José Esquinas (Ciudad Real, 1945) es doctor ingeniero agrónomo, humanista, doctor en Genética, y máster en Horticultura por la Universidad de California, así como profesor universitario e investigador. Es autor de Rumbo al ecocidio, obra de reciente publicación y prologada por Federico Mayor Zaragoza. Ha dedicado 30 años de su vida a trabajar en la FAO, la organización de Naciones Unidas para acabar con el hambre en el mundo.
Ha publicado numerosos artículos y libros y ha recibido diversos premios nacionales e internacionales en reconocimiento a su actividad docente, investigación y desarrollo de políticas. En la actualidad se dedica a la concienciación a través de la docencia y la divulgación dentro y fuera de España. Este martes, a las 18.30 horas en el Palacio de Congresos de Europa, y organizado por la Agenda Abierta de la ciudadanía Hei Eventos del Ayuntamiento de Vitoria, José Esquinas ofrecerá una enriquecedora charla sobre la importancia de la participación ciudadana en el rumbo del ecocidio a la esperanza.
¿Confundimos bienestar con consumismo?
–Yo creo que sí. Las sonrisas más maravillosas que he conocido y la gente más feliz que he visto ha sido en países pobres. No donde pasen más hambre, pero muchas veces entre los pueblos indígenas que están en plena naturaleza y que todo lo que tienen es de la naturaleza. Ahí te encuentros gente feliz y el número de suicidios y depresiones en estos casos es prácticamente cero. Cuando llegamos a Europa, Estados Unidos la cosa cambia; encuentras que cada uno va a lo suyo, están demasiado ocupados para ser felices, acumulando para poder ser feliz pasando mañana. Pero es que el pasado mañana no llega. El bienestar, la felicidad, es el camino. Repito: siempre que tengas cubiertas tus necesidades básicas. Si tienes hambre, o no tienes salud... evidentemente ahí sí hay síntomas de infelicidad o no bienestar.
"Las sonrisas más maravillosas que he conocido y la gente más feliz que he visto ha sido en países pobres. No donde pasen más hambre, pero muchas veces entre los pueblos indígenas que están en plena naturaleza y que todo lo que tienen es de la naturaleza"
¿Cómo medimos el bienestar en occidente?
–A través del PIB (Producto Interior Bruto). Somos un país desarrollado, con mayor bienestar, es el país con PIB más alto. Pero esto mide el crecimiento económico de un país. ¿Qué relación tiene el crecimiento económico con el bienestar y la felicidad? No tanta. Te cuenta una anécdota: en el año 1999 en Naciones Unidas estaban hablando del crecimiento y del desarrollo y uno de ellos dijo que el PIB no era una buena medida para medir el desarrollo. Le miraron raro y le preguntaron. usted qué propone. Él respondió nosotros lo medimos con el FIB, Felicidad Interna Bruta. Hubo carcajadas. Pero, ¿Cómo se mide eso?
No sé, supongo que con otros indicadores para medir la felicidad, por ejemplo, ¿con salud?
–Te explico: algunos países pidieron que se hiciera una investigación para medirlo y en esos indicadores estaba el número de médicos por cada habitante, el número de maestros por cada mil habitantes,... se hizo un estudio de dos años estudio de un pequeño comité científico que iba a medir cómo medir la felicidad y le salieron 8-10 indicadores. Cuando se aplicaron España, Francia... pasó al número 30-40 de felicidad, ya no estábamos los primeros en la lista en bienestar ni felicidad. El crecimiento económico es un factor pero no el único.
Dentro del consumismo actual, usted denuncia que consumimos demasiados alimentos importados a España y que hay que apostar por los alimentos locales. Sin embargo, entiendo que muchos ciudadanos optan por el alimento más barato, entendiendo que ya está cara la cesta de la compra. ¿Cómo es posible que lo que se trae de fuera sea más barato que la alimentación que se produce aquí?
–El alimento medio que llega a nuestras bocas ha recorrido en España previamente entre tres y cuatro mil kilómetros. Con lo que eso significa en incidencia en el planeta. Te pongo un ejemplo. Cojamos la soja. La que produce España es cuatro veces más cara que la que se obtiene de Brasil y de otros países.
¿Cómo es posible que después de recorrer miles de kilómetros sea más barato? pues fíjate, la mayor parte de esta soja se está produciendo en zonas desforestadas del amazonia. Y cuando ya no valen esas hectáreas se siguen comprando nuevas hectáreas en las zonas desforestadas.
Por cada euro que estamos gastando en el mercado en comprar ese producto que nos sale más baratos, nosotros, tu y yo, y todos los ciudadanos, vamos a pagar a través de nuestros impuestos, dos euros más para paliar los efectos negativos sobre el medio ambiente y para la salud humana. ¿Cuál es el precio real del producto real que hemos pagado por un euro? Si resulta que estamos pagando indirectamente con nuestros impuestos dos euros más para pagar esos efectos negativos sobre el medio ambiente y sobre la salud.
Si esta sociedad de consumo no es sostenible en el tiempo, especialmente porque perjudicamos a las futuras generaciones, la solución no solo es nuestra, entiendo. ¿Escapa de nuestra competencia, no?
–Es de todos. Tenemos una responsabilidad en las decisiones de lo que consumimos. Al consumir ciertos alimentos estamos premiando, o castigando, a determinadas formas de producción. ¿Cómo podemos actuar? Creando una conciencia ciudadana. La acción del ciudadano es vital; tenemos que pensar globalmente y actuar localmente. No gastar excesiva energía, controlar el agua que utilizamos,... y, sobre todo, teniendo en cuenta lo del carro de la compra. Te cuento el cuento del colibrí: hay un bosque en llamas. Todos los animales huyen. Todos menos el colibrí. El colibrí va al lago, coge una gotita de agua y la echa sobre el fuego. Vuelve al lago varias veces. En una de esas se cruza con el elefante que huye del fuego. Y el elefante le dice: escapa, no intentes apagar el fuego. ¿tu crees que lo conseguirás?'. La respuesta del colibrí fue: yo hago mi parte. En esto también, todos tenemos una parte importante y una responsabilidad.