Vitoria. Tras el carpetazo que el consejo de Ensanche 21 dio el martes al BAI Center, la sociedad municipal ya ha fijado fecha para saber qué hará con el gerente de este auditorio, José Ramón Villar. Será el próximo miércoles, a las 9.00 horas, cuando el director tendrá la oportunidad, tal y como aprobaron en mayoría los consejeros, de explayarse sobre los dos años de labores al frente del complejo que se iban a cumplir el próximo día 31.

En ese momento se decidirá si se le cesa o no de un cargo que no ha estado exento de polémica, por los 94.000 euros de salario fijo anual que Villar, fichaje estrella de los socialistas, cobraba. La lógica política obliga a rescindir el contrato del que fuera director del bufete de abogados de Garrigues Walker en Manhattan, ya que desde 2009 ha liderado y defendido la gestión de un proyecto que el PP y Bildu han paralizado. De hecho, una de los miembros de esta coalición, Itziar Amestoy, ya explicó el martes que habían sugerido este consejo extraordinario de Ensanche 21 para que Villar "pueda hacer un descargo de su trabajo para poder valorar todo lo que tenga que ver con su indemnización".

Sólo que esta compensación económica se encuentra con un escollo en su camino: el contrato del gerente incluye una cláusula de rescisión por la que, en caso de enseñarle la puerta de salida, éste se embolsaría lo equivalente a un año de salario fijo; esto es, 94.000 euros.

Lo que está claro, según asegura el alcalde de Vitoria, Javier Maroto, es que Villar le dijo claramente que durante este tiempo no había firmado ningún contrato de esponsorización ni tampoco había cerrado los relacionados con la programación cultural. Aunque Villar era la piedra angular del BAI Center, el arquitecto y diseñador del complejo, Mariano Bayón, junto con el ingeniero Yasuhisa Toyota, responsable de la firma Nagata Acoustics, eran los otros dos pilares sobre los que se sustentaba el equipamiento de la plaza Euskaltzaindia. Dos nuevos nombres que se pusieron al frente de la nave para asegurar las virtudes arquitectónicas y acústicas del palacio, que aún así no lograron evitar que la ciudadanía empezara a echar cuentas con los siete actos a la semana que tenía que albergar el BAI Center, y que rozaran el lleno, para que fuera una inversión rentable.