- El lehendakari, Iñigo Urkullu, participó ayer en una inédita celebración de la festividad de San Inazio en el santuario de Loiola, en Azpeitia, que estuvo marcada por el covid-19, la ausencia de festejos, el distanciamiento social, el gel hidroalcóholico y las mascarillas. La supresión de la recepción a las autoridades que cada año tiene lugar en la plaza del Ayuntamiento fue uno de los cambios principales motivados por la pandemia, con la consecuencia de que tampoco tuvo lugar la comitiva que habitualmente los representantes institucionales realizan a pie hacia el santuario.

Por el contrario, en esta ocasión, Urkullu, quien acudió acompañado por su esposa, Lucía Arieta-Arauñabeña, se dirigió directamente a la explanada del templo, inusualmente vacía, donde le esperaban la presidenta del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejeria; el diputado general de Gipuzkoa, Markel Olano; y el presidente de las Juntas Generales del territorio, Xabier Ezeizabarrena, todos ellos provistos de las correspondientes máscaras protectoras.

La portavoz foral, Eider Mendoza, y el diputado de Hacienda de Gipuzkoa, Jabier Larrañaga, fueron otras de las autoridades que acudieron a la basílica de Loiola, obligada a reducir notablemente su aforo y a extremar las medidas sanitarias de seguridad para prevenir contagios mediante dispensadores de gel hidroalcohólico, que unos voluntarios ofrecieron a todos los fieles antes de acceder al interior del templo.

Lo excepcional de la celebración de este año se tradujo también en la ausencia de protestas como las que, en ediciones anteriores, colectivos como la plataforma de familiares de presos de ETA, Etxerat, o grupos de pensionistas han llevado a cabo en este lugar.

Urkullu, quien participó el pasado viernes en la Conferencia de presidentes que tuvo lugar en San Millán de La Cogolla (La Rioja), tras pactar con el Gobierno español la senda de déficit para Euskadi, declinó en esta ocasión realizar declaraciones a la prensa, al igual que Bakartxo Tejeria. Todos ellos acudieron después a la celebración de la tradicional misa de San Inazio, que ofició el obispo de Donostia, José Ignacio Munilla, en una basílica de Loiola con su aforo restringido.