Después del lanzamiento del pasado viernes 16 y su posterior despliegue en la órbita programada, el satélite LUR-1 está en estos momentos recopilando datos y descargándolos a nuestra sede en el Parque Tecnológico de Álava cada vez que pasa por encima de Euskadi, a 515 kilómetro de altitud”. Con estas palabras explica Cristina Ortega, directora de Espacio de AVS, la situación actual de LUR-1 el primer satélite LUR-1, diseñado y fabricado íntegramente en Euskadi por AVS.  

Así, a las 20.56 horas del pasado viernes, 16 de agosto, los nueve motores del imponente Falcon 9, el cohete fabricado por la compañía Space X, fundada por Elon Musk, volvieron a rugir para impulsar sus 90 metros de estructura y enviar al Espacio el primer satélite, el LUR-1, diseñado y fabricado íntegramente en Euskadi por AVS. Sin cumplirse las 24 horas desde su lanzamiento la compañía alavesa ya establecido ya el primer contacto.

Según explica la directora de Espacio de AVS, Cristina Ortega en este periódico, “en cada uno de los cuatro contactos diarios que tenemos con él, monitorizamos todos los sistemas y le enviamos diversas órdenes para que las vaya ejecutando. A partir de ahí, superada esa fase de monitorización, pruebas y adaptación, confiamos en poder comenzar a tomar imágenes de alta resolución en un plazo de entre cuatro y seis semanas”. 

¿Cuál es la situación actual que vive Lur-1?

–Después del lanzamiento del pasado viernes 16 y su posterior despliegue en la órbita programada, el satélite está en estos momentos recopilando datos y descargándolos a nuestra sede en el Parque Tecnológico de Álava cada vez que pasa por encima de Euskadi, a 515 kilómetro de altitud. En cada uno de los cuatro contactos diarios que tenemos con él, monitorizamos todos los sistemas y le enviamos diversas órdenes para que las vaya ejecutando. A partir de ahí, superada esa fase de monitorización, pruebas y adaptación, confiamos en poder comenzar a tomar imágenes de alta resolución en un plazo de entre cuatro y seis semanas.

¿Cuál han sido las dificultades de este lanzamiento?

–Las propias de cualquier proyecto que tenga que ver con un contexto tan crítico como el Espacio, donde el fracaso no es una opción… El equipo de AVS tiene amplia experiencia en la entrega de componentes críticos para misiones espaciales, como los sensores de viento de MEDA, que están funcionando en la superficie de Marte ahora mismo. Todo este conocimiento previo ha hecho posible ejecutar en tiempo récord una misión satelital, y poder afrontar las dificultades que han ido surgiendo de forma ágil. Particularmente, para el lanzamiento, ha sido crítico el transporte y la integración en el lanzador, cosas que hacíamos por primera vez como responsables al 100%.

Se estima una vida útil de cinco años para LUR-1. ¿Cómo se irán desarrollando?

–La previsión se debe principalmente a dos motivos, ambos relacionados con el duro ambiente en el Espacio. En primer lugar está la radiación. Sin la protección que nos da la atmosfera los equipos están expuestos a la radiación espacial, que degrada tanto los materiales presentes en las caras externas del satélite como los componentes electrónicos en su interior. Por otro lado, LUR-1 se ha lanzado a la órbita baja terrestre, donde todavía hay presente una fina capa atmosférica, que hace que el satélite reentre de forma natural una vez no tenga combustible para mantener su órbita. Todos los elementos de la misión, electrónica, materiales, altura de despliegue y parámetros orbitales han sido elegidos para asegurar esta vida útil de cinco años.

Supongo que habrá sido un trabajo arduo que dejan en evidencia una alta preparación de los trabajadores y del propio territorio.

–Si desarrollar, fabricar y enviar después al Espacio un satélite como LUR-1 ha sido posible gracias al extraordinario equipo de AVS, formado en estos momentos por unas 200 personas. Es talento joven y multidisciplinar con unas altísimas capacidades técnicas, mecánicas electrónicas, de telecomunicaciones y de software, que desarrolla su trabajo en nuestras sedes de Elgoibar, Parque Tecnológico de Álava, Sevilla, Tenerife y las filiales en el Reino Unido, Francia y Estados Unidos. No olvidemos que en AVS ya se han logrado otros hitos muy relevantes en ámbitos como aceleradores y fusión que han sumado experiencia y capacidad a sus equipos. En el ámbito espacial, tras haber llegado a Marte, supone un salto cualitativo extraordinario para nosotros mismos y también para el sector aeroespacial de Euskadi. Si hasta la fecha habíamos trabajado como proveedor de sistemas o críticos para grandes misiones espaciales, con la puesta en órbita del LUR-1 hemos conseguido liderar una misión completa.

¿Qué proceso ha sido necesario para darse cuenta o tener la necesidad de crear un satélite?

–Más que una necesidad, se trata de una decisión estratégica que tomamos hace ya tres años y que hemos podido llevar a término gracias a la experiencia previa en misiones espaciales y a la determinación en crear un equipo con las capacidades necesarias para llevarlo a cabo. Todo esto, unido al apoyo institucional y a la inversión interna, nos ha permitido llegar a este punto en el que podemos posicionarnos en el mercado como proveedores de misiones completas.

¿Hay nicho en este mercado? 

 –Hoy en día el Espacio está presente en nuestro día a día. La localización por GPS, meteorología y muchas aplicaciones que usamos a diario dependen de activos espaciales. Además, cada vez más instituciones y empresas privadas están adquiriendo pequeños satélites para todo tipo de programas y usos. Desde AVS decidimos crear una familia modular de microsatélites, LUR, para poder cubrir este mercado emergente.

¿En qué ramas de esa industria se puede especializar Álava y Euskadi?

–Teniendo en cuenta el conocimiento multidisciplinar en la región, la gran tradición industrial y todo el tejido empresarial, a nivel espacial es posible ofrecer soluciones completas desde Euskadi, como hemos demostrado con LUR-1. Tenemos proveedores de electrónica, cableado, fabricación mecánica, lo que nos permite tener una cadena de suministro local de la que poder obtener todos los elementos para ejecutar un satélite completo llave en mano. Este tipo de proyectos llave en mano, que abarcan desde la concepción hasta la explotación, son los de mayor valor añadido, y que solo se pueden llevar a cabo en lugares con una muy alta madurez industrial.

¿El sector espacial ha alcanzado una gran importancia en los últimos años en el País Vasco?

–Sin duda. Solo hace falta contemplar los números que el pasado 2023 publicó Hegan, el Clúster de Aeronáutica y Espacio del País Vasco, para darse cuenta de ello, donde el sector crecía de forma orgánica en creación de empleo, facturación e inversión, entre otros. Y todo apunta a un continuado aumento de la actividad general, con la incorporación de nuevas figuras con una clara orientación comercial, el incremento de inversiones privadas, la demanda de nuevos servicios y operaciones relacionados con la observación terrestre y las comunicaciones, y la continúa apuesta también por parte de las Administraciones para desarrollar nuevas y potentes misiones.

¿Cuánto trabajo hay detrás antes de que haya entrado en órbita?

–Este hito empresarial de AVS, que coincide además con el 18º aniversario de la empresa, ha requerido de tres años de intensa actividad científica y tecnológica, además de una inversión de ocho millones de euros, de los que el 40% proceden de fondos públicos. 

El satélite incorpora un dispositivo para conseguir un Espacio cada vez más sostenible, ¿en qué consiste? 

–El satélite LUR-1 lleva incorporado un dispositivo llamado MICE, desarrollado también por AVS para la ESA (Agencia Espacial Europea). Se trata de un dispositivo que irá instalado en todos los satélites del programa Copernicus en preparación de su desorbitación en el caso de que dejaran de funcionar o para su uso al final de su vida útil. La ESA está promoviendo el desarrollo de estas tecnologías en el marco de su programa Zero Debris 2030. Esto ha convertido a LUR-1 en el primer satélite europeo que pondrá en órbita esta tecnología. El satélite, que orbitará la Tierra a una velocidad de 25.000 kilómetros por hora, ha sido diseñado para tener una vida útil, como decíamos, de cinco años. Cumplido este plazo, será capturado de su órbita espacial para su posterior reentrada a la atmósfera, donde se desintegrará. Será el primero de estas características en Europa. De esta forma podremos demostrar que sí es posible deshacerse de la basura espacial para conseguir un espacio más sostenible.

¿Y de cara al futuro, qué podemos esperar de AVS en su rama espacial?

–Estamos trabajando en el lanzamiento de otros tres satélites para el próximo 2025 que cubren tanto aplicaciones comerciales como nuevos desarrollos tecnológicos. Estamos desarrollando tecnologías para los futuros servicios en órbita y hemos desarrollado también varios proyectos con destino a la Luna, como un prototipo de rover lunar, las grúas para contribuir a la construcción de las futuras bases habitadas o tecnologías para extraer oxígeno del regolito lunar, esto es, el suelo de la propia Luna. También llegaremos a Marte por segunda vez para recoger las muestras de rocas que el rover Perseverance está recolectando.