

emprender con un negocio propio es hoy en día, más que una aventura, una quimera. En un contexto socioeconómico en el que, según datos de Confebask, Euskadi ha perdido un total de 7.367 empresas desde mayo de 2008, jugarse los cuartos con un proyecto propio es ahora mismo una de esas acciones que merecen las loas del mejor de los poetas. En este contexto, la única salida profesional pasa por mirar hacia delante, hacia un futuro global en el que el mercado es el mundo entero, donde el comprador puede estar en Rusia, Chile o Suazilandia y el vendedor... en la calle Duque de Welligton. Allí, desde su oficina en el barrio de Lakua, un gasteiztarra ha visto cristalizar durante los últimos meses un sueño que surgió donde surgen las grandes ideas: en un bar.

Mientras tomaba unas cervezas con sus compañeros del equipo de baloncesto aficionado en el que juega, uno de ellos dejó caer un contratiempo que llevaba días causándole más de un quebradero de cabeza. "Es comercial de productos de moda y nos contó los problemas que tenía para convencer a sus clientes, las zapaterías sobre todo, de que se introdujeran en la venta online", recuerda Eduardo Cortaberria, que como buen informático y especialista en aplicaciones en la nube tardó bien poco en coger el guante y rumiar el germen de su propio proyecto.

"Se me fueron calentando los cascos y al cabo de unos meses monté Alenkia", explica sobre la empresa con la que, junto a un amigo, lleva desde el pasado mes de junio vendiendo zapatillas de deporte a través de Internet. En lugar de montar una tienda o crear su propio comercio electrónico, Eduardo decidió emprender su camino a través de la plataforma de ventas de Amazon, que permite a cualquier persona vender artículos a cambio de una comisión. Apenas cinco meses después de ponerse manos a la obra, el propio gigante de la venta online decidió el pasado mes de noviembre premiar a este emprendedor gasteiztarra por la gran acogida de su iniciativa.

Eduardo fue elegido entre cientos de vendedores de España para ser galardonado como "caso de éxito" en Amazon. Y es que, aunque vende sus zapatillas hasta en cuatro comercios virtuales distintos -entre ellos Rakuten, el Amazon japonés-, el gigante digital creado por Jeff Bezos acapara el 80% de las ventas de esta recién nacida empresa vitoriana. A cambio, la multinacional norteamericana se queda con el 15% de cada transacción. En seis meses Eduardo ha pasado de comercializar cerca de quinientos productos a sumar ya más de mil, y en 2014 sumará nuevas marcas y artículos a su catálogo. "Es complicado porque los proveedores están hartos de que les vaya gente contándoles que quieren vender sus artículos por Internet. Tienes que dar mucha guerra", apunta. Lo que nació entre dos amigos como una idea de emprendimiento "para hacer experimentos con gaseosa" se ha convertido en una pequeña firma que recientemente ha contratado a su primera trabajadora.

"De repente ves que estás creando empleo y que la cosa está funcionando convirtiéndose en algo muy serio, aunque al principio éramos un poco escépticos", admite este vitoriano, cuyo ejemplo emprendedor arroja un poco de luz en estos tiempos en los que todo es pérdida de empresas y destrucción de empleo. En su caso, las nuevas tecnologías y una idea sencilla pero efectiva le han servido para impulsar su negocio y llevar a esta pequeña empresa de Álava a los primeros puestos de venta en Amazon.

"Al principio te sientes como si abrieras una tienda pequeñita en El Boulevard en una esquina de la planta de abajo por la que nunca pasa nadie. Luego vas mejorándola, metiendo muchas horas e incluso cambiándolo todo de arriba a abajo, y cuando te quieres dar cuenta te vas a la cama y a la mañana siguiente tienes un montón de ventas", se congratula Eduardo, que ha basado su éxito en "asumir los gastos de envío para que el cliente no pague nada" y "ofrecer un buen producto que no está en todas las tiendas", con marcas de zapatillas de primer nivel y un amplio tallaje para que, como le ocurría a alguien grande como él, todos los pies encuentren la horma de su zapato. El premio que Amazon le concedió en noviembre fue el reconocimiento a su buen hacer en el sector del comercio electrónico, como bien demuestra la puntuación que su empresa tiene ahora mismo en el baremo de mejores vendedores, un 99 sobre 100. Una media en base a la calificación que otorgan tanto los clientes como la propia Amazon, que además fiscaliza especialmente a las firmas a las que decide premiar con el galardón "caso de éxito".

Gran bretaña y Alemania "Una vez te premian te vigilan al milímetro, con gente dedicada especialmente a controlar que hagas bien tu trabajo, incluso si tienes palabras a las que les faltan las tildes. El premio es una recompensa al trabajo que hemos hecho y te obliga a seguir trabajando más", resalta Eduardo, que conoce perfectamente las diferencias entre el sacrificio que exige una tienda física y un comercio online. "Mis padres tenían tiendas de ropa en Vitoria que ahora lleva mi hermano, así que sé cómo es eso. El comercio electrónico es esclavo de una forma diferente, y de hecho nosotros no nos planteamos en ningún momento abrir una tienda en Vitoria porque quisimos apostar por esta fórmula de vender los productos a través de una plataforma online", subraya. No lo ha necesitado. Con la oficina en Lakua y el almacén parte en Júndiz y parte en los centros logísticos de Amazon en Madrid, en menos de seis meses este vitoriano vende ya sus más de mil zapatillas distintas en países como Francia, Gran Bretaña o Alemania, uno de sus principales mercados en la actualidad.

El caso de este emprendedor gasteiztarra pasa ahora mismo por ser, desgraciadamente, una rara avis en el panorama empresarial del momento en Álava, con muchos proyectos que nacen pero pocos que sobreviven en un contexto cada vez más complicado para el emprendimiento. Con todo, siempre quedan valientes que, como Eduardo, están dispuestos a intentarlo.