vitoria. Tras diez años cercado por las vallas al servicio de la Catedral Vieja, el espacio urbano que destapó las claves para el conocimiento de la verdadera historia de la primitiva Gasteiz vuelve al ciudadano. Es el tramo del cantón de Santa María que se agazapa al norte de la iglesia, delimitado por Chiquita y Fray Zacarías, aquel que en una década sólo se ha abierto para la procesión de los Faroles. Según ha podido saber DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, ya han finalizado las labores de recuperación del espacio, degradado por su frenética actividad a cuenta del Abierto por obras. Así que este mismo mes se reincorporará a la red viaria de la colina como lo que en su día fue, un importante cruce de caminos para ambas laderas, y con un nuevo uso añadido: una parte dará cobijo a dos ascensores que llevarán a los visitantes del templo a la nave central y a la parte inferior del cuerpo de campanas, respectivamente.
No hay ningún otro sitio en el Casco donde tan pocos metros de calzada signifiquen tanto. Con la puesta en marcha de la Fundación Catedral Santa María, el tramo norte del cantón dejó de ser una bolera para convertirse en el centro de operaciones del Abierto por obras. Allí se descubrieron unos enterramientos humanos que apuntaban en dirección distinta a cuantos esqueletos se habían encontrado hasta aquel momento en la zona. Fue un hallazgo decisivo para conocer la auténtica antigüedad de Gasteiz y redescubrir la historia de la ciudad. Pero no el único.
Al derribarse varios elementos sin valor arquitectónico -la residencia del sacristán, la sacristía de los beneficiados, los muros adosados...-, surgió un arco cortado durante la construcción de la nave central de la Catedral Vieja que originariamente había medido 7x6 metros. Era la gran puerta de la ciudad. La puerta de una gran ciudad. Las dimensiones de la estructura evidenciaron que la Gasteiz que ilustrábamos como una pequeña aldea fue importante desde el punto de vista administrativo y poblacional desde sus orígenes
Son vitales las historias que recorren la costura norte del cantón de Santa María, como ha sido también decisiva la labor que ha desempeñado para la rehabilitación de la Catedral Vieja. La Fundación ha utilizado este espacio como taller de piedra, centro de distribución de materiales, espacio de acogida de los visitantes del templo y área expositiva. En los últimos diez años, no ha habido un día que haya descansado. Pero ahora que los trabajos enfilan la recta final, por fin le ha tocado respirar. Aunque seguirá presente el Abierto por obras con la inauguración la próxima semana de los dos ascensores de acceso a distintas zonas del templo, el tramo se liberará de las vallas y volverá a formar parte del callejero del Casco Viejo con carácter peatonal. Si lo atraviesan vehículos, serán municipales o de emergencias.
El tramo se mantendrá abierto incluso cuando se ejecute el arreglo definitivo. Una obra que contempla, más allá de la actual rehabilitación del pavimento, actuaciones como la renovación de la red de abastecimiento. Pero eso será en 18 meses.