- Dos meses y medio en el centro de la batalla por Járkov bastan para que Oleg distinga a la perfección el ruido de los aviones del de los misiles, las granadas de la artillería, el fuego ucraniano del que viene del enemigo. No hay que preocuparse por ese martilleo atronador, pide. Viene de dos o tres kilómetros más allá y es la artillería ucraniana asegurando el retroceso de los rusos.

Con pelo corto y blanco a sus 43 años, Oleg viste un chándal ocre lleno de manchas y está a la puerta de su casa, en la carretera principal de Tsyrkuny, un pueblo al lado de Járkov que estuvo controlado por los rusos hasta el 8 de mayo y que acaba de ser liberado, al igual que otros enclaves de los alrededores de la segunda ciudad más grande de Ucrania, a cuya ocupación el Ejército ruso parece haber renunciado.

No se inmuta tampoco por el humo que se ve en línea recta, a apenas un kilómetro. Sabe que son los restos del bombardeo ruso del día anterior contra un almacén de munición militar que Ucrania tenía en su pueblo.

No quiere ver a los rusos ni en pintura pero no le asusta que vuelvan. A estas alturas lo único que le da miedo es morir bajo una bomba o que le destruyan la casa como le ha pasado a tanta gente del pueblo. Hasta el 8 de mayo unos soldados se metieron en casa de sus vecinos, la suya la dejaron en paz porque sabían que estaba dentro. O en el refugio, porque su pueblo se convirtió en el frente. Agazapado en la bodega de su casa, bajo tierra, en el lugar que sirve para conservar alimentos ha pasado días, semanas, dos meses protegiéndose de un combate rudo del que sobrecoge ver los restos.

Nadie ha pasado aún a recoger las decenas y decenas de cascotes de los enormes misiles antitanque usados por los ucranianos, ni las granadas sin explotar, ni las minas... Un poco más allá, al lado izquierdo de la carretera se ven los restos de lo que fue la gasolinera del pueblo.

Hay también tanques varados: unos rusos, otros ucranianos. Siete misiles blancos se cuentan a simple vista en un campo verde que tendría que dar pronto cereales. Nadie sin permiso puede acceder al pueblo pero por la carretera salen coches a toda velocidad. Aquí no hay ambulancias sino vehículos simplones con una cruz pintada que sacan a los soldados heridos que vienen del frente, desplazado recientemente a dos pueblos más allá. En el sentido de entrada vienen coches de ayuda humanitaria y taxis que regresarán poco después con refugiados.

Hay que ir con cuidado porque los soldados aún no han hecho la labor de desminado. Un poco más adelante, unos kilómetros más allá, ya a la entrada de Járkov, hay un puesto de control en el que está sentada Lesya, una exreportera de guerra reconvertida en soldado que espera órdenes para moverse más hacia el frente, ahora que Ucrania ha conseguido mover a los rusos de sus posiciones y liberar varios pueblos de la zona de la segunda ciudad más grande de Ucrania.

El puesto de control está al lado de los restos de unas letras que, antes de ser destruidas por un bombazo, anunciaban el nombre de la segunda ciudad más grande de Ucrania. En Járkov vivían antes de la guerra 1,5 millones de habitantes. Muchos se han ido y habrá que ver si volverán, si tienen casa a la que regresar. l

l Cercar las ciudades. Las milicias de la autoproclamada república popular de Donetsk anunciaron ayer planes de cercar a las unidades militares ucranianas en ese territorio sin tomar ciudades grandes. “No vamos a entrar en Avdíivka ni otras ciudades grandes. Vamos a replegarnos, y así podremos cercarlas”, dijo el portavoz de las milicias, Eduard Basurin.

l Crímenes de guerra. El relator de la ONU para ejecuciones arbitrarias y extrajudiciales, Morris Tidball-Binz, pidió ayer a los investigadores de presuntos crímenes de guerra rusos en Ucrania que coordinen su labor dentro y fuera de ese país, para acelerar el proceso y evitar aumentar el trauma de las víctimas.

l Ataque en Lugansk. Dos civiles han muerto y un tercero resultó herido en un bombardeo ruso en Sievierodonetsk, en la región de Lugansk. Además, tres personas resultaron heridas en un ataque aéreo lanzado por las tropas rusas en Odesa.