E L depósito de Yurre afronta, por fin, la recta hacia su inauguración. Esta infraestructura para prevenir inundaciones se adjudicó en 2006 y, desde entonces, su historia ha venido marcada por retrasos, encarecimientos e, incluso, la posibilidad de que la inversión acabara desvaneciéndose por el desagüe. El gabinete Lazcoz, sin embargo, confirmó esta misma semana que sólo faltan los últimos remates del proyecto. Pero tampoco estas últimas líneas se escribirán sin polémica.

La concejala de Vía Pública, la socialista Marian Gutiérrez, ya apuntó a comienzos del pasado marzo que la construcción del depósito estaba "a punto de caramelo". Es más, concretó que estaría finalizado en abril. No obstante, esta semana matizó que el remate tendría lugar entre finales del presente mes y la primera quincena de mayo. Este posible retraso no tendría mayor relevancia si no se tratara de un recinto que, desde el principio hasta el final, se ha reservado un hueco privilegiado en los debates de la Casa Consistorial. "Un completo desastre" o "una locura" son algunas de las valoraciones que se ha ganado este proyecto, que arrancó durante la pasada legislatura y parece haberse convertido para Vitoria en su particular balsa de Noryeste, un proyecto de la Diputación también conocido por sus filtraciones.

El objetivo del depósito de tormentas era evitar las crecidas procedentes del Zadorra en épocas de lluvia y reducir los vertidos de aguas residuales al río. El tanque se adjudicó a comienzos de 2006 por 4,8 millones de euros. Cuatro de ellos procedían de fondos europeos y el resto, de las arcas municipales. Sin embargo, el encarecimiento del proyecto fue un goteo constante.

Las primeras noticias sobre filtraciones se conocieron ya en mayo de 2006, durante los trabajos de excavación. El problema pudo controlarse con ayuda de una bomba. En noviembre, sin embargo, surgió una importante vía de agua que, esta vez, sólo podía solucionarse con un equipo más potente. La unión de empresas encargada del proyecto optó entonces, en una decisión conjunta con el Ayuntamiento, acudir a un experto para buscar cómo reparar el desaguisado. Se presentaron tres alternativas: tapar el agujero con hormigón, instalar una pantalla de impermeabilización o desviar el río.

Los meses transcurrieron entonces entre pruebas y auditorías, pero el tema parecía sin encauzarse. En julio de 2009, la responsable de Vía Pública decidió plantarse: o el tanque demostraba que podía ser operativo o se descartaba definitivamente. En aquel momento, la obra se había disparado hasta los 7 millones de euros -los fondos europeos se mantenían en cuatro- y acumulaba dos años de retraso. La última actuación, en cualquier caso, pareció surtir efecto. "Parece que el tanque va bien", avanzó Gutiérrez.

Esas buenas sensaciones parecen haberse confirmado ahora. Hace un mes, el equipo de gobierno certificó que sólo faltaba acondicionar el exterior del recinto. Eso sí, todavía no hay fecha de inauguración, algo que fue criticado por EA. Con este depósito tormentoso, parece que nunca paran de llover imprevistos.