Nagore Pérez García enfermó de covid en marzo de 2020, en la primera ola de la pandemia, pero todavía no puede decir que haya superado la enfermedad. Ahora tiene diagnosticado covid persistente, lo que significa que las secuelas de la infección se han convertido en una patología en sí mismas y le causan síntomas que le impiden llevar una vida normal: "Voy del trabajo a casa, si un día trabajo y hago la compra ya no puedes pedirme nada más". Confiesa que de la larga lista de síntomas y problemas que arrastra desde hace año y medio los peores son el agotamiento y la cacosmia.
Nagore se contagió en el centro sanitario en el que trabaja como gestora de investigación, precisamente en el área de neumología, y cuando aún no se habían empezado a adoptar medidas de prevención. Cuenta que a pesar de estar muy mal no llegó a ingresar en un hospital porque "cuando me puse mala no se valoró si había cama o no, como era joven y el panorama sanitario era muy feo, había saturación en los hospitales, lo pasé en casa". "Hoy en día hubiera estado ingresada", asegura. Y reflexiona que "no sé si soy persistente por no haber ido al hospital o por haber estado tan expuesta y tener una carga viral muy alta, eso no lo sé". Nagore, que tiene 41 años y ha pasado confinada sus dos últimos cumpleaños, relata que tras contagiarse se metió en casa con 39 años, salió con 40 "y ahora paso de un trabajo que son siete horas sentada, al sofá de casa porque no puedo ni pestañear, es duro".
Añade que aunque aparentemente parece recuperada de la enfermedad, el agotamiento le vence a diario: "A la gente esto que estoy pasando le recuerda mucho a la fibromialgia que es una enfermedad que hasta que se diagnosticó provocaba que a muchas personas las tomaran por locas".
"Desde marzo de 2020 tengo sintomatología covid, no en el mismo grado ni todos los síntomas porque es imposible estar tanto tiempo como en el momento agudo de la enfermedad. Mejoras, pero ciertos síntomas, como la anosmia, que se ha convertido en cacosmia, o el agotamiento, se mantienen en el tiempo", explica. Nagore confiesa que después de tanto tiempo con secuelas y problemas derivados del covid siente "hastío, porque no mejoras". "Sí hay pequeños avances, reconoce esta vecina de Santurtzi, alguna mejoría, pero también hay empeoramientos". "Hay que darse tiempo para ver una evolución pequeña, los que llevamos ya año y medio con esto hemos empezado a ver esa evolución, el problema es que te estancas y no mejoras", añade.
Sobre su estado actual dice que "no estoy como cuando cogí el covid porque estaría medio muerta ya que fue horroroso, pero tengo síntomas que persisten y que me impiden llevar una vida completamente normal como la que llevaba el día antes de que me mandaran a casa con la enfermedad".
Aunque aún se sabe poco del covid persistente sí se han sistematizado más de 200 síntomas. "En mi situación, explica Nagore, puedes tener síntomas poscovid que no tuviste durante la enfermedad pero que luego puntualmente desarrollas. Continuamente tengo alguno de esos síntomas, como pueden ser vértigos, jaquecas, mareos, picores agudos en la piel, inflamación de la piel y de la lengua, la cacosmia, que es que ciertos olores los percibes mal, no hueles las cosas como deben oler, la comida no te sabe como debe, eso te puede producir mareos hasta el punto de tener que quedarte en el sofá o en casa".
A pesar de eso, desde que dio negativo en las pruebas Nagore Pérez se reincorporó a su trabajo. "Seguramente no volví en las condiciones en las que tenía que haberlo hecho porque tuve pérdidas de conocimiento, mareos, esa niebla mental de la que hablan y que es cierta, porque olvidas cosas, te cuesta recordar... pero en cuanto me dieron el resultado negativo y pude salir a la calle me incorporé al trabajo. Sí es cierto que por culpa del covid tuve una osteomielitis aguda y he perdido piezas dentales. Estuve unos meses en hospitalización domiciliaria y teletrabajando pero a ratos, claro, lo que me permitía el cuerpo", recuerda.