negociación entre los políticos, pánico entre los ciudadanos. El último mes del año es la época de las mesas redondas, las llamadas incesantes de teléfono, los "ráscame la espalda y te rascará la tuya" y las partidas económicas que aparecen y desaparecen cual Guadiana de los Presupuestos. Y ahí, en medio, ejerciendo de saco de boxeo sin poder hacer mucho más que alzar la voz -que no es poco- está la ciudadanía. Tienen voz, tienen voto y, en el caso de Vitoria, tienen ganas de pelear por lo que es suyo, que al fin y al cabo es lo de todos. Afectadas por los recortes presupuestarios planteados fundamentalmente por el equipo de gobierno municipal (PP), moneda de cambio en tiras y aflojas ajenos, cuatro asociaciones gasteiztarras, con presidentas al frente, desgranan en primera persona cómo les va a afectar la tijera institucional a los vitorianos que representan.
"Si las administraciones funcionaran como debieran, nosotros no tendríamos que existir", sentencia sincera Soraya Pontejo, presidenta de Eginaren Eginez, asociación de personas con discapacidad de Álava. En su caso, el Ayuntamiento pretende eliminar en 2014 la partida de 27.000 euros que este colectivo destinaba a la asesoría jurídica, un servicio legal que prestaban a las personas con discapacidad para resolver dudas y apoyarles en reivindicaciones como la mejora de los accesos en los edificios o el transporte. Tras más de 34 años luchando para que los discapacitados gasteiztarras tengan un punto de encuentro, Eginaren Eginez se topa ahora con el enésimo hachazo institucional, ahogando un poco más su labor diaria. "No se dan cuenta de que lo hacemos revierte directamente en las personas, que realizamos una labor que debería estar cubierta por los servicios públicos de la Diputación y el Ayuntamiento", explica.
Precisamente, el pasado martes, Día internacional de las personas con discapacidad, el Consistorio liderado por el alcalde, Javier Maroto, anunciaba la inclusión de la capital alavesa en algo llamado Red de ciudades por la accesibilidad. "Con la adhesión nos comprometemos públicamente a seguir trabajando para impulsar la accesibilidad en nuestro municipio", decía la concejal de Espacio Público, Leticia Comerón, apenas una semana después de anunciar un recorte a la principal asociación de este ámbito en Vitoria. Ya el pasado año, Eginaren Eginez recibió de la Diputación -liderada igualmente por el Partido Popular- 40.000 euros en lugar de los 90.000 de 2012.
"Nos sentimos una moneda de cambio, utilizados por los políticos", lamenta Pontejo, en una afirmación que comparten el resto de presidentas de este reportaje, como Cristina Benítez. Esta mujer, de la Asociación de Madres y Padres del conservatorio José Uruñuela, se ha topado de repente con la obligación de convertirse en punta de lanza de la reivindicación de todo el centro de danza, cuya tasa Javier Maroto pretende subir un 525% -de 120 a 630 euros- como arma arrojadiza en su conflicto personal con el Gobierno Vasco, al que exige que destine más dinero a este centro porque en él estudian "muchos chicos y chicas que no son de Vitoria".
"Lo que debería ser un honor, que a Vitoria venga gente de fuera a estudiar en el conservatorio, para el alcalde parece ser algo malo", se sorprende Benítez que, de golpe y porrazo, tiene que ponerse delante de políticos para reivindicar los derechos de un centro educativo entero. Y lo que ha encontrado no le gusta demasiado. "Todo esto es nuevo para mí. Yo no sabía que la política se hacía así, pensaba que era otra cosa", se sincera.
"Nos reunimos con el alcalde y nos pidió que le apoyáramos en su petición al Gobierno Vasco, cuando él ni siquiera se ha reunido todavía con ellos formalmente", explica Benítez, que lamenta el hecho de que en Vitoria "cuando hay que recortar en algo siempre se recorta en cultura". Con todo, la presidenta de la AMPA del conservatorio José Uruñuela espera que "los políticos hagan su trabajo", y Javier Maroto desista finalmente en su quimera contra Lakua para, presionado por la oposición municipal, dejar el tasazo en agua de borrajas.
Eso, que todos los problemas que el Ayuntamiento les está causando se evaporen, es precisamente lo que desea Miren Fernández de Landa, presidenta de la Asociación de Concejos de Vitoria (ACOVI). Cansada de vivir como Bill Murray en la película Atrapado en el tiempo, la representante de las entidades locales de la capital alavesa se encuentra ante la misma tesitura de hace un año. Maroto ha borrado con tippex los 83.000 euros que corresponden a la partida para los concejos, y ahora mismo sólo un posible acuerdo con la oposición -o un cambio de opinión del alcalde- podría reincluirla. "Lo que este equipo de gobierno quiere hacer con nosotros es una vergüenza. Está claro que el alcalde no cree en la labor de los asociaciones ni valora el esfuerzo de la ciudadanía. Maroto tendría que estar orgulloso de lo que hacemos los ciudadanos, y sin embargo nos anula y ningunea sacándonos de los Presupuestos", critica sin tapujos Fernández de Landa, que desde ACOVI trabaja para salvaguardar a los 63 pueblos de Vitoria que actualmente, y entre otras cosas, disfrutan de actividades culturales, de ocio y deportivas gracias a ellos. "¿Qué hago con los monitores, o con la persona que trabaja como administrativo para todos esos pueblos? Ahora mismo no les puedo pagar. ¿Les despido? ¿Les digo que trabajen gratis hasta que los políticos se pongan de acuerdo dentro de dos o tres semanas? Están jugando con el pan de muchas familias, con su angustia y su agonía", recuerda Fernández de Landa al alcalde de Vitoria, sobre el que considera que "no tiene ninguna simpatía por una institución tan arraigada como nuestros concejos".
"no somos cuatro amigos" Pese a todo, la presidenta de ACOVI no pierde la esperanza de que el Consistorio recapacite e insufle aire de nuevo en los ahora maltrechos pulmones de las entidades locales vitorianas. Lo contrario supondría su desaparición como colectivo de apoyo a los concejos. "No somos cuatro amiguitos jugando a la política. Nuestra asociación realiza una labor que, si no estamos nosotros, tendría que hacer el propio Ayuntamiento, salvo que quisiera dejar morir a los concejos", apunta ésta, que no quiere despedir la conversación sin exponer la frustración que para una luchadora como ella supone chocar una y otra vez con los muros que Javier Maroto levanta a su paso.
"Al final se te caen las lágrimas viendo lo que se gastan de más en cosas como celebrar la Batalla de Vitoria, mientras tú estás ahí, llamando a todas las puertas, mendigando dinero para no desaparecer porque lo que haces es despreciado por los políticos", lamenta Miren Fernández de Landa, cuya desazón no ha alcanzado aún a otra mujer que lucha, en su caso, por los derechos de todo un barrio. Al frente de Zabalgana Batuz, una de las agrupaciones vecinales recién llegadas al entramado asociativo gasteiztarra de la mano de este joven barrio. Para Leila Martín, el principal foco de frustración estos días es comprobar cómo el Ayuntamiento dice digo donde antes decía Diego.
Esta asociación recibirá en 2014 la mitad de lo que ha recibido este año para actividades como las fiestas, el Olentzero, las actividades para niños y vecinos del barrio... Un tijeretazo al que en el caso de Zabalgana hay que sumar "la cantidad de promesas incumplidas" que han acabado esfumándose del Presupuesto cuando, según el acuerdo del año pasado, debían haberse ejecutado a lo largo de 2013. "Hacen promesas en época de elecciones y luego no las cumplen. Recuerdo un cartel enorme de Javier Maroto en la rotonda de la avenida de Zabalgana con mensajes del tipo "nos preocupamos por el barrio", y ahora mira, otro año de retraso para el centro cívico, los huertos, la haurreskola, el parque infantil, las marquesinas...", enumera Martín como una lista de la compra de la que el alcalde ha olvidado comprar casi todo.
Precisamente, el Ayuntamiento lleva ya unos meses vendiendo sus procesos de participación ciudadana como una especie de segundo advenimiento de Jesucristo, aunque luego parece que la realidad no es tan bonita como parece. "La comunicación con ellos es bastante directa. Si pedimos una reunión con ellos nos la conceden, pero otra cosa es que las propuestas que hagas las tengan en cuenta. Sobre el papel la participación ciudadana es muy bonita, pero a efectos reales no existe", puntualiza la última de estas cuatro mujeres en pie de guerra por los derechos de las personas a las que representan que, en el fondo, somos todos.