Oskar Matute se explaya sobre un inicio de legislatura especialmente intenso en el Congreso, no solo por la aprobación de los presupuestos de 2021. La orden de repetir el juicio de Bateragune, las cuitas de Juan Carlos I y la afección de la pandemia marcan la actualidad.

¿Ha incurrido EH Bildu en una contradicción apoyando los presupuestos del Estado?

—No. Una contradicción habría sido hacer algo diferente a lo que dictaminaron nuestras bases en más de un 91,5%. En segundo lugar, nuestro primer compromiso electoral con la sociedad vasca era frenar cualquier posibilidad de avance de las derechas, y la caída de estos presupuestos suponía una línea de avance en su ascenso al poder. Y dijimos que queríamos abrir una oportunidad para que ese Gobierno que se autocalifica como el más progresista de la historia pudiera llevar a efecto las políticas que venía proclamando de cambio social o de recuperación de derechos y libertades.

Pero esto implica el respaldo a las partidas referidas a la Casa Real, las Fuerzas de Seguridad del Estado, el Tren de Alta Velocidad€

—Sí, y también a que no se provoquen desahucios, aumentar el Salario Mínimo Interprofesional, que se genere el ingreso mínimo de inserción... Si uno de los capítulos de los presupuestos cae, ya sea el de la Casa Real, Defensa o infraestructuras, cae todo. Entonces no tendríamos presupuestos y la derecha extrema y la extrema derecha estarían más envalentonadas y con más posibilidades de asaltar el poder. Es evidente que esas partidas no son de nuestro agrado y seguiremos defendiendo la supresión de cualquier subvención a la Casa Real hasta que se disuelvan y entreguen la pasta, y la eliminación de las partidas para Defensa. EH Bildu no está dispuesto a alcanzar más cotas de poder a costa de renunciar a más principios.

Las bases respaldaron aprobar las cuentas pero con una escasa participación en la consulta.

—No se puede comparar un proceso de votación telemático que dispone de 48 ó 72 horas con un proceso que se abre y se cierra en media hora. En cualquier caso, cuando EH Bildu podía hacer asambleas presenciales en tiempos sin pandemia, no congregaba más gente que la que congregó esa votación.

Dirigentes del PNV les han acusado de copiar en gran medida sus enmiendas a las cuentas estatales.

—Que aporten pruebas. Ellos han hecho enmiendas para tener una alta velocidad que no creo que tengan comparación en las de EH Bildu, porque hemos apostado por la mejora de las conexiones de cercanías en nuestro país. No termino de entender la posición del PNV en términos de beneficio para la sociedad vasca. Si encuentra a otra formación política vasca con una fuerza casi idéntica en el Congreso que incide en las mismas cuestiones que ellos, lo que se hace es doblar la fuerza de esas demandas de la sociedad vasca. No creo que el PNV piense que el soterramiento del paso a nivel de Zorroza solo se le ha ocurrido a él, cuando la ciudadanía lleva más de cuatro décadas exigiéndolo. Me parece una línea de confrontación con EH Bildu bastante peregrina.

¿Por qué la consecución de la república vasca dependía de la aprobación de estas cuentas, como afirmó Arnaldo Otegi?

—Como decía Marcelino Camacho, la lucha se hace luchando y esta es una dinámica continua. La república vasca no está más lejos con un Gobierno que se dice progresista, que dice respetar la plurinacionalidad y que quiere encontrar respuestas políticas a los problemas territoriales, a diferencia de lo que se ha practicado en Catalunya en los últimos años. No va a depender solo de la aprobación de los presupuestos, pero la ventana de oportunidad abierta nos permite transitar a otro escenario, que en nuestro caso es la construcción de una nación soberana y libre en forma de república. Con una derecha en el poder ya sabemos cuáles son las respuestas.

¿Qué le parece que la posición de su grupo en el debate presupuestario sea utilizada como munición contra el Gobierno español?

—Existe una asincronía entre los ritmos y vivencias políticas en la sociedad vasca con lo que pasa en el Estado español, vivimos en tiempos diferentes. Cuestiones que aquí tenemos digeridas, en el Estado español aún no han empezado ni a masticarlas, y por lo tanto se produce un choque. Las derechas políticas del Congreso, junto con la derecha que no se presenta a las elecciones pero apuntala a la monarquía o a una élite económica, ha decidido que si antes ETA era la cortina de humo para tapar cualquier otro problema fruto de sus ineficiencias; ahora, ante la inexistencia de ETA, pretenden utilizar a EH Bildu como nueva cortina de humo. Esa visibilidad que nos otorgan, aunque lo hagan en negativo, nos permite señalar lo que EH Bildu es y no lo que durante décadas han intentado decir que era.

¿A qué se refiere?

—Han presentado a la izquierda independentista y soberanista como una especie de grupúsculo irreductible y anclado en el Pleistoceno, en lugar de una corriente dinámica sin la que, junto con otras, no se puede entender la historia y evolución del pueblo vasco en el siglo XX. Ahora podemos romper muchos tabúes y mantras repetidos históricamente. Estamos demostrando que no nos movemos solo en el plano de las ideas sino que sabemos pisar suelo. No hemos ido al Congreso a seducir a nadie sino a defender los derechos de las mayorías sociales de este país.

¿Su principal interlocutor en Moncloa es Unidas Podemos?

—Hemos interlocutado con todos pero con Unidas Podemos han existido desde el principio elementos de sintonía en torno a propuestas en la sanidad y la educación públicas, la reforma laboral, la ley mordaza... Hay puntos de concomitancia, no es algo que deba ocultarse. Pero al final Unidas Podemos es el socio minoritario de un Gobierno, y ya en las elecciones alguien tachaba de bilbainada lo que decíamos de que la izquierda soberanista e independentista vasca y catalana podía poner y quitar gobiernos y orientar las políticas de gobierno. Y se ha demostrado en la práctica que así es, por lo que queremos interlocutar con absolutamente todo el Gobierno.

Se les achaca que no aplican en la CAV la estrategia pragmática seguida en Madrid y Nafarroa, donde sí han apoyado o posibilitado la aprobación de las cuentas.

—Quien señala eso elude una cuestión importante que nos ha enseñado la historia de la democracia en los últimos 40 años: quien tiene mayoría absoluta suele tener poca voluntad de ceder porque ya cuenta con los votos suficientes para llevar adelante sus objetivos. Pero EH Bildu está dispuesto a hablar y negociar con cualquier gobierno que esté dispuesto a hacerlo.

Cambiando de tercio, la decisión de repetir el juicio por 'Bateragune', ¿tiene un impulso político?

—Habría que plantearse qué no tiene impulso político de lo que han venido haciendo las altas instancias judiciales españolas. Algún tertuliano señalaba que se ha hecho lo normal, repetir un juicio declarado nulo por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, cuando lo que tocaría es pensar en cuánta indemnización hay que dar a esas personas que han pasado tantos años en la cárcel. Dicen que es lo normal pero es la primera vez que se hace. ¿Entonces qué ha estado haciendo España durante 40 años, lo anormal? Es un juicio político y por tanto la respuesta tiene que ser política, no solo de los cinco encausados, sino de una inmensa mayoría de la sociedad vasca que ha entendido que fue un absurdo.

El acercamiento de presos por parte del Ministerio del Interior está siendo una constante. ¿Es suficiente o hay que dar más pasos?

—Lo extraño sería que un Ministerio incumpliera sistemáticamente la ley, lo que tampoco sería nuevo. Que Interior esté cumpliendo la ley no es algo que tenga que sorprendernos, en todo caso creemos que ya era hora de que se pusiera en marcha la legislación penal ordinaria para con los presos que fueron condenados dentro de esa lógica del "todo es ETA" que llevó a tantas personas a la cárcel. Por obra y gracia de una teoría que el tiempo demostró absolutamente política e injusta.

¿Cómo pueden afectar las elecciones catalanas del 14 de febrero a la agenda política?

—La política catalana lleva viviendo cierta inestabilidad dentro del independentismo desde hace ya tiempo. Llegaron unidos al referéndum del 1-O pero a partir de ahí ha habido una pugna por elegir una u otra vía de avance. Catalunya va a volver a pasar por las urnas y tendrá que clarificar cuáles son sus apuestas y componer un Gobierno. Parece que el 14-F puede ser una fecha clave para la legislatura en el Estado español, en el acuerdo de gobierno del PSOE y Unidas Podemos hablaban de la necesidad de dar una respuesta política en Catalunya, lo que pasa por la ignominiosa situación de los presos políticos catalanes y por el problema territorial. Es algo que como vascos y vascas nos interesa, cuál es la apuesta plurinacional de este Gobierno, si pasarán de las palabras a los hechos en el reconocimiento de que en el Estado hay distintas naciones que deben tener garantías de desarrollo en la medida que sus ciudadanos quieran.

¿Cómo es tratar cara a cara con la ultraderecha en el Congreso?

—No sería el mejor plan de un domingo para nadie. Pero es lo que toca, enfrentarte a la realidad. A veces la realidad no te gusta pero no porque cierres los ojos va a dejar de existir, como se decía de niños. La extrema derecha no viene solo para defender sus posiciones sino para intentar que no existan posiciones diferentes a la suya. Y la extrema derecha española no es diferente, no es más tolerante ni más plural, más bien todo lo contrario. Lo que sobre todo las fuerzas que provenimos de nacionalidades históricas decimos con claridad es que no les vamos a dejar pasar. No estamos dispuestos a que se adueñe de nuestras vidas porque arruinaría nuestro futuro como pueblo, como sociedad y como mujeres y hombres libres.

El debate sobre si el rey emérito iba a volver o no a España por Navidad, o si su hijo iba a citarle en su mensaje de fin de año, han copado muchos titulares. ¿Qué le parece?

—Creo que el rey emérito está más preocupado por seguir esta especie de Callejeros Viajeros por el mundo que por volver a casa. La institución monárquica es ahora mismo difícil de prestigiar por las propias andanzas del rey emérito durante el tiempo en que era inviolable, y habría que pararse a pensar si una sociedad que dice que todos somos iguales ante la ley debería tener espacios de impunidad. Los últimos datos sobre ellos nos reafirman en el compromiso por abolir la monarquía, porque abdiquen, devuelvan todo lo robado y se sometan a la Justicia como cualquier ciudadano.

Acaba de comenzar una nueva fase en la lucha contra el covid-19 con la aplicación de las primeras vacunas. ¿Qué espera de la gestión de los gobiernos vasco y español?

—Que hagan todo lo que esté en su mano para que la pandemia acabe más pronto que tarde. Que entiendan que no afecta a todos por igual y que quienes menos tienen más sufren sus consecuencias en términos sanitarios y económicos. Y que tengan presente siempre lo que dice Pepe Mujica, que "los Gobiernos tienen que decir siempre la verdad, aunque duela". La lección de vida que nos ha enseñado esta pandemia es que si no ponemos la vida en el centro, no estamos haciendo modelos de sociedad justos y dignos.

"EH Bildu no está dispuesto a alcanzar más cotas de poder a costa de renunciar a más principios"

"Ante la inexistencia de ETA, las derechas pretenden utilizar a EH Bildu como nueva cortina de humo"

"Se ha demostrado que la izquierda soberanista vasca y catalana podía poner y quitar gobiernos"

"En vez de repetir un juicio declarado nulo tocaría indemnizar a los que han pasado años en la cárcel"

"La extrema derecha no viene solo para defender sus posiciones sino para intentar que no haya otras diferentes"

"El rey emérito está más preocupado por seguir ese 'Callejeros Viajeros' por el mundo que por volver a casa"