Vitoria
En la selva de la crisis económica, los buscadores de vivienda se han convertido en una especie minoritaria. Aunque los precios de miles de pisos se hayan derrumbado y se sitúen ya por debajo de su valor real, el crédito sigue sin fluir y la estabilidad laboral no termina de llegar. Por eso, las inmobiliarias de Vitoria que todavía sobreviven al desmoronamiento del sector luchan por atraer a los pocos compradores potenciales del mercado. Dos son los perfiles predominantes: las parejas con capacidad adquisitiva que se toman su tiempo para encontrar el perfecto hogar definitivo y el joven que intenta emanciparse o abandonar el alquiler a muy bajo coste. Una fauna perfectamente definida en la que, de vez en cuando, surge algún que otro cazador de chollos confiado en que el ladrillo vuelva a erigirse en una inversión ventajosa a medio o a largo plazo para poder hacer negocio con su adquisición.
Alrededor de cincuenta personas forman ahora la cartera de clientes de Fincas Urizar, una de las inmobiliarias más veteranas de Vitoria. "Y de ésas, algunas vuelven a menudo y otras no", reconoce el dueño, José Urizar. La mayoría de sus buscadores de vivienda son las "parejas de entre 35 y 45 años, bien situadas, que buscan mejorar". Por eso, lejos de lanzarse a comprar casi "cualquier cosa", buscan una casa con unas características "tan determinadas" que resulta "muy difícil acertar". En la actualidad, el profesional está sacando adelante con bastantes buenos resultados una promoción en Zumabide de 18 pisos. Y el éxito ha residido precisamente en la combinación de un precio muy ajustado con altas prestaciones. "Están en una parcela cerrada, con jardines privados y una óptima distribución, tienen garaje y se ubican en un emplazamiento bueno, porque atravesando el túnel se llega en un momento a la calle San Antonio", explica.
De normal, no obstante, los clientes tardan en dar el paso. "Además de que tiene que salir algo que les encaje al cien por cien, muchos esperan vender en un precio y comprar en el mismo, lo cual a día de hoy resulta muy complicado", explica Urizar. La experiencia en Fincas Uleta es similar. "Toda la gente busca las tres bes, bueno, bonito y barato, y hay quienes se piensan que la vivienda ha bajado más de lo que ha bajado, que de por sí es mucho", expone la gerente, Pilar Carolo. Las parejas que acuden a su inmobiliaria suelen establecer "una horquilla de precios de entre 150.000 y 250.000 euros" en la que incluyen todo eso que antes por un valor así resultaba inimaginable. Según cuenta la experta, sobre esos requisitos económicos previos solicitan "un piso con ascensor, rehabilitado, con tres habitaciones, porque de dos ya pide poca gente, con garaje, camarote, bien ubicado...". Luego, esperan "el tiempo que haga falta, sin prisa", debido a que sólo están dispuestos a gastar en su casa soñada "o a otros motivos", ya sean circunstancias laborales o porque no quieren malvender su hogar actual.
Los jóvenes completan la cartera de clientes de Fincas Uleta. Los hay que buscan emanciparse y quienes esperan sustituir su alquiler por una hipoteca al mismo precio. Para ellos, las viviendas de protección oficial (VPO) de adjudicación directa se han convertido en una interesante solución. La inmobiliaria de Pilar ha gestionado en los últimos tiempos una promoción en Zabalgana con pisos de 90 metros cuadrados, tres dormitorios, dos baños, garaje y trastero a partir de 115.000 euros. "A veces se da el caso de que la sociedad que promueve las VPO tiene que rebajar sus precios por motivos económicos y, en este caso, se fijaron un 20% por debajo de lo que establece el Gobierno Vasco", aclara la profesional. En esta categoría, de hecho, resulta ya más sencillo que las casas nuevas tengan un precio inferior que las de segunda mano. Y ese fenómeno incita a los chavales a bucear en el mercado, más aún cuando muchos de sus amigos fueron agraciados en viejos sorteos y han hecho su vida en las crecientes extremidades de la ciudad.
La dificultad para que los jóvenes den el paso definitivo llega al atravesar la puerta del banco. No todos salen después con un crédito bajo el brazo. Sin embargo, en Inmobiliaria Salburua han detectado últimamente casos de clientes que ni siquiera han necesitado recurrir al préstamo porque "sus padres les dan el dinero o porque han vendido un piso y van buscando algo que no sobrepase los 180.000 euros". Muchas de las personas interesadas "preguntan por VPO, quizá debido a que las viviendas protegidas están más nuevas, y eso que los pisos libres han bajado muchísimo". El dueño de Fincasa, Eduardo Cervera, coincide en que es posible encontrar grandes oportunidades en el parque de viviendas de segunda mano, ideales para solteros o parejas jóvenes que tengan "necesidad". Ahora mismo, "en la calle Zapatería, a sólo 100 metros de la plaza de la Virgen Blanca, tenemos a la venta un piso con una habitación, salón-cocina y baño por 40.000 euros, y está totalmente rehabilitado".
El precio de la vivienda libre experimentó durante el primer semestre de 2013 un descenso del 5,6% en Gasteiz y la sensación de este agente de la propiedad es que aún hay margen para nuevas disminuciones. "Todavía quedan cuatro o cinco años para que esto se arregle, y eso que nunca volveremos a lo de antes, aunque no me parece mal, ya que se alcanzaron cotas abusivas", reconoce. Aun así, Cervera ha detectado en los últimos tiempos el resurgimiento de una vieja especie, escasísima, a la que un profesional avispado puede atrapar con un precio lo suficientemente bajo como para que vea en el ladrillo una herramienta con la que volver a especular a medio o largo plazo. Según explica este profesional, "el 80% de los compradores de vivienda lo son por necesidad, pero el 20% son personas que buscan en plan buitre, que confían en aprovecharse de las rebajas actuales, por debajo del valor base de la vivienda, para luego esperar a mejores tiempos y revender".
Todas las inmobiliarias cuentan en su cartera con viviendas que cuestan ya menos de la mitad que en 2005. Por eso, aunque las ventas continúan cayendo, siempre acaba surgiendo algún que otro comprador. Hay meses especiales, sobre todo por la celebración de ferias, en los que las más competitivas son capaces de realizar más de diez operaciones. De normal, no obstante, suelen oscilar entre dos y cinco. Normalmente, gracias a los jóvenes y las parejas con posibles. Ellos se han convertido en el motor de un sector cada vez más empequeñecido. "Si antes había 120 inmobiliarias, ahora pueden quedar 20", recuerda Cervera. Pero esa es ya "otra historia", una de las muchas que escribió la crisis del ladrillo.