Adelina uriarte pertenece a la cuarta generación de la empresa familiar Construcciones Urrutia, fundada por su bisabuelo, albañil, en 1934. La compañía se constituyó en Sociedad Anónima en 1972 y en 2004 amplió su base accionarial, dando entrada a nuevos profesionales del sector que le ha permitido ampliar su actividad y su cartera de clientes. Ahora, con siete décadas de experiencia en el campo del ladrillo, trata de reinventarse con una apuesta por el modelo passivhaus. En el empeño, asegura a este diario desde su despacho en el barrio de Zabalgana, no sólo le va la vida sino también el futuro de la empresa. Un reto acorde a los nuevos tiempos que no tiene marcha atrás. "Se trata de aguantar el tipo un par de años más y salir de esta crisis fortalecidos, construyendo mejor y, sobre todo, de forma más eficiente a partir de este estandar de edificios pasivos que es tan razonable y confortable", sostiene Uriarte. Después de una primera incursión en el passivhaus de la mano de un complejo de viviendas unifamiliares en Junguitu, el reconocimiento a su labor le ha llegado ahora desde el otro lado del charco. Concretamente desde el Concurso Iberoamericano Pasivvhaus, que en su segunda edición acaba de premiar su proyecto Multiplícate por diez, una propuesta para edificar 30 viviendas inteligentes en el barrio de Zabalgana. Un proyecto absolutamente innovador en el Estado que ha supuesto un espaldarazo para la constructora alavesa. "Es señal de que vamos por el buen camino y de que propuestas de este tipo no son una utopía", sostiene su promotora. Según el jurado del concurso, la acreditación de su reconocimiento -se impuso ante quince finalistas de Portugal y Sudamérica- se basa en aspectos como la sociabilidad del proyecto, que pone el estandar passivhaus al alcande de todos los públicos, su experiencia previa en Junguitu, la labor divulgativa de la propia Uriarte y el uso de materiales convencionales para la edificación del bloque de viviendas de Zabalgana previsto. Si todo transcurre en tiempo y forma, el inicio de las obras podría comenzar durante el primer trimestre del año que viene y concluir a finales de 2015. "Afortunadamente existe interés por adquirir una de estas viviendas -están valoradas entre los 215.000 euros y los 272.000 euros, sin IVA-, sin embargo los problemas con la financiación están retrasando las entradas", defiende la promotora.
Carpintería Llodiana y Gámiz El fenómeno de Urrutia no es único. Bajo ese extenso paraguas que cubría hasta no hace mucho el mundo del ladrillo se esconden otras realidades como las de dos grupos madereros con amplia experiencia en el sector alavés. Carpintería Llodiana, en la brecha desde hace 61 años, y Grupo Gámiz, ubicado en Santa Cruz de Campezo desde 1942. Dos ejemplos clarividentes de compañías que vieron venir la crisis y actuaron en consecuencia. De una parte Llodiana, apostando por la especialización en puertas y ventanas con un sistema propio de súperaislamiento que, según sus promotores, puede reportar a una vivienda de tipo medio un ahorro energético de hasta el 95% en invierno. Y de otro, Grupo Gámiz, diversificando su negocio hasta segmentarlo en cuatro áreas y acentuando, sobre todo, su presencia en los mercados exteriores como Francia y Alemania, históricamente más proclives al uso y disfrute de la madera como material de construcción.
Jesús Gámiz, uno de los responsables de esta pyme familiar -emplea en estos momentos a 70 trabajadores, la mayoría residentes en la Montaña alavesa- abunda en esta cuestión al confirmar que sin la internacionalización emprendida hace años "estaríamos literalmente muertos". Afortunadamente, el espíritu inquieto de quien se sabe incomunicado en la montaña, como es su caso, siempre ha estado presente en esta familia de madereros, para quienes la innovación es casi una obligación. En este sentido, hace cinco años que iniciaron un ambicioso proyecto para patentar un tipo de madera que presumían revolucionaria. Una viga laminada de roble para uso estructural que Alemania acaba de certificar. "Se trata de un hito histórico para nosotros porque es el primer certificado de este tipo que se consigue en el mundo", subraya Gámiz. En consecuencia, la singularidad de pedidos no han tardado en llegar. Uno de los más llamativos les llevará en las próximas semanas hasta la capital alemana de Colonia, donde suministrarán 29 metros cúbicos de viga (equivalente a un camión) para completar una descomunal mezquita que la comunidad turca está levantando en la ciudad.
Sin de momento tanta vocación exportadora logra sobrevivir la carpintería que dirige Óscar Huidobro, en Llodio. Una pyme de dimensión reducida -da empleo a 15 trabajadores- pero extraordinariamente ambiciosa. Prueba de ello es la propia estructura de la empresa, que cuenta incluso con un departamento de Desarrollo de Producto "para evitar ser presa de nadie", reconoce su gerente. Hace seis años que acopló la I+D a sus procesos con éxito, forjando desde entonces un nombre en el sector que le permite afrontar el futuro con algo de perspectiva. La clave, concluye su gerente, reside en mantener el mismo espíritu que les ha permitido llegar hasta aquí: "Ver y mejorar".