hACE diez años, las enormes avenidas, los espacios abiertos y las grandes distancias eran sinónimo del urbanismo moderno. Una década después, los miles de gasteiztarras que han ido a vivir al más joven de los barrios de Vitoria constatan día tras día que esa filosofía urbana más bien les aísla de sus vecinos e impide que Zabalgana sea un barrio en toda la amplitud del concepto.

Por ello, hace unos años varias personas se juntaron, en pleno debate sobre la redensificación, e idearon una manera de crear un foro público autogestionado. Se trataba de algo tan simple como instalar huertos en los solares vacíos del barrio, lugares donde los vecinos podrían reunirse, cultivar sus propias verduras y hortalizas ecológicas y socializarse más allá de la barra del bar o del pintxo pote. Decidieron constituir la asociación Zabalortu y lanzarse a materializar su ilusión. La idea era buena, bonita y barata, y con ella se dirigieron sus promotores al Ayuntamiento vitoriano, donde fueron recibidos con entusiasmo.

"No nos gusta el modelo de los huertos ecológicos de Abetxuko y Olarizu, preferíamos algo autogestionado, que se hiciera en parcelas reservadas para equipamientos, que pongan agua, acondicionen el huerto y a partir de ahí lo gestionen los usuarios en asamblea", señala Juan Ibarrondo, promotor de la idea, escritor y colaborador de DIARIO NOTICIAS DE ÁLAVA.

Los miembros de Zabalortu fueron al Ayuntamiento y trabajaron durante dos años con los técnicos del Centro de Estudios Ambientales y de Espacio Público, y la idea fue tomando forma. "Discutimos sobre qué parcela utilizar y diseñamos el proyecto, basado en la agricultura ecológica", explica Ibarrondo. La filosofía de Zabalortu no es tanto que los vecinos puedan acceder de forma individual a uno de los huertos como que se formen grupos que trabajen en común, y que por otro lado las asociaciones del barrio también tengan su espacio para plantar verduras y hortalizas.

Todo estaba ya negociado con el Ayuntamiento e incluso había una partida reservada de 150.000 euros para equipar el solar, y de repente todo se paró. "Iba a salir la adjudicación del acondicionamiento de la parcela e inexplicablemente se dio marcha atrás, nadie nos da información, ni siquiera los técnicos saben que está pasando", afirma Ibarrondo, quien asegura que se les ha negado la oportunidad de hablar con el equipo de gobierno para ver qué pasa, y por ello han solicitado comparecer en el turno popular del próximo 27 de diciembre para exponer su preocupación.

El promotor de Zabalortu reivindica el "trabajo altruista" desarrollado por los vecinos agrupados en torno a Zabalortu, que "durante dos han trabajado gratis con los técnicos del Ayuntamiento" para dar forma a esta experiencia, ahora congelada. "Lo hemos hecho con toda la ilusión del mundo y en el barrio hay mucha receptividad por este modelo, en Abetxuko y Olarizu hay mucha lista de espera para acceder a un huerto", explica Ibarrondo, quien asegura que en el CEA su proyecto gusta tanto como para exponerlo en un congreso de ciudades sostenibles celebrado en Bruselas.

mano a mano con los técnicos Alicia López de Munain también forma parte de Zabalortu. Su experiencia en el mundo de la agricultura ecológica ha sido de hecho muy importante para dar forma al proyecto de Zabalgana. La asociación primero comprobó cuál era el estado catastral de los posibles emplazamientos, el Ayuntamiento les ofreció dos o tres posibilidades y en Zabalortu eligieron "la que mejor se adaptaba al proyecto" por su orientación y condiciones de soleamiento. Alicia, junto con los dos arquitectos que forman parte de este colectivo, formaron una comisión junto con técnicos de Espacio Público y de los huertos de Abetxuko.

El proyecto, poco a poco, se iba concretando. Había que dotar a la parcela de una acometida de agua, había que vallarla... durante medio año se celebraron varias reuniones en las que se decidió dividir el solar en huertos de 50 metros cuadrados e instalar dos albercas de agua. El Ayuntamiento se debía encargar de desescombrar la parcela, poner tierra, vallar y realizar una "mínima obra", y a partir de ahí todo correría a cargo de los vecinos de Zabalgana. El proyecto, cuenta Alicia, quedó definitivamente cerrado en noviembre, "y ya esperábamos la forma y fecha del concurso público, pero no llega", explica.

El Ayuntamiento, por su parte, explicó esta misma semana que no ha abandonado el proyecto, y que éste se llevará a cabo el año que viene, pero Alicia alerta de que la decisión se debe tomar ya por una sencilla razón. "Es una cuestión de tiempo, pero de tiempo atmosférico, en primavera tiene que estar listo el terreno porque si no se retrasa todo un año, en febrero tienen que empezar las obras", advierte Alicia, quien critica que después de muchos meses de trabajar con los técnicos "ha desaparecido la interlocución, se lo pasan todo entre concejales y necesitamos una respuesta, si nos ceden el terreno lo montamos nosotros mismos, pero así estamos atados de manos".

Alicia explica que el proyecto, de materializarse, puede convertirse en un importante punto de integración en el barrio, aún en construcción en lo social. "En las asambleas hay mucha gente interesada, y la idea es priorizar a los grupos, a la Ampa del centro escolar, a Aspace, a Zabalgana Batuz, a Desazkundea, y favorecer la presencia de niños, primar a la gente con discapacidad...", señala la experta en huertos ecológicos.

No sólo se trata, por tanto, de disfrutar de zanahorias, lechugas y tomates frescos y ecológicos, se trata de "tener un espacio de encuentro en un barrio al que hemos llegado hace tres o cuatro años, un barrio en el que no hay vida porque la gente no se conoce", concluye Alicia.