- La dirigente ultraderechista francesa Marine Le Pen volvió a quedarse ayer a las puertas de lograr un gobierno regional, en la segunda vuelta de unas elecciones en las que la derecha y la izquierda mantuvieron sus feudos.

Todos los ojos estaban puestos en Provenza-Alpes-Costa Azul (PACA), donde el candidato de la ultraderechista Agrupación Nacional (AN) Thierry Mariani (36,38%) adelantó al conservador Renaud Muselier (31,91%) en la primera vuelta, pero que en esta última ronda se vio relegado al segundo lugar.

Ayer, Muselier se impuso con entre el 57 y el 55% de los votos, según los resultados parciales. “Habéis respondido a la amenaza de la extrema derecha” para dejar a la región “libre” de un gobierno de esa ideología, proclamó el dirigente conservador regional.

El llamado “frente republicano” o cordón sanitario, con la retirada de la candidatura de la izquierda tras la primera vuelta del pasado domingo, funcionó de nuevo y bloqueó las aspiraciones de la formación en unos comicios que a menos de un año de las presidenciales se veían como su trampolín hacia ellas. “Ha ganado la lógica de la unidad” de los partidos para frenar a la ultraderecha, recalcó Muselier.

Esa región era la única en la que la AN partía con ventaja. Aunque los sondeos previos a las elecciones le dieron posibilidades de victoria en seis de las 13 circunscripciones metropolitanas en juego, solo se había mantenido líder en ella.

Le Pen achacó la derrota a las “alianzas contra natura” efectuadas contra su partido. “Han hecho todo para impedir que mostremos a los franceses nuestra capacidad para dirigir un gobierno regional”, señaló poco después del cierre de las urnas en una breve declaración en la que citó a los franceses para las presidenciales de 2022 para lograr el cambio que según ella Francia necesita.

Su fracaso mantuvo el mapa político de 2015 intacto. La lista de la izquierda, según estimaciones y resultados provisionales, se quedó en sus cinco regiones, los nacionalistas en Córcega y el centroderechista Los Republicanos en siete, incluida la parisina. “La derecha es claramente hoy la única fuerza de alternancia”, apuntó el jefe de Los Republicanos, Christian Jacob, que subrayó la “humillación” sufrida por el partido del presidente Emmanuel Macron, La República en Marcha, creado en 2017, que pagó de nuevo su falta de implantación territorial y solo se hizo con el 7% de los votos.

Su delegado general, Stanislas Guerini, reconoció la decepción, pero puso el foco en la alta abstención registrada, que según distintos institutos demoscópicos se situó entre el 64 % y el 66 %, un récord para una segunda vuelta. “Es algo que no puede dejar insensible a ningún responsable político”, sostuvo el representante de la mayoría presidencial.

En la primera ronda, el pasado domingo, un 66,7% del electorado no se movilizó. Fue el porcentaje más alto de la V República, instaurada en 1958, a excepción del referéndum del año 2000 que redujo de siete a cinco años el mandato presidencial y en el que no votaron el 69,81 % de los ciudadanos.

Macron había prometido antes de la primera vuelta que no sacaría ninguna conclusión nacional de unas elecciones locales. Aunque entre sus filas se reconoció a la prensa que salen debilitados, la cadena BFM TV avanzó que no habrá remodelación gubernamental, sino “ajustes necesarios y limitados”.

Los únicos dos partidos que no habían querido salirse de la lectura local de estos resultados fueron de hecho los perdedores. “Hay dos bloques que salen reforzados. Indudablemente el de derechas, pero también el ecologista y de izquierdas. Mañana comienzan otras elecciones”, afirmó el eurodiputado ecologista Yannick Jadot, posible candidato en 2022.

El Partido Socialista se posicionó como eje de ese segundo grupo: “La fuerza motriz que es el PS tiene el deber de agrupar a la izquierda y a los ecologistas para poder ir hacia las presidenciales”, dijo el primer secretario de la formación, Olivier Faure.