David Rodríguez, procurador en las Juntas desde 2019, cree que “controlar las fuerzas” será clave durante esta campaña y considera un valor ser el candidato menos conocido.

Es bastante novato en política. ¿Por qué le picó el gusanillo?

Entré en política con Podemos, cuando apareció en 2014. Fui una de las personas que se sumó al proyecto al principio aquí en Álava, como militante de base. Y fue en 2019 cuando llené la lista para las elecciones forales y entré en las Juntas, donde pasé a ser portavoz hace dos años. Nunca me había dedicado a la política, pero cuando viví en América Latina ya fui incubando la necesidad de hacer cambios en esta sociedad. Hay un momento en el que te toca, eres coherente y lo asumes.

Como corredor aficionado que es, tiene ahora por delante una carrera en toda regla, en este caso de fondo: la campaña. ¿Cómo va a ser su día a día?

Como nunca lo he vivido, va a ser una experiencia nueva. Pero en mi vida profesional sí que he vivido muchas épocas de máxima tensión, de creatividad y de volcarme a tope. Estoy acostumbrado a esa tensión en positivo. Y como todo en la vida, la clave será controlar las fuerzas.

Según la encuesta de EITB Focus, usted es el candidato menos conocido. ¿Le preocupa?

No, para nada. Uno de nuestros valores en Podemos es que somos gente de la calle, que entramos y salimos y no vivimos de la política.Y las personas candidatas del resto de grupos llevan en política ocho, 16 o 20 años. Para mí es un motivo de orgullo que seamos personas que nos hemos dedicado toda la vida a otras cuestiones y que en un momento dado hemos tomado las riendas. No me preocupa ser desconocido. Es más, me resulta interesante para la marca de Elkarrekin-Podemos que seamos gente nueva, fresca y de la calle. Estar tanto tiempo en política no es positivo, porque te acomodas y no ves las cosas como lo hace la ciudadania.

¿Qué nota le pone al gobierno foral PNV-PSE?

Muy poquita. Hay un lastre importante en la dirección de Araba por la visión conservadora del PNV y por la sumisión del PSE. Le daría un 3,5. Y en relación al diálogo con el resto de fuerzas, menos todavía: un 3.