nUNCA llueve a gusto de todos, y por ejemplo, cuando un Ayuntamiento emprende una obra del calibre de la que se está desarrollando en la Avenida Gasteiz, las molestias lo son más para unos que para otros. En este caso, y después de que los comerciantes hicieran acopio de paciencia mientras se remodelaban las aceras del lado este del vial vitoriano, son ahora los conductores los grandes perjudicados por unos trabajos que han obligado a las empresas adjudicatarias a realizar cortes de tráfico y a estrechar carriles en una ciudad en la que moverse en coche es cada vez más complicado.
Nadie esconde que el gran perjudicado del Plan de Movilidad es el coche, y los conductores en cierta medida asumen que sea así, aunque les gustaría que se les tuviera un poco más en cuenta. DIARIO NOTICIAS DE ÁLAVA ha sondeado a varios de esos usuarios del asfalto.
Usuarios como Juan Carlos, repartidor de MRW que pasa doce horas al día al volante de su furgoneta y, por tanto, tiene autoridad suficiente para valorar cómo está el tráfico por la Avenida en esta época de obras. "Es bastante molesto, el otro día cortaron Beato y Badaia y fue un caos, lo que haces en cuatro minutos te cuesta media hora, tienes que dar toda la vuelta", según Juan Carlos, "con el consiguiente aumento del tráfico, porque no eres tú sólo, son todos".
Este repartidor señala que los profesionales del volante en la ciudad ya se han acostumbrado, por ejemplo, a los inconvenientes que genera el tranvía sobre el tráfico rodado, "pero lo demás es bastante molesto", y aunque dice entender que hay que hacer obras y que éstas siempre son incómodas, "cuando te pilla te acuerdas de cierta gente". Eso sí, Juan Carlos dice ser de esas personas que no se alteran demasiado al volante, aunque a veces sea complicado. "Trabajando sí me pongo un poco más nervioso, pero si te tiras doce horas ahí sentado y no eres capaz de llevarlo...", concluye.
La furgoneta de Juan Carlos está aparcada en Sancho El Sabio, otra zona que en su día vivió el caos de las obras y que ahora es un oasis en mitad del ruido generalizado que, en todo caso, se va ya mitigando. Así lo explica Fernando Cuesta, vecino de la Avenida que acaba de aparcar su coche en la calle para llevar unos bultos a casa. "Por aquí -el cruce entre Beato Tomás de Zumárraga y la Avenida- ya han hecho todo el picado, todo el raspado, ya no tenemos ruidos", explica el residente, que no siente que los trabajos estén perjudicando demasiado al tráfico. "Yo la circulación la veo como siempre, pero conduzco muy poco, no es como el que anda todos los días sacando el coche; de hecho hoy lo he cogido de casualidad, y a lo mejor hasta dentro de una semana no lo vuelvo a tocar", explica.
Un poco más abajo, en el cruce con Badaia, cruzar la carretera no es tarea fácil. El semáforo para viandantes no se pone en verde. Pasan los minutos y la gente se apelotona junto al paso de peatones. Hay quien pierde la paciencia y cruza sin mirar entre los reproches de los demás, pero al final todos claudican y pasan con el semáforo en rojo.
en taxi Al otro lado, en la calle Chile, Andrés Besanza espera clientes en la parada de taxi ubicada justo antes del cruce de la Avenida. Tanto él como sus compañeros llevan bastante mal la reforma. "Se nos está haciendo muy incómodo, porque antes podíamos ir por Cruz Blanca y Badaia y ahora sólo por Badaia, hay que esperar muchísimo y, por lo que se ve, esto va a durar", se lamenta.
Según explica Andrés, cuando alguien pide un taxi desde la zona de la calle Gorbea anterior a Badaia, una distancia que a pie apenas supone medio kilómetro se transforma en una excursión por toda la Avenida y, claro, cuando llegan, el cliente no suele recibirles con los brazos abiertos. "Hay que ir hasta la plaza de La Constitución, dar la vuelta, con los semáforos del tranvía, que son muy lentos", y ya entonces puede enfilar Gorbea, pero "tardas mucho, les tienes que cobrar por ese tiempo y te gritan... Mal, muy mal", sentencia.
Andrés apuesta por una mejor planificación para evitar problemas a los conductores, e invita a los usuarios del asfalto a buscar rutas alternativas, pero entiende que a veces no queda otra que ir por donde va todo el mundo. "Si todos nos metemos por aquí es el caos, pero a veces no queda más remedio. Si tengo que ir a Gorbea, 29, tengo que ir por aquí y ya está", afirma.
En general, al gremio del taxi el Plan de Movilidad le ha traído más inconvenientes que beneficios. "De unos años a esta parte conducir es mucho más complicado, porque cuando te metes por las zonas peatonales la gente te mira con cara rara, como diciendo que a ver dónde vamos. Es incómodo, porque molestas al peatón y no nos gusta molestar, pero hay que pasar por obligación", señala.
Son muchos los conductores que vienen de la calle Chile y sí o sí, tienen que cruzar Badaia, una calle de un solo carril y un semáforo a la altura de Gorbea que genera importantes retenciones. De hecho, es habitual que los vehículos se queden atascados en mitad de los raíles del tranvía, lo que genera un lógico nerviosismo en el conductor de turno, que se traduce en bocinazos, que a su vez trasladan el estrés al resto de conductores.
No es ese el problema de Borja Navarro, un ciclista que coge poco la bici y que, también sobre dos ruedas, participa del caos circulatorio de la zona. Eso sí, en mucha menor medida que los conductores. "Yo voy tranquilito, hay veces que te pasa la gente por el carril, pero bueno, tampoco me supone demasiada molestia", señala Borja, para quien no hay duda de que el mayor problema de este tipo de actuaciones "es para los coches". En cualquier caso, a Borja le gustaría ver la zona ya libre de excavadoras y operarios. "A ver si terminan las obras, están durando ya demasiado", afirma.
Jesús Beltrán de Lubiano trabaja en el hotel AC General Álava, como técnico de mantenimiento, y además de ir en coche a trabajar es un observador privilegiado del tráfico en la zona y de la actitud de los conductores. Jesús cree que, en general, las cosas se están haciendo bien. "A mí no me supone molestias porque tengo aparcamiento, sí que tienes que andar con un poco más de cuidado donde tienen puestas las vallas, donde están trabajando, pero lo tienen todo bastante bien organizado y acondicionado, no es una obra caótica, está bien balizado y no hay mayores problemas", explica.
Aún tendrán que echar mano de sus reservas de paciencia los sufridos conductores vitorianos, pues queda todavía media Avenida por reformar. Sin embargo, esta primera mitad concluirá en cuestión de días. La apertura del carril de salida de la ciudad está a punto de producirse, aunque según se explica desde el equipo de gobierno la fecha concreta dependerá de la climatología, pues las capas de imprimación del asfalto no agarran bien si llueve y aunque está semana el tiempo ha sido bueno, el xirimiri de ayer no ayudó.
Además, aunque ya están incluso pintadas las señales horizontales de tráfico, aún quedan por rematar ciertos detalles antes de abrir el nuevo carril a los coches. A partir de ahí, la obra saltará al otro lado de la calle. La vía que actualmente se utiliza para salir de la ciudad se reacondicionará, ampliará y cambiará de sentido, y el más cercano a la acera se ganará para los peatones.