vitoria. El alcalde de Vitoria, el popular Javier Maroto, estrenó ayer el cargo apelando a la cohesión de la ciudad, a su voluntad de gobernar para todos, a la necesidad de escuchar la voz de la calle. Fue un Pleno de investidura sin sorpresas ni aspavientos. Una situación que contrastó con las movilizaciones de la Plaza Nueva, donde un grupo vinculado al 15-M -la Ola después se desvinculó de lo ocurrido, ya que la mayoría decidió protestar en la Virgen Blanca- al grito de Ésta es la democracia que tenemos. Este tipo de consignas son el reflejo de una crisis económica que, precisamente, ha estado muy presente en el castigo a la legislatura del socialista Patxi Lazcoz y en la recompensa a Javier Maroto. El primer edil, por ello, optó por apelar a la ilusión, a la necesidad prioritaria de resolver el desempleo, a la exigencia de austeridad.

La crisis fue también la clave en la campaña electoral del PP, en la que se volcó saliendo a la calle, planteando proyectos concretos, reivindicando que son una garantía para volver a tiempos mejores. Y el electorado le premió con nueve concejales. Los mismos que hace cuatro años, pero que esta vez le sitúan al frente de la Casa Consistorial tras la calma del PNV -otra vez seis ediles-, el descalabro del PSE -seis- y la sorprendente irrupción de Bildu -otros seis-. Este reparto de fuerzas, además de abrir el abanico de los apoyos en el Ayuntamiento, garantizaba la llegada de Maroto al sillón de la Alcaldía. El tradicional respeto de Vitoria a la fuerza más votada permitió al PP celebrar su victoria y su regreso al poder tras cuatro años de gabinete Lazcoz.

Maroto se convirtió en alcalde únicamente con sus votos: tanto PSE, que en un principio había barajado apoyar la candidatura popular, como PNV votaron en blanco, y sólo Bildu mantuvo su candidatura a hacerse con la makila. El PP hizo valer esa mayoría simple para confirmar su ascenso de nuevo a la parte alta de la Casa Consistorial, aunque esta situación en minoría le obligará a buscar apoyos. El propio Lazcoz le tendió ayer la mano.

El respeto marcó una ceremonia sin sobresaltos. Al menos, de puertas adentro. La Casa Consistorial se vistió para la ocasión y preparó un aperitivo en uno de los vestíbulos -llamó la atención ver un tirador de cerveza al lado de los retratos pintados por Javier Ortiz de Guinea de los alcaldes Alfredo Marco Tabar, José Ángel Cuerda y Alfonso Alonso-, reforzó la seguridad hasta el punto de que algunas visitas tuvieron que esforzarse para entrar y sacó bancos al pasillo para ganar espacio, dado que el salón de plenos volvió a quedarse pequeño. Sus 14 asientos entre el público se vendieron caros y, entre los grupos de la oposición, se criticó que el PP había copado el reparto. La ocasión lo merecía. Tanto, que incluso el líder popular, Mariano Rajoy, asistió a la cita. Lo prometió durante la campaña electoral y ayer, aunque llegara a apenas un cuarto de hora del inicio de la ceremonia, cumplió. El líder de la oposición dio las gracias a quienes habían apoyado la candidatura del PP: "Responderemos a esa confianza. Estaremos a la altura de las circunstancias".

El Pleno arrancó, puntual, a las 13.30 horas. Fernando Aránguiz e Itziar Amestoy, el mayor concejal de Vitoria y la más joven, conformaron la Mesa de Edad y, uno a uno, se procedió al juramento del cargo de los nuevos concejales. Se hizo por orden alfabético, aunque Antxon Belakortu (Bildu) curiosamente fue el último. La mayoría optó por prometer en lugar de jurar -una elección que permite la ley para respetar la sensibilidad de los corporativos- y lo hizo en euskera. Una vez reunida la nueva Corporación municipal, sólo PP y Bildu mantuvieron sus candidaturas a la Alcaldía, y Maroto tomó posesión como alcalde sobre las 13.45 horas, tras el abrazo de un Aránguiz que le otorgó el bastón de mando. Desde la calle aumentaron entonces los gritos de los indignados pidiendo "libertad de expresión".

Javier Maroto se convirtió así en el sucesor de Patxi Lazcoz, que fue el segundo excandidato en felicitarle, justo después de Gorka Urtaran y antes que Kike Fernández de Pinedo. Maroto, muy contenido en todo momento, se mostró emocionado al agradecer el apoyo a su familia. Entre el público, en primera fila, sus padres -Ramón Maroto y Margarita Aranzábal- asistieron al acto, al día en que Javier Maroto hizo historia al convertirse en el nuevo alcalde de Vitoria. Comienza la legislatura Maroto con los mismos retos que acabó la etapa Lazcoz: la crisis y el desempleo entre los ciudadanos, la necesidad de buscar apoyos en las instituciones. El nuevo Ayuntamiento ya es una realidad.