La reducción del consumo de plástico es solo un ejemplo de esta apuesta por tomarnos más en serio nuestro entorno. Independientemente de cuál sean las intenciones, interesadas o no, bienvenidas sean. Siguiendo estos parámetros, es lógico pensar que la industria automotriz asumiría su peso en materia de contaminación y, por ello, ha dado un giro a su enfoque para estar a la altura de las exigencias. Y no solo de las leyes: los propios consumidores se muestran más concienciados, por lo que exigen, junto a las prestaciones clásicas, la de un vehículo ecológico.

De momento, hay una referencia clara: 2050 y la Ley del Clima europea. En menos de 30 años no podrán circular vehículos con combustible diesel o gasolina. Para hacerse una idea, la intención es que para 2030 se reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero en un mínimo del 55%, con respecto a los niveles registrados en 1990. Una prueba clara de esa realidad es la minuciosidad con las que se están revisando los coches en la Inspección Técnica del Vehículo (ITV). Antiguamente, la inspección técnica se hacía por seguridad. A esta se le suma hoy con igual importancia la emisión de CO2.

Los vehículos eléctricos cumplirían con las demandas propuestas al cien por cien. Los híbridos, por su parte, son una buena opción para ir dando ese paso a un ritmo más asumible en términos económicos, aunque no se trata de una opción a largo plazo, pues los híbridos y los híbridos enchufables (PHEV) tampoco tendrán cabida más allá del año 2040.

No obstante, huyendo de posiciones alarmistas, hay que considerar que un coche dura de media unos 14 años, y más de la mitad de los ciudadanos lo cambian antes de los diez. Por tanto, daría margen como para disfrutar del vehículo que ya se tiene (siempre y cuando pase la ITV) e incluso adquirir uno nuevo en este momento, eso sí, considerando su fecha de caducidad. En verdad, siempre la han tenido, lo que pasa es que ahora es más evidente.

Siempre hay alumnos aventajados y diversas marcas han decidido frenar ya el desarrollo de los motores diesel y gasolina, entre ellos, Suzuki, Toyota y Mercedes Benz.

Por su parte, fabricantes en todo el mundo están ecologizando sus procesos con una serie de buenas prácticas para lograr ser más sostenibles. Esto lleva más allá de la reducción de CO2 de los motores de sus vehículos, afectando al propio proceso de fabricación. ¿Cómo contribuyen a la salvaguarda del planeta? Su esfuerzo se está centrando en hacer mínimo el desperdicio de la producción, reduciendo el impacto ambiental derivado de su actividad. Este enfoque no solo es bueno para el medio ambiente, sino que refuerza su valor de marca, aumentando su prestigio y mejorando su reputación. Además, optimiza la energía que gastan en el proceso de producción de principio a fin, convirtiéndose en empresas más eficientes y ahorradoras.

Henry Ford ya fue un visionario en este aspecto preocupándose de la sostenibilidad desde los años 20. Ahora ya no es un esnobismo o un rasgo de modernidad, sino un signo de conciencia obligada, en pos del planeta que vamos a dejar a las generaciones futuras.