bilbao - La crisis venezolana ha vuelto con fuerza a la palestra en el Estado español y sacude con fuerza al recién estrenado Ejecutivo tras la reunión secreta del ministro de Transportes José Luis Ábalos con la vicepresidenta del Gobierno de Venezuela, Delcy Rodríguez, en el aeropuerto de Barajas, encuentro que trascendió a la opinión pública y ha desatado una fuerte tormenta en torno al ministro. Ábalos negó en un primer momento haber mantenido la cita con Rodríguez -que tiene prohibido entrar en la UE y en ningún momento pasó el control de pasaportes- y habló de un encuentro "fortuito", para después admitir que la reunión se produjo.

Toda la polémica se produce horas antes de la llegada a Madrid de Juan Guaidó, que el pasado año fue reconocido como presidente encargado de Venezuela por el Ejecutivo de Pedro Sánchez, que ahora sin embargo titubea respecto a su condición. Así, Guaidó es para algunos el presidente legítimo del país, mientras que para otros no es más que un golpista que ni siquiera suscita el respaldo unánime de la oposición venezolana. El político será recibido hoy en sede gubernamental, pero no por Sánchez, sino por la ministra de Exteriores, Arancha González Laya.

Mientras tanto, la actuación de Ábalos ya ha provocado las primeras peticiones de dimisión desde la derecha. Así, el presidente del PP, Pablo Casado, reclamó ayer la renuncia del titular de Transportes por haberse reunido con la número de Nicolás Maduro y por haber negado el encuentro para después rectificar. Según Casado, el ministro socialista "ha mentido y no puede seguir" al frente de su cargo.

El líder popular recordó asimismo que Delcy Rodríguez "tiene prohibido no solo pisar Europa, sino incluso transitar por el espacio Schengen", al estar "acusada" de delitos de lesa humanidad por la Unión Europea. En la misma línea, acusa a José Luis Ábalos de haber "ocultado" su reunión con la vicepresidenta, que se habría producido cuando acudió al aeropuerto de Barajas para recibir al ministro de Turismo de Venezuela, Félix Plasencia, algo que considera "de una gravedad extrema, como también lo es que el ministro haya mentido".

Por su parte, La Moncloa ha evidenciado en las últimas horas sus dudas respecto a la condición de Juan Guaidó, que en los últimos días ha realizado una gira europea en la que ha sido recibido por líderes como Angela Merkel, Emmanuel Macron o Boris Johnson, y ha acudido a las instituciones europeas a reclamarles su apoyo. Sin embargo, Pedro Sánchez -que hace unos meses no dudó en reconocer a Guaidó como presidente legítimo de Venezuela a pesar de haberse autoproclamado en el cargo- ha optado por no recibirle y ha delegado en la nueva ministra de Exteriores, que esta tarde mantendrá un encuentro con el político venezolano.

Y es que en el Gobierno español existen serias divergencias entre las posiciones del PSOE y Unidas Podemos sobre la crisis venezolana y la legitimidad del Ejecutivo de Nicolás Maduro, que en la práctica es quien sigue al frente del país tras haber fracasado todos los intentos de Juan Guaidó de poner al Ejército de su parte. Así, Pablo Iglesias ya expresó esta misma semana que a Guaidó debería recibírsele en calidad de líder de la oposición en Venezuela, y no de presidente.

rifirrafe entre expresidentes Pero las diferencias sobre Venezuela no son solo latentes en el Ejecutivo de Sánchez, sino también en el propio PSOE, donde ayer se produjo un encontronazo verbal entre dos históricos pesos pesados del partido: los expresidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero.

Mientras que Felipe González se pronunció con claridad a favor de reconocer a Juan Guaidó como presidente legítimo de Venezuela, Rodríguez Zapatero pidió alejarse de radicalismos sobre la cuestión y criticó la postura de González. "Moderada no parece", dijo.

"En Naciones Unidas quien está representando a Venezuela es el gobierno de Maduro y resulta que es la institución internacional que teóricamente tiene la legitimidad de lo que significa la comunidad internacional", concluyó Zapatero.