vitoria. La ruptura del pacto de la vivienda en Vitoria es una metáfora del alejamiento PP-PSE en el Ayuntamiento a pesar de la entente que ambas formaciones guardan en el Parlamento Vasco, por ejemplo. Los acuerdos presupuestarios rubricados a principios de la década por Alfonso Alonso y Patxi Lazcoz han quedado en el olvido, sustituidos por los ahora suscritos entre socialistas y jeltzales.

Alonso fue -junto con el socialista Jesús Loza- quien hace una década propició el pacto de la vivienda, que abrió la veda a la construcción masiva de VPO en Vitoria. Curiosamente, diez años después es el presidente de los populares alaveses quien decide romper el acuerdo haciendo que su partido, de la mano de Javier Maroto, vote en contra de la redensificación de Salburua y Zabalgana. Una mera excusa, en palabras del resto de grupos municipales, encaminada a marcar distancia de cara a las elecciones de mayo, amén de conseguir más votos entre los vecinos de estos barrios que se oponen a la construcción de más pisos de los previstos inicialmente.

Las consecuencias que la brecha abierta pueda tener en la política de vivienda no parecen ir más allá de lo simbólico. Por un lado, el PP carece del poder (votos) suficiente para paralizar el proyecto de redensificación, que sí respalda el resto de grupos. Por otro, en materia de pisos protegidos ya está puesta toda la carne en el asador.

Gasteiz se ha expandido por norte, este y oeste todo lo previsto y más hasta satisfacer la necesidad de vivienda protegida de sus ciudadanos. De hecho, ya hay voces que advierten de que a medio plazo sobrarán casas. En una década, la lista de espera de los aspirantes a un piso se ha reducido drásticamente de más de 15.000 solicitantes a apenas 1.800. Y sin restar valor a lo que aún queda por hacer -planes renove, realojos y rehabilitaciones de pisos- no parece que vaya a resurgir el boom inmobiliario de años pasados.

Aun así, populares y socialistas tendrán todavía que explicar por qué dan por roto un pacto que hasta ahora ambos han tachado de inquebrantable y tremendamente positivo para la ciudad. Otro ejemplo de consenso que ahora se torna disenso.