Vitoria. ¿Le gusta cómo quedó esa Virgen Blanca que tantas veces cruzó tras la reforma?
La plaza da más sensación de amplitud. No me parece mal. Y respecto al monumento... Quizá quedaría más desangelada sin él.
¿Y el 'look' del Palacio Europa?
Si viene dinero de Europa y hay que gastarlo en algo que tenga que ver con lo verde... Bueno, quizá es un punto.
¿Le convence la ubicación de la nueva estación de autobuses?
Me parece rarilla. Creo que el día en que empiecen a entrar y salir autobuses eso será un caos. Hoy en día ya hay horas del día que resultan desesperantes.
¿Es usted conductor, peatón, bicicletero...?
Soy más de coche, aunque sea imposible usarlo en Vitoria, pero creo que cuando me jubile sí que me apuntaré más a la bicicleta. No obstante, me parece bien que se impongan más exigencias para éstas. Hay algunas que no llevan ni un triste reflector y ciclistas que cometen verdaderas imprudencias. También es verdad que los conductores a veces no respetan y que el peatón tampoco cumple. Reconozco que yo soy un peatón un poco indisciplinado, de la vieja escuela. Vamos, contradictorio (risas).
Ali no es Vitoria.
No, claro. Y no tiene nada que ver haber nacido en Ali con haberlo hecho en Vitoria. De niño aquello era un pueblo y ahora ya no quedan más que los caseríos donde hubo ganado. Da pena, claro, pero la vida va a toda velocidad y no se pueden poner puertas al crecimiento. Recuerdo tantas cosas... Yo fui el más feliz del mundo saliendo del portal de casa para estar en la balsa de Arduia pisando margaritas, jugando al fútbol , corriendo en bici sin gente ni semáforos, con patines, con la goitibehera... Esos años no los cambio absolutamente por nada. Pero qué rápido pasa el tiempo. Uf, uf...
Ya está a punto de jubilarse.
Cuatro meses me quedan.
¿Y cuenta los días?
No, no, yo soy de los raros que no quieren jubilarse.
¡No quiere jubilarse!
(Risas). Porque soy muy feliz trabajando ocho horas y media al día en mi Electra de toda la vida. Voy a cotizar una de días... Eso ya no existe. Lo que a los de mi edad nos tocó vivir no va a volver. Tenías trabajo en todos los sitios y había seguridad. Se vivía de forma más relajada. Ahora todo el mundo tiene la espada de Damocles encima. El futuro de la juventud está complicado. No veo inversiones que podrían reactivar el tejido empresarial.
Por cierto, ¿aún oye 'ahí va Celedón' cuando pasea por Vitoria?
Sí, es todavía habitual que me reconozcan en Vitoria y en sitios más sorprendentes. Es una de las consecuencias de haber encarnado al personaje que más pasiones levanta un día al año durante 21 agostos. No obstante, todo va pasando, porque cada Celedón tiene su gente, su público.