La oleada de protestas de estudiantes en Tailandia continuó este domingo en Bangkok con una manifestación multitudinaria en la que se pidió una nueva Constitución y que se limite el poder de la monarquía, un tema tabú hasta ahora en el país.

En los alrededores del Monumento a la Democracia, en el centro histórico de la capital, entre 10.000 y 30.000 personas se congregaron hoy en una marcha pacífica y de ambiente festivo que se prolongó durante más de seis horas y que fue organizada por el movimiento "Free People".

Un movimiento apartadista y transversal

La manifestación de hoy, probablemente la mayor en Tailandia desde el golpe de Estado de 2014, es parte de un movimiento estudiantil que comenzó el 18 de julio, cuyo epicentro se haya en campus universitarios de todo el país y tiene un carácter apartidista y transversal en el que diferentes sectores, incluidos sindicalistas o activistas LGBT, están expresando sus demandas.

Los asistentes, la mayoría veinteañeros, entonaban canciones y elevaban tres dedos inspirados en la película "Los juegos del hambre" en señal de resistencia contra el autoritarismo al grito de "¡Democracia!".

"Estamos aquí para exigir democracia y denunciar la falta de libertad de expresión", dijo a Efe Sinthorn, una recién licenciada de 23 años que se queja de que "el Gobierno y la monarquía gastan nuestro dinero y no hacen nada por nosotros".

La joven reconoce que aunque no esperan conseguir un gran cambio pronto, algo muy difícil en un país controlado por élites promonárquicas y un Ejército profundamente involucrado en la política, estas protestas servirán "para activar a la sociedad".

Las amenazas del Gobierno

Los estudiantes, movilizados por redes sociales, desafían las amenazas del Gobierno, los militares y sobre todo las detenciones de varios de sus organizadores mientras que se quejan de que los medios de comunicación locales los ignoran, se autocensuran o los atacan.

La Policía ha detenido desde la semana pasada a tres líderes estudiantiles a los que ha dejado en libertad bajo fianza mientras ha emitido una orden de arresto en contra de una treintena de activistas.

A todos ellos se les acusa de haber violado el estado de emergencia impuesto por el Gobierno para combatir la pandemia así como de un delito de sedición, lo que podría acarrearles hasta siete años de cárcel.

"No tengo miedo de ser arrestado, a pesar de que yo era una de las 31 personas nombradas en la orden de arresto. Pero lo que me preocupa es que si todos somos arrestados, los movimientos políticos en Tailandia no tendrán ningún progreso", explicó a Efe antes de la protesta Tattep "Ford" Ruangprapaikitseree, secretario general de "Free People".

Las demandas de los estudiantes

Esta ola de protestas van dirigida especialmente contra el Gobierno del primer ministro Prayut Chan-ocha, general que tomó el poder en un golpe de estado en 2014 cuando era el jefe del Ejército y se ha mantenido en el poder tras ganar unas cuestionadas elecciones el año pasado.

La actual Constitución fue redactada por los golpistas y dejó en manos del Ejecutivo la elección de todos los miembros del Senado.

El malestar con el Gobierno se disparó tras la ilegalización el pasado febrero del segundo partido de la oposición, Anakot Mai ("Nuevo Futuro"), una nueva formación prodemocrática muy popular entre los votantes jóvenes.

El grupo que organizó la manifestación de este domingo "Free People" insistió en tres demandas: "una nueva Constitución, que las autoridades dejen de acosar a los activistas que se oponen al Gobierno, y que el Parlamento sea disuelto".

La ausencia del rey

La ausencia durante la crisis del coronavirus del rey, que vive la mayor parte del tiempo en Alemania, ha sido uno de los principales motivos de críticas a una institución hasta ahora prácticamente intocable.

El actual monarca heredó el trono tras la muerte del rey Bumhibol en 2016, pero no ha heredado la popularidad de su progenitor, que reinó durante siete décadas y al que gran parte de los tailandeses reverenciaba como el padre de la nación y como una figura casi semidivina.

Vajiralongkorn, que como rey se halla oficialmente "por encima de la política", ha conseguido afianzar su poder al incrementar su influencia sobre el Ejército, una de las instituciones clave del país, y ha asumido el control de cinco agencias estatales responsables de la seguridad y asuntos reales.

Además, en julio de 2017, el Parlamento elegido a dedo por la junta militar que gobernó Tailandia entre 2014 y 2019 otorgó al monarca control sobre la Oficina de Propiedades de la Corona, encargada de la gestión de la fortuna real de al menos 35.000 millones de dólares (unos 31.000 millones de euros), que hasta entonces había estado a cargo del Ministerio de Finanzas.