El Casco Viejo evoluciona a cuchillo. Con Cuchillería, la Kutxi, como la médula espinal del proceso de revitalización que germinó en la colina hace un año y medio. No podía ser de otra forma. Esta calle, que nació a principios del siglo XIII bajo el mando de Alfonso X el Sabio, fue la Dato castiza de la ciudad durante décadas. Allí se coció gran parte de la actividad de la capital hasta que, hace más de veinte años, la borboteante olla de los pequeños negocios familiares empezó a sufrir fisuras, sobre todo por la falta de relevo generacional. Las persianas bajadas empezaron a hacerse notar y muchos vecinos, hartos de los achaques de sus viviendas, abandonaron la colina. No fue el caso de Beatriz, copropietaria de Victofer, una tienda de las más antiguas de Vitoria, ni de Roberto, que sigue fiel al segundo tramo de la vecindad tras 42 años en ella. Lo de estos dos gasteiztarras es amor por Cuchillería, un sentimiento sólido e incondicional que, eso sí, es capaz de compartir espacio con la pasión de quienes llevan poco tiempo formando parte de la calle. Es el caso de las peluqueras Marian e Itxaso o de la joven Iratxe. Visiones distintas y complementarias de una vía que, poco a poco, recobra su trono.
beatriz fernández
Victofer: 88 años en la Kutxi
El abuelo de Beatriz Fernández fundó en 1922, en el primer tramo de la calle Cuchillería, la tienda Victofer.
Ella nació 49 años después. Y ahora es la dueña del paraíso vitoriano de las conservas naturales junto a sus dos hermanos y su madre. Ninguna de las generaciones posteriores al aitona quiso abandonar el negocio. Han sabido estar en los buenos y malos momentos, y lamentan que los buenos terminaran hace tanto tiempo. "Cuando era pequeña, aquí había mucho comercio, una zapatería, tres tiendas de alimentación, los bares estaban abiertos todo el día, el poteo era constante... Esto fue la calle Dato del Casco hasta finales de los ochenta", recuerda, con nostalgia, la joven.
Fue por esa época cuando Victofer se trasladó a la lonja contigua. La original soportaba el peso de un edificio que corría el riesgo de caerse a pedazos: hubo que derribarlo entero y, tras la reconstrucción, el viejo local pasó a hacer las funciones de almacén. Sin embargo, otros vitorianos que se encontraron ante la misma tesitura optaron por marcharse. No podían permitirse una restauración integral de sus viviendas. "Además, el problema no es sólo que estuvieran muy viejas o no hubiera ayudas, sino que no se podía poner ascensor, los pisos eran muy pequeños... Así que las familias, al aumentar de tamaño, se iban de la colina", explica Beatriz. En este tiempo, ha tenido que decir adiós a "bastante gente".
Ante el proyecto de revitalización del Casco, la joven se muestra expectante. "Sí que da la sensación de que el Ayuntamiento quiere arreglar el problema de la Kutxi y el Casco, pero no es tan fácil porque ha estado abandonada mucho tiempo", afirma Beatriz, quien considera que "no vale con cambiar la baldosa". "La calle ha quedado bonita, tras seis meses larguísimos de obras con una malísima planificación, pero eso es sólo maquillaje". A su juicio, el Consistorio debe hacer dos cosas: por un lado, impulsar la implantación de más servicios al estilo de la Fundación Mejora, que "ha hecho mucho por la calle, más que el Bibat, gracias al fluir continuo de personas"; y, por otro, dar solución a la falta de aparcamientos en el Casco. "Dicen que en breve se va a presentar el estudio definitivo de El Campillo. Cuando mi padre tenía 35 años, el estudio también era definitivo", critica la joven, quien aprovecha para solicitar "una mejor iluminación para la calle".
itxaso aldeano y marian pérez
La Pelu: recién aterrizada
Itxaso y Marian guardan recuerdos "súper bonitos" de la Kutxi cuando era la calle por la que salían de marcha. Y ahora que se ha convertido en la calle en la que trabajan, su felicidad es máxima. "Teníamos muy claro que, si montábamos nuestro propio negocio, tenía que estar aquí", afirman. El proyecto de revitalización del Casco Viejo les vino de perlas para conseguir su propósito. "Las ayudas que se ofrecen para montar un local son magníficas, aunque hay poca información. Al principio íbamos de tienda en tienda, parecía que queríamos jubilar a la gente, hasta que supimos del programa del Ayuntamiento", explica la pareja.
Recién aterrizada en la calle, el despegue de La Pelu de la Kutxi ha sido meteórico. "Nos vienen muchos trabajadores de la calle y, también, vecinos. Las señoras que se hacen rulos, incluso una mujer de 92 años, y también un montón de chicos jóvenes". Y el ambiente, al compás del secador, resulta de lo más cálido. "Sabía que iba a ser así. La gente de la calle y de todo el Casco es súper sana", sostiene Itxaso, que en breve se convertirá en una habitante más de la colina.
Estas dos peluqueras no han sufrido los inconvenientes de las obras, así que sólo tienen buenas palabras para la transformación física de esta arteria. "Antes era más oscura, estaba más sucia, y ahora ha quedado bonita, amplia, más luminosa, y se ven más paseantes", opinan. Eso sí, a su juicio la verdadera revitalización de la Kutxi tiene que llegar a través de la implantación de nuevos negocios. "Por nuestra experiencia, estamos convencidas de que en esta calle tan estratégicamente situada hay grandes posibilidades para los emprendedores. Aquí hay futuro para mucha gente", sostienen. A su juicio, la falta de aparcamientos en el Casco Viejo no es un obstáculo. "Quien quiera venir tiene el transporte público", apuntan.
Roberto otxoa de aspuru
42 años en la segunda vecindad
La vida de Roberto es pura Cuchillería. Lleva en esta calle tanto tiempo como sus años, 42. Ahí está su casa y su negocio, el bar Kirol. Y jamás ha pensado en buscar piso en otra zona de la ciudad ni cambiar de trabajo. "Me gusta esto, que todo el mundo se conozca, el ambiente familiar, y los ruidos del fin de semana no me molestan. Creo que sin ellos ya no podría dormir", afirma este gasteiztarra, quien no acaba de comprender por qué la calle que era pura ebullición cuando apenas levantaba un metro del suelo sufrió al cabo de unos años "un bajón". "Recuerdo que de pequeño iba a hacer recados a la pescadería, al ultramarinos, que los bares funcionaban todo el día. Los mayores salían a potear. Y venía gente de toda Vitoria", explica. Así, hasta hace quince años, un tiempo durante el cual la vecindad se ha sentido "desamparada". Así que, ante el proceso de revitalización iniciado por el Ayuntamiento, él ha optado por el escepticismo.
"Se supone que para 2014 terminarán las actuaciones. Me parece muy optimista querer arreglar la situación de la Kutxi y el Casco en ese margen tan estrecho después de varias décadas en el olvido", opina este vecino, quien no puede ocultar su malestar por cómo se llevó a cabo la reforma integral de la vía el año pasado. "La organización fue muy mala. Tuvimos que soportar agujeros, zanjas, los accesos se dejaron fatal, hubo accidentes de peatones", critica Roberto, quien duda de que las molestias hubieran sido tantas si la intervención se hubiera llevado a cabo en alguna arteria de la zona noble de Vitoria.
¿Pero merecieron la pena? "La calle ha quedado bonita, eso está claro", aprueba. Ahora, según dice, toca "mejorar la iluminación y soterrar cables que se han dejado fuera en algunos tramos". Obras aparte, está encantado con que Cuchillería se haya convertido en un foco de atracción para nuevos negocios. "A los vecinos nos viene bien, y como hostelero es estupendo. Cuantos más comercios, mejor para todos".
iratxe gonzález
El primer piso de soltera
Cuando empezó a buscar piso para salir de la casa de sus padres, Iratxe tenía claro que, si iba a vivir en el Casco Viejo, su calle debía ser Cuchillería. "Entonces ya era la que más ambiente tenía. Por eso, y por seguridad, la prefería a otras zonas como Nueva Dentro", explica. Recaló en el portal 5 y, dos años y medio después, no se arrepiente de su decisión: "No he tenido problemas de ruido, que es el problema del Casco Viejo, porque la vivienda me da a un patio interior, y he podido disfrutar de sus virtudes, como el ambiente familiar". Familiar y juvenil. "Se dice que en la colina hay mucha gente mayor e inmigrantes, pero la verdad es que, por la falta de ascensores, el precio de alquiler y el tamaño de las viviendas, vivimos cada vez más jóvenes".
Iratxe ha sido testigo del antes y después de Cuchillería impulsado por la Agencia de Revitalización del Casco Viejo. El nuevo aspecto de la calle le gusta, aunque asegura que las obras fueron un suplicio. "El tramo de mi calle lo abrieron, lo cerraron y lo volvieron a abrir. El portal estaba siempre asqueroso, entraron ratas procedentes de las zanjas. Los seis meses más largos de mi vida". Ahora, sólo espera que Cuchillería se consolide como el eje del Casco.