vitoria. Las tragedias golpean con mayor violencia si cabe cuando son niños los que la sufren en primera persona, como el terrible accidente que tuvo lugar ayer en Vitoria cuando el día apenas contaba sus primeras horas de luz. Sucedió alrededor de las 8.30 horas en la calle Portal de Foronda. En el octavo piso del portal número 44 una madre preparaba a su hija de cuatro años para ir al colegio cuando la niña salió a la terraza en un descuido de la madre, se subió a la barandilla para asomarse a la calle y se precipitó al vacío por accidente. Según apuntaron ayer a este periódico fuentes policiales, la investigación se centró desde un principio en un desgraciado accidente como motivo de la caída de la menor, que vivía junto a su madre en el piso de alquiler desde hace "cuatro o cinco meses", como apuntaron a este periódico varios inquilinos del mismo bloque.

De hecho, la mayoría de ellos ni siquiera conocían aún a la madre y a la niña. "Me crucé ayer (por el miércoles) por primera vez con ellas en el ascensor. Pobre niña", lamentaba ayer una de sus vecinas. Hija de una madre de origen sudamericano y un padre vitoriano, la niña fue atendida por los sanitarios a los pocos minutos del suceso, rodeados por un gran número de ertzainas, que dada la cercanía de su central se personaron rápidamente en el lugar. Los servicios médicos intentaron reanimar a la menor, que en ese momento luchaba aún por su vida, durante casi media hora, pero de camino al hospital de Txagorritxu no pudieron sino confirmar su muerte, ingresando cadáver en el centro hospitalario.

La madre, de unos 35 años, tuvo que ser trasladada también a Txagorritxu por un ataque de nervios, tras haber sido la primera en bajar a la calle tras observar que su hija se había caído de la terraza. Una escena que también tuvieron la desdicha de observar a pie de calle algunos vecinos y niños que acudían a clase en ese momento. Una vecina del mismo portal bajó al oír los gritos de la madre para intentar consolar en la medida de lo posible a la madre antes de la llegada de médicos y policía. "He oído un gito y enseguida me he asomado a la ventana y he visto un cuerpo en el suelo. Al principio pensé que se trataba de un atropello, algún coche que se había subido a la calzada, o incluso una bici, que ya ha sucedido otras veces, pero al ver el cuerpo y el rostro de la niña me he dado cuenta de que era la hija de la vecina", relataba ayer otro de los vecinos de este portal de once alturas.

Pasadas las 9.00 horas, poco después del accidente, la zona se encontraba ya vacía y, ayudada por la lluvia que caía copiosamente, nada evidenciaba el descorazonador suceso que acababa de acontecer. De hecho, muchos de los vecinos del bloque ni siquiera se enteraron de lo sucedido a consecuencia de los ruidos que sufre la zona todos los días sobre esa hora. Ubicado a apenas tres metros de una parada de autobús de la línea 4 en la que habitualmente se suben y bajan muchos niños que van a los colegios del barrio, además de estar al otro lado de la carretera del edificio de la Ertzaintza, algunos inquilinos del portal 44 despertaron como un día cualquiera para conocer la noticia una vez bajaron a la calle o, como una vecina, por la llamada de un familiar.

"Me ha llamado mi nuera para preguntarme a ver si estaba bien y si me había enterado de lo que acababa de pasar, entonces he mirado por la ventana y he visto todo el jaleo, porque no me había dado cuenta de nada", explicaba poco antes de criticar la que considera peligrosa construcción de los balcones de este bloque de Portal de Foronda e incidir en el hecho de que madre e hija apenas habían tenido tiempo todavía de conocer al resto de vecinos. Y es que el 8º derecha es un piso de alquiler cuyos inquilinos "han cambiado varias veces en los últimos años".

"un palo horrible" Ese desconocimiento era precisamente lo que intrigaba a media mañana a los vecinos de Arriaga que tomaban un café en el bar Cires, ubicado en la esquina del mismo edificio. "No las conocemos ninguno, pero eso no significa que no sea un palo horrible. Es una tragedia", asumía una vecina mientras al otro lado de la barra también se preguntaban por la identidad de madre e hija, y comentaban lo sucedido consternados por la muerte de la niña. Su fallecimiento se une a la funesta lista de personas que han muerto este año de forma violenta o accidental en el barrio de Arriaga, como el matrimonio que falleció en Voluntaria Entrega o el hombre que murió a manos de su aprendiz de 17 años en mayo.